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    abril 25, 2024 | 20:23

    VOCES LIBRES | Cuauhtémoc, Cuitláhuac…

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    Crónicas del Poder

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     “…La marca del amo…”

       Vaya que en ocasiones los símbolos juegan malas pasadas a los sujetos poderosos en la política. Es ampliamente conocido el hecho de que al presidente AMLO le agrada sobremanera idolatrar declarativamente el pasado prehispánico, los orígenes nativistas que conforman su especie ideológica que esgrime públicamente para sus lecciones magistrales de la “esencia” del México que observa como la auténtica estirpe de la raza de bronce.

       Pues hoy la realidad política de dos de sus gobernadores consentidos le juega una mala broma con los nombres de origen azteca que identifican civilmente a un par de simpatizantes serviles a lo que se autodenomina como la “4T”. El gobernador de Morelos, el famoso y extraordinario exjugador de futbol Cuauhtémoc Blanco, hoy en el ojo del huracán por sus peligrosas y evidentes cercanías con sujetos de la delincuencia organizada, así como el famoso también por las simples razones de sospecha de pavorosa corrupción en el gobierno de Veracruz, Cuitláhuac García, personaje también consentido con arrumaco político respectivo por el tabasqueño que habita en Palacio Nacional.

       Cosas del destino, AMLO entre otras razones, debe sentir afecto simbólico por los nombres de emperadores aztecas de nuestro pasado precolonial, es sabido la riña “personal” que le tiene declarada a la raíz hispánica que constituye nuestra nacionalidad, específicamente el malestar actuado o no, que le provoca la imagen de Hernán Cortés, figura fundacional de México.

       Pues muy a su estilo de fusionar sus expresiones con la realidad, a ambos personajes de históricos nombres, los defiende  con esas raras expresiones en relación a ser “honestos”, “íntegros”, “buenas gentes”, “confiables”. El exjugador estrella del club de fútbol América, tiene un desgobierno que espanta en Morelos, el crimen organizado y no tanto lo ha desbordado con flagrancia, últimamente le han salido fotos comprometedoras con jefes de clanes del narcotráfico y además ha coincidido con las seguramente deliciosas vacaciones al intenso y tropical Brasil.

       Cuitláhuac no tiene ningún atributo extra político que le disminuya su desprestigio creciente. Muy por el contrario, cada vez mas es objeto de observación institucional, en este caso por una Comisión especial de la Cámara de Senadores, las violaciones a derechos humanos en Veracruz empiezan a saltar como chapulines y el asunto del exsecretario técnico de la Jucopo del Senado, cercanísimo de Ricardo Monreal, personaje esquivo a la conversión a “corcholata”, es una papa caliente compleja y peligrosa.

       Denominador común a ambos personajes homónimos de los gloriosos emperadores aztecas y por lo mismo iconos de nomenclatura del lopezobradorismo, radica en su verborrea empleada para defenderse e intentar contraatacar a las fuentes que evidencian sus deslices y torpezas, negligencias y por supuesto, marca de la casa lopezobradorista, mentiras a granel. En el caso de Cuauhtémoc, es palpable que nunca será lo mismo ejecutar una magnífica y recordada “cuauhtemiña”, que usar el discurso público para enmarañar comprometedoras pruebas gráficas de proximidad con miembros del crimen organizado, desde su condición de actual gobernador de Morelos, él es actualmente un venerado por la afición por lo que fue, es decir, es hoy un exfutbolista.

       Cuitláhuac es totalmente pedestre, su discurso público de defensa se parece enormemente al de su amo político, es decir, al de AMLO, que por cierto, ya ha metido verbalmente las manos al fuego por quien considera un sujeto incapaz de cometer una injusticia. Descalificador, sarcástico burdo, falaz y demagógico, burlesco hasta el cinismo desparpajado. Cuitláhuac se conduce con la evidente confianza de imitar un estilo en su propia proporción y contexto y por ende con el cobijo explícito de su amo político, cuya marca exhibe como timbre de honor y cada vez mas dudoso privilegio.

       El problema con ambos personajes está en estado de crecimiento, aun no resulta factible afirmar una resolución clara al respecto, seguramente las “mañaneras” serán paraguas para ambos escándalos vigentes, en ese sentido se conoce con toda precisión el manejo que AMLO hace respecto al trato para quienes llama “conservadores” y aquellos polluelos que veneran su infalibilidad casi papal. Además del perverso manejo mediático de corte populista, es claro también que mañosamente se le sigue apostando a la memoria corta del mexicano de a pie. 

       El efecto teflón tiene sus bases materiales muy claras que determinan que cualquier escándalo manifiesto como es el caso de Cuauhtémoc-Cuitláhuac, termine por diluirse en la inconsciencia colectiva. Tal como lo dice nuestro amigo Jorge Castañeda, abordando lo que denomina el “pensamiento mágico” mexicano, exponiendo la rareza de un imaginario colectivo que sigue tolerando prácticamente cualquier ocurrencia fallida que impacta en el malestar institucional y social, pero que sin embargo sigue fortaleciendo a la profesión de fe caudillista en el personaje tabasqueño. Lo expresa de la siguiente manera.

       “…El gobierno miente sistemáticamente, más que otros gobiernos mexicanos en el pasado, y más que otros gobiernos extranjeros en el presente. Pero es cierto que todos los gobiernos tuercen la verdad y presentan sus resultados bajo la mejor iluminación posible. La pregunta entonces pasa a ser: ¿por que los mexicanos le creen a este gobierno, algo que no hacían desde hace tiempo, digamos, desde Salinas, o que no hacen los norteamericanos, los brasileños o los chilenos? Veo dos respuestas posibles…”

       “…Primero los medios, sin singularizar. En Estados Unidos, Fox News le creía todo a Trump, y nunca lo contradecía, y MSNBC tiende a ser poco crítica con Biden, aunque la simetría sea inexistente. Pero cuando Fox aplaudía a Trump, MSNBC y CNN lo denunciaban, y ahora que estas dos cadenas tienden a ser lo más complacientes posibles con Biden, Fox lo lincha cada noche. Igual para el Wall Street Journal, por un lado, y el New York Times por el otro. Se podría decir lo mismo de Rede Globo,  de Folha de Sâo Paulo y de Veja en Brasil, aunque tienden a ser críticos de todos los gobiernos. En otras palabras, en efecto, ni el chileno, ni el brasileño ni el norteamericano de a pie tienen porque saber que las cifras, por ejemplo, que ofrece su gobierno sobre la economía son falsas, pero tienen como saberlo si quieren hacerlo. El mexicano de a pie, no. Su única opción es creerle al presidente actual, y punto…”

       “…La segunda razón es la competencia y la presencia de la oposición. Me resulta divertido ver como la comentocracia vocifera contra la mediocridad de la oposición actual, pero no resalta que existe una enorme disparidad en el acceso a los medios masivos de comunicación entre ella y López Obrador, empezando por la mañanera. Ya que todos estamos de acuerdo que no se trata de una conferencia de prensa, sino de un mensaje a la nación, como lo era el “Aló Presidente” de Hugo Chávez en Venezuela, debiera haber derecho de réplica. ¿Cuándo? Todos los días, después de cada segmento de la mañanera, en vivo en o en resúmenes…” 

       Pensamiento mágico, sin duda. Pero por supuesto con claves materiales de sustentación, enclavadas en el abuso de poder del asimétrico aparato del estado. Por tal motivo, Cuauhtémoc-Cuitláhuac en este momento, confían con una inaudita arrogancia en las garantías de impunidad que les ofrece la marca del amo, empezando por la singular oportunidad coyuntural de sus inmortales nombres.

    El gobierno miente sistemáticamente al respecto, más que otros gobiernos mexicanos en el pasado, y más que otros gobiernos extranjeros en el presente. Pero es cierto que todos los gobiernos tuercen la verdad y presentan sus resultados bajo la mejor iluminación posible. La pregunta entonces pasa a ser: ¿por que los mexicanos le creen a este gobierno, algo que no hacían desde hace tiempo (digamos, desde Salinas), o que no hacen los norteamericanos, los brasileños o los chilenos? Veo dos respuestas posibles.

    Primero los medios, sin singularizar. En Estados Unidos, Fox News le creía todo a Trump, y nunca lo contradecía, y MSNBC tiende a ser poco crítica con Biden, aunque la simetría sea inexistente. Pero cuando Fox aplaudía a Trump, MSNBC y CNN lo denunciaban, y ahora que estas dos cadenas tienden a ser lo más complacientes posibles con Biden, Fox lo lincha cada noche. Igual para el Wall Street Journal, por un lado, y el New York Times por el otro. Se podría decir lo mismo de Rede Globo,  de Folha de Sâo Paulo y de Veja en Brasil, aunque tienden a ser críticos de todos los gobiernos. En otras palabras, en efecto, ni el chileno, ni el brasileño ni el norteamericano de a pie tienen porque saber que las cifras que ofrece su gobierno sobre la economía son falsas, pero tienen como saberlo si quieren hacerlo. El mexicano de a pie, no. Su única opción es creerle al presidente actual, y punto.

    La segunda razón es la competencia y la presencia de la oposición. Me resulta divertido ver como la comentocracia vocifera contra la mediocridad de la oposición actual, pero no resalta que existe una enorme disparidad en el acceso a los medios masivos de comunicación entre ella y López Obrador, empezando por la mañanera. Ya que todos estamos de acuerdo que no se trata de una conferencia de prensa, sino de un mensaje a la nación (como lo era el Aló Presidente de Hugo Chávez en Venezuela) debiera haber derecho de réplica. ¿Cuándo? Todos los días, después de cada segmento de la mañanera, en vivo en o en resúmenes. 

    ¿Pensamiento mágico? Sin duda

    El gobierno miente sistemáticamente al respecto, más que otros gobiernos mexicanos en el pasado, y más que otros gobiernos extranjeros en el presente. Pero es cierto que todos los gobiernos tuercen la verdad y presentan sus resultados bajo la mejor iluminación posible. La pregunta entonces pasa a ser: ¿por que los mexicanos le creen a este gobierno, algo que no hacían desde hace tiempo (digamos, desde Salinas), o que no hacen los norteamericanos, los brasileños o los chilenos? Veo dos respuestas posibles.

    Primero los medios, sin singularizar. En Estados Unidos, Fox News le creía todo a Trump, y nunca lo contradecía, y MSNBC tiende a ser poco crítica con Biden, aunque la simetría sea inexistente. Pero cuando Fox aplaudía a Trump, MSNBC y CNN lo denunciaban, y ahora que estas dos cadenas tienden a ser lo más complacientes posibles con Biden, Fox lo lincha cada noche. Igual para el Wall Street Journal, por un lado, y el New York Times por el otro. Se podría decir lo mismo de Rede Globo,  de Folha de Sâo Paulo y de Veja en Brasil, aunque tienden a ser críticos de todos los gobiernos. En otras palabras, en efecto, ni el chileno, ni el brasileño ni el norteamericano de a pie tienen porque saber que las cifras que ofrece su gobierno sobre la economía son falsas, pero tienen como saberlo si quieren hacerlo. El mexicano de a pie, no. Su única opción es creerle al presidente actual, y punto.

    La segunda razón es la competencia y la presencia de la oposición. Me resulta divertido ver como la comentocracia vocifera contra la mediocridad de la oposición actual, pero no resalta que existe una enorme disparidad en el acceso a los medios masivos de comunicación entre ella y López Obrador, empezando por la mañanera. Ya que todos estamos de acuerdo que no se trata de una conferencia de prensa, sino de un mensaje a la nación (como lo era el Aló Presidente de Hugo Chávez en Venezuela) debiera haber derecho de réplica. ¿Cuándo? Todos los días, después de cada segmento de la mañanera, en vivo en o en resúmenes. 

    ¿Pensamiento mágico? Sin duda o…  

    El gobierno miente sistemáticamente al respecto, más que otros gobiernos mexicanos en el pasado, y más que otros gobiernos extranjeros en el presente. Pero es cierto que todos los gobiernos tuercen la verdad y presentan sus resultados bajo la mejor iluminación posible. La pregunta entonces pasa a ser: ¿por que los mexicanos le creen a este gobierno, algo que no hacían desde hace tiempo (digamos, desde Salinas), o que no hacen los norteamericanos, los brasileños o los chilenos? Veo dos respuestas posibles.

    Primero los medios, sin singularizar. En Estados Unidos, Fox News le creía todo a Trump, y nunca lo contradecía, y MSNBC tiende a ser poco crítica con Biden, aunque la simetría sea inexistente. Pero cuando Fox aplaudía a Trump, MSNBC y CNN lo denunciaban, y ahora que estas dos cadenas tienden a ser lo más complacientes posibles con Biden, Fox lo lincha cada noche. Igual para el Wall Street Journal, por un lado, y el New York Times por el otro. Se podría decir lo mismo de Rede Globo,  de Folha de Sâo Paulo y de Veja en Brasil, aunque tienden a ser críticos de todos los gobiernos. En otras palabras, en efecto, ni el chileno, ni el brasileño ni el norteamericano de a pie tienen porque saber que las cifras que ofrece su gobierno sobre la economía son falsas, pero tienen como saberlo si quieren hacerlo. El mexicano de a pie, no. Su única opción es creerle al presidente actual, y punto.

    La segunda razón es la competencia y la presencia de la oposición. Me resulta divertido ver como la comentocracia vocifera contra la mediocridad de la oposición actual, pero no resalta que existe una enorme disparidad en el acceso a los medios masivos de comunicación entre ella y López Obrador, empezando por la mañanera. Ya que todos estamos de acuerdo que no se trata de una conferencia de prensa, sino de un mensaje a la nación (como lo era el Aló Presidente de Hugo Chávez en Venezuela) debiera haber derecho de réplica. ¿Cuándo? Todos los días, después de cada segmento de la mañanera, en vivo en o en resúmenes. 

    ¿Pensamiento mágico? Sin duda 

    Sergio Armendariz SQD

    Comunicador en Radio, TV, Prensa Escrita y Portales Electrónicos. Académico Universitario. Funcionario Educativo. Miembro Consultivo en OSC.


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