Cada 5 de mayo se conmemora en México la Batalla de Puebla, un episodio histórico que, aunque no definió el curso final de la intervención francesa en nuestro país, representa uno de los momentos más simbólicos del espíritu mexicano: el coraje frente a lo imposible. En 1862, un ejército mal armado, compuesto en su mayoría por campesinos y liderado por el general Ignacio Zaragoza, logró derrotar a las tropas francesas, consideradas en ese entonces como las más poderosas del mundo. Esta victoria fue más que un simple enfrentamiento militar; fue una declaración contundente de la determinación de México por mantener su soberanía.
Hoy, más de 160 años después, esa batalla sigue teniendo resonancia. Y es que, aunque el contexto haya cambiado, México continúa enfrentando desafíos que ponen a prueba su autonomía y su dignidad como nación. La soberanía ya no se defiende solo en los campos de batalla, sino en otros frentes: en las decisiones económicas que se toman, en la protección de los recursos naturales, en el control de nuestras fronteras, y en la forma en que nos posicionamos frente a las potencias extranjeras. En tiempos de globalización, migración, presiones comerciales y geopolíticas, el país sigue batallando por no ceder ante intereses que comprometan su independencia.
Es paradójico, sin embargo, que esta fecha, que representa una gesta de resistencia nacional, tenga hoy más eco en los Estados Unidos que en nuestro propio país. El “Cinco de Mayo” es celebrado con entusiasmo en muchas ciudades estadounidenses, especialmente en aquellas con grandes comunidades mexicanas. Para millones de connacionales que viven del otro lado de la frontera, esta conmemoración es una forma de afirmar su identidad, de conectar con sus raíces y de reivindicar su origen frente a una sociedad que muchas veces los margina.
En México, por el contrario, la fecha no siempre se celebra con el mismo fervor. Fuera de Puebla, donde la batalla tuvo lugar, el 5 de mayo a menudo pasa desapercibido o se reduce a un día de descanso escolar o administrativo. Esto no solo es injusto con la historia, sino que también nos aleja del sentido profundo de la fecha. No se trata simplemente de recordar una victoria militar, sino de honrar el espíritu de resistencia, la capacidad de unirnos como nación ante la adversidad y la defensa inquebrantable de nuestra libertad.
Por eso, es necesario resignificar esta fecha y recordarnos que las batallas por la soberanía no pertenecen solo al pasado. En un mundo en constante transformación, México tiene que seguir luchando por su autodeterminación, no como un acto de nacionalismo vacío, sino como una expresión viva de justicia, de dignidad y de respeto a nuestro pueblo.
Hoy más que nunca, debemos vivir con la frente en alto, con la autoestima elevada y el orgullo intacto. La historia de la Batalla de Puebla nos demuestra que, cuando el pueblo mexicano se une y defiende lo suyo, no hay imperio ni fuerza extranjera que pueda doblegarlo. Somos herederos de esa valentía y de esa dignidad, y tenemos la responsabilidad de hacerlas valer en cada ámbito de nuestra vida como ciudadanos.
Porque más allá del 5 de mayo como una fecha en el calendario, su significado nos recuerda algo esencial: que la verdadera soberanía no solo se conquista, se defiende todos los días. Y que mientras vivamos con conciencia de nuestra historia y orgullo por nuestro origen, ninguna batalla estará perdida. Gracias por leer, yo soy Daniela Gonzalez Lara.

Daniela González Lara
Abogada y Dra. en Administración Pública, especializada en litigio, educación y asesoría legislativa. Experiencia como Directora de Educación y Coordinadora Jurídica en gobierno municipal.