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    abril 19, 2024 | 19:54

    Lo que falta es amor

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    En estos tiempos donde reina la inmediatez y la ley del menor esfuerzo.

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    Una vez determinado que las ciudades son verdaderos entes vivientes, conformadas por ecosistemas complejos interdependientes entre sí, nos encontramos ante la paradoja de la lucha entre la vida y la muerte, la creación y la destrucción. Esto en cuanto a Ciudad Juárez, una ciudad que da la impresión haber recibido la maldición de Sísifo, en cuanto a la eterna batalla que libra entre crearse y destruirse a sí misma.

    Más allá de lo que cientos de expertos han determinado ya sobre las condiciones de planeación y desarrollo, no queda duda que es la nuestra, una ciudad sobre diagnosticada, sin remedio o tratamiento específico. Una ciudad que no deja de crecer, generando de recursos de toda índole, pero empeñada en afearse a sí misma.

    Seguramente habremos de haber escuchado en más de una ocasión sobre las ventanas rotas, libro que sostiene que: mantener los entornos urbanos en buenas condiciones puede provocar una disminución del vandalismo y la reducción de las tasas de criminalidad.

    La seguridad pública es apenas uno de las aristas sobre las que influye una ciudad armoniosa, con buenas construcciones, equipamiento y una cierta preocupación y respeto por la estética. Elementos que bien combinados impactan eficazmente en la salud pública e individual, en la reducción de trastornos mentales, como: depresión, ansiedad y adicciones, aumenta el valor de los negocios y las propiedades. Una ciudad bonita es un detonante turístico y estimulante de la actividad comercial, y ni qué decir de la atracción en inversión externa.

    Grandes son los beneficios en términos económicos, pero también, grandes beneficios trae en otro tenor de carácter más inmaterial y no cuantificable, pero que impacta igual que cualquier otro indicador y es el del amor.

    Sí, así como lo leyó usted, amor, esa palabra tan manoseada y distorsionada el día de hoy, pero que reúne los mejores y más nobles sentimientos que una persona pueda albergar. Bajo la óptica de los valores, el amor es considerado la fuerza que nos impulsa a hacer las cosas bien, por eso es considerado un valor que define muy claramente el bien y el mal.

    El amor es un sentimiento moral que nos induce a actuar bien en todos los aspectos de nuestra vida. Pero a pesar de lo generoso e innato del amor. En estos tiempos de ira y egoísmo, el amor debe provocarse, anticiparse.

    La ciudad necesita amor, esa fuerza que nos lleva a hacer las cosas bien, a dar lo mejor de cada uno. Ciudad Juárez es un claro ejemplo de desamor, del mal hacer y del no hacer. Una ciudad donde todos miramos a otro lado.

    Si de verdad nuestros políticos y gobernantes desean la aceptación y legitimidad que brinda el apoyo ciudadano, harían bien de dejar de gastar cantidades ingentes de dinero público en la búsqueda de fórmulas mágicas que les garantice seguir viviendo del presupuesto y de paso alimente sus necesidades de validación.

    ¿Quieren ser respetados? ¿Prestigiar su carrera dentro de la vida pública? ¿Contar con administraciones bien evaluadas?

    Enamoren a los juarenses de su ciudad, pónganla bonita, hagan de ella un espacio agradable. Los ciudadanos estamos hastiados de una obra pública gris, ramplona y fea. A este punto de falta de credibilidad, los ciudadanos no esperamos demasiada obra, pero en mucho cambiaría nuestro ánimo el que emergieran en nuestra ciudad más de un par de construcciones de primer nivel, de la índole que fuera, no importa, aquí no hay nada eficiente ni bonito, mucho menos un modelo de ingeniería. Les aseguro empresarios y gobierno que si ustedes invierten en Juárez, Juárez les retribuirá en mayor medida.

    En tiempos de furia como los que vivimos, el antídoto más importante es el amor. Si los ciudadanos tuviésemos la oportunidad de encontrar en nuestra ciudad motivos suficientes para ilusionarnos, conquistarnos y al final enamorarnos. Las ciudades con los más altos niveles de bienestar y felicidad, son precisamente las ciudades más bellas y amistosas con sus habitantes.

    Ojalá que nuestros gobernantes y políticos se decidieran por revertir las ventanas rotas, por reponer los cristales y limpiar los muros, por dedicarse a hacer que nos enamoremos de Ciudad Juárez.

    Claudia Vázquez Fuentes

    Claudia Vazquez Fuentes

    Analista Geopolítica.

    Maestra en Estudios Internacionales por la Universidad Autónoma de Barcelona.


    Las opiniones expresadas por los columnistas en la sección Plumas, así como los comentarios de los lectores, son responsabilidad de quien los expresa y no reflejan, necesariamente, la opinión de esta casa editorial.

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