La famosa frase española “a todos podemos engañar, menos a nuestra conciencia” nos indica claramente el rumbo que debemos tomar en este año Nuevo 2020, en todos los actos de nuestra vida en familia, con los amigos y en general con la sociedad misma donde vivimos y ejercemos nuestras actividades cotidianas. Desde luego si queremos mejorar en nuestro entorno, habrá que hacer un análisis de conciencia personal.
Más que nunca, México nos necesita unidos para lograr una sociedad valiosa por su conciencia moral y hacer caso a la voz interior que nos obliga a actuar de una forma y también nos dice si son correctas o no nuestras acciones. Nos da capacidad de juzgar no solo nuestras acciones, sino también las demás como buenas o malas.
De ahí partimos para conocernos interiormente y valorar lo que hemos aprendido en base a la experiencia. Para poner en práctica lo que consideramos valioso de acuerdo a nuestros principios morales, pues nuestra mente está adecuada de acuerdo a nuestra educación y trasfondo cultural. Los mexicanos tenemos varias características que nos distingue de las demás nacionalidades, como el amor a la familia.
Por ello antes de enjuiciar a los demás, les invito a reflexionar sobre lo que aportamos como personas, que deseamos un país que supere la violencia en todos los géneros. La violencia es el principal problema que tenemos y se manifiesta desde la dura manera de criticar al prójimo, sobre todo en las redes sociales que ha originado hasta suicidios. La juventud necesita buen ejemplo y actitud madura en lo que ya está fincado moral y éticamente.
Para ser justos debemos entender lo que son los principios morales y verificar si los conocemos y aplicamos y uno muy valioso es la ética. La ética universalmente aceptada como tal, nos ordena no mentir, amar al prójimo y respetar la vida; entre otros más. Pero con estos ejemplos es suficiente para alcanzar el desarrollo social que queremos y lograr la felicidad. Además este principio se puede apreciar en la mayoría de las religiones y doctrinas.
¿Se imaginan una sociedad sin mentiras, todo lo que podemos lograr?. Si no mentimos podemos ser transparentes y la transparencia nos regala salud mental y espiritual. Ejercer cualquier oficio o profesión con honestidad nos dará mayor satisfacción y reconocimiento social y personal. Las mentiras son el producto de una vida deshonesta y falsa, que produce desconfianza, infidelidad y pérdidas en todos los aspectos.
Otro ejemplo muy difícil de aplicar es amar al prójimo. El amor no tiene límites y lo encontramos en un abrazo sincero, en un beso en la mejilla o en los labios, en el silencio apático, en la aceptación, en la tolerancia, paciencia y prudencia. Podemos amar de las diferentes maneras que nos indican la razón y el corazón. Amar implica incluso, separarnos de todo lo que nos causa daño, sin resentimiento y por el bienestar común. Si sabemos amar difícilmente causaremos daño a los demás.
El perdón es una manera de amar sin distinción. Es el mejor regalo personal para dejar de lado el resentimiento y el remordimiento. Es sanación interior y externamente causa mucho bienestar sobre todo en las familias, parientes y amigos. La humildad se mide en el perdón y quien no perdona se aleja de sí mismo, pues el rencor produce malestar, estrés y enfermedades mentales. Por eso tenemos tanta injusticia.
Respetar la vida es un principio ético universal sin precedentes. Absolutamente nadie tiene derecho a privar de la vida a un ser humano. Es inobjetable y como tal debe ser aplicado en todo el mundo. Como consecuencia de la soberbia, altanería y prepotencia, existen leyes que permiten matar de diferentes maneras. La injusticia viene a sustituir a la justicia por la debilidad y corrupción en el poder que estanca su aplicabilidad.
Así podemos comenzar un año nuevo, bajo nuevas premisas y retomando los principios establecidos durante siglos y que siguen estando por encima de las modas y prejuicios. Decir la verdad es ser elocuente y congruente cuando criticamos las falsas noticias, cuando somos leales y solidarios. Ser generosos, no desear el mal a nadie y respetar los bienes ajenos. Ser mejor cada día.
La ética nos ayuda a discernir entre el bien y el mal. La moral nos ayuda a ser parte de una sociedad de buenas costumbres. La ética produce el respeto hacia los demás, el cumplimiento de compromisos adquiridos y responder de nuestras acciones, con empatía para sentir afectividad y entender a otro ser humano bajo las mismas circunstancias, siendo justos y generosos. No hagamos a los demás, lo que no queremos que nos hagan a nosotros.
Abogado especialista en Gestión de Conflictos y Mediación.
Las opiniones expresadas por los columnistas en la sección Plumas, así como los comentarios de los lectores, son responsabilidad de quien los expresa y no reflejan, necesariamente, la opinión de esta casa editorial.
