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    mayo 20, 2024 | 5:34

    Una cosa es una cosa y otra cosa es otra cosa, pero cuando hablamos de extremismo político son la misma cosa.

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    El espectáculo político entre la extrema izquierda y la extrema derecha.

    La polarización política se ha vuelto cada vez más común en todo el mundo. La extrema izquierda (neocomunistas) y la extrema derecha (neoliberales) son dos ideologías que, aunque parecen opuestas, tienen mucho en común. Parafraseando a mi compadre Hermes, y no el de las bolsas, “Los opuestos son de la misma naturaleza y se encuentran”.

    Los neocomunistas abogan por el control total de la producción del país, una función que no corresponde al gobierno. Por otro lado, los neoliberales tienen una actitud laxa hacia el control de la producción del país, con una tendencia hacia la privatización total. Es decir, ninguno de los dos extremos logra la gestión gubernamental efectiva y eficiente para el bienestar del pueblo.

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    La maldición de los Carlos: Karl Max y Carl Menger.

    Karl Marx: Es conocido por crear un conjunto de ideas políticas, económicas y sociales EN EL SIGLO XIX que, según él, modificarían el orden social. En su visión política creía en el trabajo colectivo, la producción colectiva de mercancías y el control social sobre los recursos, los medios de producción y la propiedad común como medio de igualdad social. Para él, esto era la libertad humana. Con este pensamiento se establecen las bases del comunismo.

    Carl Menger: Es conocido por su rechazo a las teorías del valor del costo de producción desarrolladas por economistas clásicos como Adam Smith. En lugar de ello, EN EL SIGLO XIX, propuso la “teoría subjetiva del valor”, que sostiene que el valor de un bien no viene determinado por sus cualidades ni por el trabajo empleado para producirlo, sino por la importancia que le confiere un individuo para alcanzar sus metas. Su ideología política se alinea con el liberalismo y la escuela austriaca. Con este pensamiento se establece el ultracapitalismo, o el capitalismo salvaje.

    No está mal tener una ideología política, el problema surge cuando ya se ponen fanáticos. Ambas ideologías extremas son arcaicas, viejas, añejas, vetustas tienen sus orígenes en tiempos tan distintos a los actuales que se vuelven obsoletas. Si bien, ambas corrientes ideológicas sirven de base para crear una nueva corriente política e innovadora, pero nada más, hasta ahí. Su esencia pura ya está enmohecida, oxidada, no sirve.

    América Latina y su compleja vida

    América Latina es una región que se caracteriza por su diversidad cultural, social y económica. Sin embargo, también es una región que ha sufrido de inestabilidad política, violencia, pobreza y desigualdad. En los últimos años, hemos visto cómo algunos países han experimentado cambios drásticos en sus gobiernos, pasando del neocomunismo al neoliberalismo, y viceversa. Pero, en este juego del péndulo, entre vaivenes ideológicos:¿Quién pierde y quién gana?

    Dos casos en Latinoamérica: Argentina y México

    En Argentina, el partido político “La Libertad Avanza” (LLA), considerado de extrema derecha (neoliberal), acaba de ganar la presidencia de la república en 2023, con el apoyo de alrededor del 40% de los votantes. Este cambio fue impulsado por el hartazgo del pueblo hacia los gobiernos de extrema izquierda, que habían gobernado el país desde 2003, con breves interrupciones. El candidato de LLA, Javier Gerardo Milei, prometió un cambio radical, basado en la libertad, el mercado, el recorte del gasto público y la apertura al mundo.

    Milei ha prometido la implementación de políticas de corte neoliberal, como la eliminación de impuestos, la reducción del déficit fiscal, la privatización de empresas públicas, la adaptación laboral, la apertura comercial, entre otras. Estas políticas han sido aplaudidas por algunos sectores, que las ven como una forma de estimular el crecimiento, de atraer inversiones y de generar empleo. Sin embargo, también han sido cuestionadas por otros sectores, que las ven como una forma de aumentar la desigualdad, de debilitar el estado y de vulnerar los derechos.

    En México, el partido político “Movimiento de Regeneración Nacional” (MORENA), considerado de extrema izquierda (neocomunista), ganó la presidencia de la república en 2018, con el apoyo de alrededor del 50% de los votantes. Este cambio fue impulsado por el descontento del pueblo hacia los partidos de derecha y la corrupción del PRI, que habían gobernado el país durante casi 90 años, con breves interrupciones. El candidato de “MORENA”, Andrés Manuel López Obrador (de extracción priista), prometió una transformación histórica, basada en la honestidad, la austeridad, el combate a la pobreza y la defensa de la soberanía nacional.

    López Obrador ha implementado políticas de corte neocomunista, como la creación de programas sociales con tintes políticos, la cancelación, transformación o renombramiento de instituciones y proyectos de infraestructura queriendo borrar todo rastro de gobiernos anteriores, la intervención de empresas privadas, la confrontación con organismos internacionales, entre otras. Estas políticas han sido aplaudidas por algunos sectores, que las ven como una forma de redistribuir la riqueza, de defender la soberanía y de combatir la corrupción. Sin embargo, también han sido criticadas por otros sectores, que las ven como una forma de despilfarrar los recursos, de aislar al país y de concentrar el poder en una persona.

    El hartazgo como motor del cambio

    Uno de los factores que impulsa estos cambios políticos es el hartazgo de los ciudadanos hacia los partidos y los líderes que han gobernado sus países. Este hartazgo se debe a diversos motivos, como la corrupción, la ineficiencia, la violación de los derechos humanos, las crisis económica, la falta de oportunidades, la inseguridad, la polarización y el autoritarismo.

    En ambos casos, el de Argentina y el de México, los partidos se formaron recientemente. Aprovecharon el hartazgo del pueblo para conseguir el cambio de gobierno. Los ciudadanos, cansados de las políticas y prácticas de los partidos en el poder, buscaron una alternativa. Pero, los saltos de un extremo al otro en el espectro político no son la solución. Estos cambios siempre tienen consecuencias en materias como la económica, la social, de seguridad, de salud, de educación, de cultura, de medio ambiente, en las relaciones internacionales, entre otras. Se manifiesta la falta de consenso y de proyectos de largo plazo, que generan desigualdad, inestabilidad e incertidumbre.

    Entonces, en general, ambas ideologías son dos caras de la misma moneda.

    A primera vista, la extrema izquierda y la extrema derecha pueden parecer polos opuestos, sin embargo, una ideología y la otra comparten características similares. Ambas:

    Son egoístas, sólo ven por los intereses personales de sus respectivos líderes y seguidores y obligan a una obediencia ciega.

    Son autoritarias, sólo respetan la democracia cuando les conviene y la violan cuando les estorba.

    Son populistas, prometen lo que no pueden cumplir y manipulan a las masas con discursos emotivos y simplistas.

    En campaña proponen bajar impuestos, pero ya en el poder hacen lo contrario.

    Consideran a todo el que no esté alineado como un adversario.

    Buscan a un enemigo contra al que luchar.

    Aman la libertad de expresión, hasta que es usada en su contra, entonces, la reprimen.

    No sirven para que el pueblo progrese.

    Utilizan el miedo colectivo a la pobreza para llegar al poder o mantenerse en él.

    En campaña dan a entender que, al momento de llegar al poder, de manera instantánea todo se resolverá, ya en el poder, lo niegan. Como dice el dicho, tú niega que estuviste en la fiesta, aunque tengas el calzón lleno de confeti.

    Piden “carro completo” para poder hacer todo sin contrapesos, sin negociar con los adversarios políticos, y si no logran lo utilizan para justificar sus fracasos.

    Utilizan el aparato judicial para atacar a adversarios y, cuando no les favorece, atacan al poder judicial y lo amenazan.

    Atacan a las organizaciones sociales y las tildan de marrulleros, extorsionadores políticos y adversarios cuando sus opiniones van en su contra o se movilizan para exigir que se cumplan las promesas de campaña.

    En la oposición son rabiosos criticones, ya en el poder son intolerantes a la crítica, evasivos a la autocrítica, con total desfachatez se hacen los graciosos al responder a las preguntas expresas de su incongruencia.

    Todas las alianzas son buenas cuando les convienen. Cuando no les convienen, atacan los adversarios hasta que se alinean con ellos, los purifican con su manto transformador.

    Van moldeando la ideología según los intereses del momento, para que, lo que antes criticaban ahora lo puedan hacer con total desfachatez y cinismo.

    Siempre tienen otros datos, su propios datos.

    Así las cosas, en el vaivén político, cabe preguntarnos:

    El columpio político entre la extrema izquierda y la extrema derecha se ha convertido en un espectáculo circense.

    ¿Qué motivos ocultos hay detrás de estos cambios? ¿Quién gana y quién pierde con estos cambios políticos? ¿Qué consecuencias tienen para el desarrollo y el bienestar de los pueblos? ¿Qué beneficios y qué riesgos tienen para el desarrollo y el bienestar de los pueblos? ¿Qué alternativas hay frente a estos extremos?

    Las respuestas no son sencillas. Menos cuando los gobiernos crean carencia y necesidades en el pueblo y luego las “satisfacen” con migajas, para mantener controlados a los individuos.

    Desigualdades que empobrecen

    La desigualdad social es un problema que afecta a todas las naciones del mundo. Ambas ideologías fallan al abordar el problema de la desigualdad. Mientras que los neoliberales justifican la desigualdad como algo natural, los neocomunistas proponen evitarla a través de la intervención estatal.

    Si bien, la desigualdad es natural, en cuanto a la diferencia de capacidades, físicas y mentales entre los seres humanos, la desigualdad social, es inaceptable, la debemos rechazar y combatir, pues es injusta y dañina. La desigualdad social va de la mano de la desigualdad natural, ya que se basa en el aprovechamiento de unos sobre otros, en la explotación de los más débiles por los más fuertes.

    Ambos bandos ignoran deliberadamente la realidad de la desigualdad, que es un problema grave y complejo y requiere de soluciones integrales y sostenibles. Ni los neocomunistas, ni los neoliberales, toman acciones contundentes para evitar la desigualdad social, que es la que realmente afecta a las comunidades, ambas ideologías no sirven para que el pueblo progrese.

    Ambas ideologías empobrecen de diferente manera al pueblo.

    Los neocomunistas lo empobrecen materialmente al querer controlar completamente toda la producción del país, al restringir la libertad económica y al generar inflación y escasez.

    Los neoliberales lo empobrecen socialmente, al privatizar completamente todo, al reducir la protección social y al generar desempleo y exclusión.

    Igualdad para el bienestar común

    Se debe gobernar con igualdad, tanto para los sectores de pocos recursos como para los sectores que tienen más recursos. La polarización política no es la solución. La solución es gobernar con igualdad y justicia para todos los ciudadanos, dar a cada uno lo que se merece, sin importar su ideología política.

    Con igualdad de oportunidades, igualdad en la justicia, igualdad en la educación, igualdad en los servicios de salud.

    Los ciudadanos merecemos un gobierno que promueva verdaderamente, la igualdad, la libertad, la unión nacional y el progreso. Es hora de que el pueblo exija un gobierno de igualdad. Un gobierno que no quite más a unos que a otros, ni dé más a unos que a otros. Un gobierno que realmente sirva al bienestar de la sociedad en su conjunto. Un gobierno que exista no sólo en el imaginario, en los libros que escriben los políticos, como en el libro “La Utopía” de Tomás Moro, sino en la realidad.

    El camino del medio: ¿Una opción viable?

    Frente a estos extremos, ¿qué opciones hay? ¿Hay un camino del medio, que sea más equilibrado, más razonable, más humano? ¿Hay una tercera vía, que sea más democrática, más participativa, más inclusiva? ¿Hay una alternativa, que sea más eficiente, más transparente, más responsable? ¿Hay una opción que exija criterios y conocimientos específicos para ser elegido, sin populismo?

    La respuesta es sí, hay opciones. Hay opciones que se basan en el respeto a la diversidad, en el diálogo entre los diferentes, en la búsqueda del bien común. Hay opciones que se basan en el fortalecimiento de las instituciones, en el control de los poderes, en la rendición de cuentas. Hay opciones que se basan en el desarrollo sostenible, en el cuidado del medio ambiente, en la cooperación internacional.

    Estas opciones no son perfectas, ni fáciles, ni mágicas. Requieren de compromiso, de trabajo, de educación. Requieren de una ciudadanía activa, informada y crítica. Requieren de una visión de futuro, de una voluntad de cambio. Estas opciones existen, y están al alcance de todos. Depende de nosotros elegirlas, impulsarlas y defenderlas. Depende de nosotros romper el péndulo político, que nos lleva de un extremo a otro, sin solucionar nada. Depende de nosotros construir un camino del medio, que nos lleve a un destino mejor.

    El pueblo no tiene al Gobierno que merece, sino al que permite.

    En resumen:

    El extremismo político: Son la misma gata, pero revolcada. Como dirían en el mundo ganadero, las heces del burro y las heces de la mula no son tan diferentes, al final de cuentas ambas son mierda.

    La Alternativa: Hay una tercera opción, que no es fácil ni mágica. Necesita de la participación, compromiso y responsabilidad social de la ciudadanía.

    PD. Los hijos del papá, pero no de la canaca, sino de la chingada: El neocomunismo, neoliberalismo, neonazismo, neofascismo entre otras neotendencias, tienen sus orígenes en las viejas ideologías retrógradas de siglos pasados. En todas esas doctrinas políticas, Dios está hecho a imagen y semejanza de sus líderes, ellos están por encima de cualquier divinidad.

    Spoiler: En la siguiente entrega, un debate entre publicar: “El Quijote de Macuspana, en algún lugar de Tabasco” y “La legitimidad política en los likes, menciones en redes sociales y medios tradicionales”.

    ¿Quién ganará y se publicará primero?

    Aly Corany Abdallah
    Aly Corany Abdallah

    Liberal, apartidista, socialdemócrata.
    Licenciado en Desarrollo y Gestión Empresarial. Licenciado en Derecho (en proceso de titulación). TSU en Comercialización Inmobiliaria. Se desempeña como Asesor Profesional Inmobiliario y Asesor Profesional en Seguros.


    Las opiniones expresadas por los columnistas en la sección Plumas, así como los comentarios de los lectores, son responsabilidad de quien los expresa y no reflejan, necesariamente, la opinión de esta casa editorial.

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