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    diciembre 7, 2024 | 22:43

    “Me soltaron porque soy colombiana”: migrante en El Paso, Texas

    Publicado el

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    El aún vigente Título 42 y la prohibición de entrada por la frontera sur a venezolanos, nicaraguenses, cubanos y haitianos han provocado la separación de familias y parejas de diferentes nacionalidades, que no tienen claro cuándo se volverán a reunir. 
    Estados Unidos (VOA) –La extensión por parte del gobierno de Estados Unidos del Título 42, una regla de salud pública que permite expulsar a México a los migrantes que llegan a la frontera sur, ha provocado la separación de cientos de familias de diferentes nacionalidades.Las colombianas Katerine Peña y Ana Milena Sánchez fueron separadas de sus esposos venezolanos al cruzar desde Juárez hasta la ciudad de El Paso, en Texas, donde ha llegado una cantidad sin precendentes de migrantes.Peña y su esposo lograron cruzar sin ser detectados por la patrulla fronteriza. Fueron separados el 3 de enero durante una de las redadas masivas en las que fueron atrapados decenas de migrantes indocumentados.

    “A mí me soltaron porque soy colombiana y estoy en estado de embarazo, pero mi esposo fue devuelto a Sonora junto con muchas personas”, contó la joven colombiana a la Voz de América desde un campamento improvisado en los alrededores de la iglesia Sagrado Corazón, en el centro de El Paso.

    El templo se ha convertido en un refugio para personas que cruzan de manera irregular la frontera. La ciudad, donde antes se podían ver migrantes casi en cada calle, quedó vacía tras múltiples operaciones de la patrulla fronteriza y la policía. El Sagrado Corazón actúa como una suerte de santuario para quienes están en el “limbo” porque aunque ya están en EEUU, no califican para ser admitidos legalmente.

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    Desde allí Peña espera por su esposo juntos a decenas de hombres, mujeres y niños que se resguardan como pueden del frío invierno, sin dejar las calles adyacentes a la iglesia por miedo a que los expulsen a México.

    “El camino no es fácil, una vez nos subimos en tren, tuvimos caídas, hemos entrado y nos han devuelto a México varias veces. Yo estuve 10 días en la selva, tres sin comer, pero con el favor de Dios, ya estamos aquí”, recordó la colombiana.

    Para la joven embarazada y muchos de sus compañeros en el refugio, regresar a México es una opción que no se plantean. “A mi esposo y a mí nos secuestraron tres veces. Hay mucha violencia”, denunció Peña.

    “Lo que más yo pido es por mi esposo, que le den el permiso, que nos dejen avanzar, que no los agarre Inmigración porque más de uno está aquí por un futuro para su familia, porque tiene niños pequeños o porque simplemente quieren salir de una situación mala porque que no pueden sobrevivir en su país”, aseguró.

    Ya EEUU había recibido críticas por separar a familias, entre ellos niños pequeños de sus padres.

    La cara humana de la crisis

    La Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (CPB, por sus siglas en inglés) reportó un récord de más 2,7 millones de intercepciones en las fronteras de EEUU durante el año fiscal 2022, que terminó en septiembre pasado. La frontera sur registró 2,3 millones de ese total. Los migrantes venezolanos, nicaragüenses y cubanos fueron los que más aportaron a ese conteo.

    Los números siguieron subiendo en meses posteriores. El Paso, uno de los cruces más transitados, tuvo que declarar estado de emergencia. El fin anunciado del Título 42 atrajo a multitudes de migrantes que esperaban un levantamiento de la medida, que nunca llegó.

    El Título 42 ha sido utilizado para unas 2,5 millones de expulsiones desde su puesta en marcha en marzo de 2020, según datos del CBP.

    Ante esta situación, la administración Biden puso en marcha en octubre un programa de “parole humanitario” para venezolanos -que luego extendió a nacionales de Nicaragua, Cuba y Haití- que combina la concesión de una cuota de permisos con más duras consecuencias en caso de entrar de manera irregular por la frontera.

    Según la Casa Blanca, las intercepciones en la frontera sur han disminuido un 70 % desde mediados de diciembre.

    Sin embargo, los migrantes se las siguen arreglando para entrar a El Paso. En la iglesia del Sagrado Corazón, el párroco Rafael García asegura que en las últimas dos semanas han recibido a decenas de venezolanos, que son un 95 % del más de centenar de personas reunidas en los alrededores del templo.

    “Este flujo de ahora de Venezuela es único. Yo creo que son personas que venían pensando que el Título 42 se iba a quitar para pedir asilo y ahora están en una situación muy rara porque no pueden pedir asilo, y obviamente no los van a devolver a su país, los de Venezuela en particular”, indicó a la VOA García, un sacerdote de origen cubano que primero llegó a El Paso en 1994 y luego regresó en dos ocasiones más.

    El religioso explicó que muchas de las personas a las que ayudan son “profesionales, algunos vienen con sus niños, han pasado el peligroso Tapón del Darién, en México han sufrido hasta secuestros. ¿Qué va a pasar con ellos?”, preguntó.

    “Necesito a mi esposo aquí, conmigo”

    Desde el refugio de la organización Rescue Mission of El Paso, la colombiana Ana Milena Sánchez espera reunirse con su esposo, de quien se separó al llegar a uno de los puntos fronterizos de la ciudad.

    “Vengo desde Colombia, atravesando la selva, duré tres meses para llegar acá, el 30 de diciembre. No sabía que estaba embarazada cuando me vine de allá. Para mí es complicado ahora”, aseguró Sánchez, quien contó además que a pesar de enseñar pruebas de que estaban casados, enviaron a su esposo a la localidad mexicana de Matamoros. “Nos entregamos los dos, pero no pasamos”.

    Entre los migrantes reina la desinformación y muchos no cuentan con los medios para mantenerse al tanto de los cambios en la leyes. Sánchez indicó que “solo hace poquito pudimos contactar” y así tener noticias de su pareja, quien según afirma, está buscando ayuda para poder reunirse con ella.

    “Ojalá Diosito me lo pueda hacer cruzar para acá porque yo lo necesito como un apoyo para mí en estos momentos”, dijo mientras se acariciaba la panza de embarazada.

    En su misma situación, Katerine Peña lamentó no tener claro cuando podrá volver a ver a su esposo. “No venimos a hacer daño, venimos porque queremos una mejor vida”, insistió, mientras envió un mensaje al presidente Biden, quien visitó El Paso este domingo en un breve viaje que no incluyó el refugio de El Sagrado Corazón.

    “Le pediría que quite el Título 42. Hay quienes dicen que todos los migrantes vienen a robar. Eso es mentira, no todos vienen a robar, a matar. Como hay personas buenas, hay personas malas, pero yo digo que los buenos somos más”, enfatizó.

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