Desde su regreso a la Casa Blanca el pasado 20 de enero, el presidente estadounidense Donald Trump ha puesto en marcha una amplia guerra arancelaria.
Ciudad de México (ADN/Staff) .- Esta estrategia busca reestablecer una balanza comercial positiva para Estados Unidos y proteger la industria nacional. México, como principal socio comercial de EE.UU., ha sido uno de los países más afectados por estas medidas. Los gravámenes impuestos desde Washington han impactado productos clave como el acero, los automóviles y los jitomates.
A partir del 1 de agosto, se prevé que los aranceles para las importaciones que no cumplan con las reglas del Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC) aumenten del 25% al 30%, si se concretan las amenazas de la Administración republicana. Esta situación se suma a un contexto más amplio de decisiones de la Casa Blanca, que incluye un endurecimiento de la política antimigratoria y acusaciones contra asociaciones bancarias mexicanas supuestamente vinculadas a cárteles de drogas.
La presidenta de México, Claudia Sheinbaum, ha sido elogiada tanto a nivel nacional como internacional por su enfoque diplomático ante esta crisis. Sin embargo, la creciente presión de la Casa Blanca ha monopolizado gran parte de su agenda mediática. En este contexto, algunos analistas han comenzado a cuestionar la efectividad de la estrategia actual del gobierno mexicano, sugiriendo que la docilidad y el diálogo no han sido suficientes para disuadir a EE.UU. de sus constantes embates.
Entre las voces críticas se encuentra el periodista Jorge Zepeda Patterson, quien ha instado al gobierno a acelerar un “Plan B” que fortalezca el mercado interno y diversifique los socios comerciales de México. Zepeda argumenta que es crucial encontrar una base de exportaciones más sólida para resistir las fluctuaciones de las políticas comerciales estadounidenses.
El internacionalista Harim Gutiérrez también ha señalado que, a pesar de las concesiones del gobierno mexicano, como el envío de elementos de la Guardia Nacional a la frontera y la extradición de capos de la droga, las agresiones de EE.UU. no han cesado. Gutiérrez advierte que es esencial que México no se convierta en un peón en el conflicto entre EE.UU. y su oposición interna, sugiriendo que el desarrollo de nuevas industrias y la búsqueda de otros mercados son pasos necesarios.
Por su parte, la analista política Ingrid Urgelles ha destacado que la estrategia de la presidenta Sheinbaum de mantener una postura ecuánime y controlada ha reforzado su imagen de liderazgo. Sin embargo, también ha advertido que esta táctica podría limitar la narrativa pública a los conflictos con EE.UU., desviando la atención de otros temas importantes en la agenda nacional. La situación actual plantea un desafío significativo para el gobierno mexicano, que debe equilibrar la defensa de sus intereses con la necesidad de mantener relaciones diplomáticas estables.

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