En el cruce de caminos que es Chihuahua, confluyen las historias de miles de personas migrantes y deportadas que buscan esperanza y un futuro digno. Es indispensable recordar que, más allá de su condición migratoria, son seres humanos con derechos.
La migración, una constante en la historia, refleja la lucha por una vida mejor. Quienes transitan por Chihuahua enfrentan peligros que ponen en riesgo su integridad. Como sociedad, debemos responder con humanismo, priorizando los derechos humanos y la dignidad de cada persona.
Chihuahua no es solo un lugar de tránsito; es un espacio de encuentro y solidaridad. Las personas migrantes no son estadísticas; son madres, padres, hijas e hijos con historias de sacrificio y sueños. Nuestro deber es generar condiciones que les brinden protección y amparo.
Para ello, se deben implementar políticas públicas que garanticen la seguridad y el bienestar de los migrantes, demostrando que es posible atender este desafío sin comprometer la seguridad de los ciudadanos. Es importante recordar que la migración es un tema de competencia federal, por lo que la coordinación entre los distintos órdenes de gobierno es fundamental para lograr una respuesta integral y efectiva.
Chihuahua está trazando un camino que otros estados podrían seguir, basado en un equilibrio entre humanidad y responsabilidad. Sin embargo, es crucial que estas políticas se implementen con transparencia y eficiencia, y que se evalúen sus resultados de forma constante.
Proteger los derechos de las personas migrantes es un acto de justicia y un reflejo de nuestros valores como comunidad. Debemos tratarlas con consideración y sin prejuicios, ofreciendo apoyo que marque la diferencia entre la desesperación y la esperanza. La respuesta a este desafío requiere la participación de toda la sociedad.
Chihuahua puede ser un faro de dignidad y humanidad. Es responsabilidad de todos crear un entorno donde las personas migrantes sean vistas como seres humanos con derechos. Al hacerlo, honramos su dignidad y fortalecemos nuestra identidad como un pueblo solidario.
Las personas migrantes nos recuerdan que la humanidad no tiene fronteras. Que Chihuahua sea un ejemplo de cómo construir puentes de esperanza y dignidad.

Georgina Bujanda
Licenciada en Derecho por la UACH y Maestra en Políticas Públicas, especialista en seguridad pública con experiencia en cargos legislativos y administrativos clave a nivel estatal y federal. Catedrática universitaria y experta en profesionalización policial.
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