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    enero 23, 2025 | 16:58

    DESDE EL PARALELO MAGNÍFICO | El llanto de un arquitecto (11-2)

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    <<El llanto de un arquitecto (11-1)

    Visualicen ustedes este panorama: un grupo de mortales llegando a un horizonte desértico, seco, helado y carente del bullicio característico de cualquier ciudad, teniendo que enfrentar regularmente vientos intensos y ocasionalmente despiadados, sin garantía en lo absoluto de poder encontrar el equivalente de un oasis sahariano. Un horizonte sin pájaros, gobernadora o autos, con un aire que enferma y mata al inhalarlo, con un frío igualmente aniquilante.

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    Simultáneamente, por el contrario, presente dentro de cada uno de esos temerarios mortales una fascinación por la aventura, por la honrosa experiencia de entrar por primera vez en contacto físico con un planeta que no es el natal, por la inminencia de arroparse en lo auténticamente desconocido.

    Mortales quienes, no obstante, son conscientes de su fragilidad y vulnerabilidad en un mundo nuevo, pero que despliegan con alegría e ímpetu sus mejores talentos como especialistas seleccionados por la especie como dignos embajadores en los vastos territorios del sistema solar.

    Este es el panorama que describe el pensar y sentir del primer grupo de hombres y mujeres en poner pie en Marte en 2028, y Walexander Bright aunaba a toda esta amalgama emotiva la contundencia de su talento como arquitecto e ingeniero —el primero de su gremio en este planeta— y el gran amor que profesaba a distancia por su querida Flore Michelle, la arquitecta norteamericana de origen japonés con quien estableció una sólida relación en la Tierra semanas antes de la convocatoria para venir a Marte.

    Las actividades de Bright aquí iniciaron inmediatamente, prácticamente desde su descenso del Big Falcon Rocket (BFR). Sin perder tiempo, el diligente especialista en estructuras se enfocó en instalar lo más pronto posible el hábitat autodesplegable para ambientes extremos —variación del original SHEE— que, en conjunto con el BFR mismo, serían nuestros primeros y muy compactos hogares “temporales” sobre la superficie marciana.

    Walexander trabajaba con ahínco y maestría en cada nuevo soporte instalado, pánel acoplado y abrazadera reforzada en lo que ya emergía a la vista de todos: el bosquejo estructural de la primera sección de la Estación Antoniadi, con apego a su diseño original como arquitecto e ingeniero estructural. Fue en esta misma ocasión cuando activamos por primera vez a los dos robots bípedos ATLAS-M que el Consejo y SpaceX hicieron llegar al planeta rojo meses antes de nuestro arribo.

    Los ATLAS-M, nombrados por la colonia “Otelo” y “Rigoletto” (recordando a las dos grandes óperas verdianas), resultaron ser dos androides de apoyo valiosísimos en todas las tareas de construcción, edificación, prueba e incluso exploración en Marte.

    Siendo las versiones ATLAS más avanzadas de Boston Dynamics, Otelo y Rigoletto son percibidos casi como dos humanos más; dos máquinas de 1.75 m de estatura capaces de caminar, correr, levantar grandes pesos, realizar tareas manuales finas, levantarse por sí mismos, expresar sonidos, responder todo tipo de preguntas y establecer diálogos elementales con humanos.

    Walexander Bright, como un auténtico director de orquesta, conducía los esfuerzos coordinados de humanos y robots, pues todos veníamos entrenados en labores de construcción y edificación al llegar aquí, dispuestos a establecer los primeros hábitats y cumplir las funciones de exploración e investigación específicas que se nos habían asignado en nuestros respectivos campos.

    Durante todo este período inicial, Bright mantuvo lo que hoy reconocemos como la relación sentimental a distancia más remota y duradera registrada en la historia, pues entre 2028 y 2032, el nexo amoroso entre él y la arquitecta Flore M. Teshima estuvo basado en una permanente comunicación Marte-Tierra y en un extraordinario sentido de fidelidad mutua. Los lazos se fortalecieron.

    En la Tierra, la relación Bright-Teshima fue seguida muy de cerca por todos los medios de comunicación, quienes en 2032 hicieron pública la gran noticia: Flore viajaría a Marte a reunirse con su prometido, a casarse con él e incorporarse como profesional en el campo de la arquitectura planetaria en el mundo de los fuertes vientos.

    Así, la llegada de la generación del 32 fue motivo de una celebración especial por parte de todos nosotros, pues reuniría a dos seres humanos después de cuatro años de ausencia separados por el vacío de los espacios interplanetarios. Flore llegó al planeta rojo y pronto contrajo nupcias con Walexander, siendo el de ellos el segundo matrimonio entre seres humanos celebrado en este planeta, después del de Daitana Turín y Robercht van der Blad.

    Como su marido, la arquitecta Teshima pronto se incorporó a las actividades de construcción y edificación en Marte, las que llevaron, entre otros logros, a la compleción de la planta principal de la Estación Antoniadi, que se establece como tal a finales de 2032.

    La tragedia ocurrió de noche, cuando casi todos dormíamos. Afuera, una de las más intensas tormentas de arena registradas azotaba una amplia zona del hemisferio norte de Marte. Las banderas del Dr. Barnard habían sido desprendidas y arrastradas ya por los intensos vientos.

    El sistema central de cámaras y monitoreo de la Antoniadi repentinamente registró la voz del robot Otelo repitiendo “Hay peligro aquí, hay peligro aquí”, para enseguida apagarse por completo después de un estruendoso ruido. La pequeña y primera casa de ladrillos comprimidos construída por Bright en Marte había colapsado. Dentro de ella dormían Walexander, Flore y Otelo, a quien Bright programaba para sus labores la mañana siguiente.

    Después del accidente Otelo cayó en el equivalente de un estado de coma por más de un mes, pues varios ladrillos golpearon su cabeza dañando su computadora central. El robot, preprogramado para situaciones de peligro como esa, trató de proteger a Flore y Walexander cubriendo parcialmente sus cabezas y torsos, pero esto no evitó que varios ladrillos cayeran con toda su fuerza y fracturaran piernas y brazos de la pareja. Flore fue la más afectada y sufrió una fuerte hemorragia que el Dr. Barnard controló rápidamente en la arquitecta, momentáneamente inconsciente.

    Marte escuchó entonces el desgarrador llanto de Walexander Bright, quien se lamentaba profundamente del accidente al haber decidido dormir bajo el techo de un hábitat experimental que fuera exitoso en un tornado en Missouri, sí, pero que había sucumbido a las furias de los vientos marcianos, hiriendo severamente a su esposa.

    La valiente arquitecta utiliza desde aquel fatídico día un bastón de apoyo y está imposibilitada para realizar por propio pie labores de exploración (a menos que un robot Handle-M la cargue y desplace), pues la fractura de su pierna no sanó del todo bien a pesar de los meticulosos cuidados del Dr. Barnard.

    Su completa recuperación requeriría una cirugía formal y especializada en la Tierra, pero Teshima no ha querido regresar al planeta azul, sobre todo después de su embarazo y el nacimiento de su hijo, el segundo ser humano traído a la vida en Marte. Ella sigue tan activa y optimista a pesar de las limitaciones y molestias que su pierna le imponen.

    Por su parte, Walexander corrigió los errores estructurales de su casa de ladrillos comprimidos, los que discutió extensamente con Flore como especialista, y hoy después de algunos años tales hábitats han probado resistir las embestidas de los vientos marcianos y proporcionar a los colonos una vivienda segura y confortable. Las estructuras de Bright son confiables y estéticamente hermosas.

    Además, los proyectos de edificación de hábitats en otras estaciones y bases marcianas han sido todo un éxito gracias al liderazgo de quien fuera de niño un campeón del Jenga en Missouri. Bright fue también responsable de implementar los primeros trabajos de edificación basados en impresión 3D con el apoyo de robots, técnicas que adquirió y dominó en la Tierra.

    nullPero así como hace años, aún hoy puedo ver una lágrima correr por el rostro del gran Walexander Bright, mientras observa a Flore Michelle a la distancia caminar por la Antoniadi con su bastón.

    En la imagen, el modelo a escala de la hipotética nave ParMagnif V por los astrónomos del Parallelus Magnificus de UTEP, obsequio recibido en Marte en 2032 como reconocimiento a los pioneros de la construcción de los primeros hábitats humanos en este planeta del óxido de hierro.

    Hector Noriega
    Héctor Noriega Mendoza

    Ponente. Investigador.

    Maestría en Astronomía (UNAM | NMSU) y Doctor en Astronomía por la Universidad Complutense de Madrid (UCM)

    Fundador de la Sociedad Astronómica Juarense, Cofundador del Proyecto Abel, Miembro de la Sociedad Mexicana para la Divulgación de la Ciencia y la Técnica, Miembro de la American Astronomical Society y Profesor de tiempo completo de Astronomía en UTEP.

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