David Gamboa García
Editor General
Difíciles las palabras son, cuando se trata de despedir a un ser querido.
Querido Memo, gracias por toda la luz que me regalaste, por tu gran amistad, tus palabras precisas y discretas, por hablarme entre líneas en tus escritos, por las charlas filosóficas y la palabras animosas que me tendiste cuando mis tribulaciones me mantenían en insomnio.
Dejas en mi un espacio irremplazable. Gracias por creer verdaderamente en mí y sumarte a colaborar sin condición en esta aventura que hoy se llama Juárez a Diario.
Jamás olvidaré la sorpresa al recibir tu primer artículo: ¡Filosofía! ¿Quién va a leer filosofía?, exclamé al leerlo. Sin embargo, callé y publiqué. Mi sorpresa ha sido tal que, aún tres años después, la tuya ha sido una columna muy leída semana tras semana.
Hoy no me extraña porqué entendí que tus escritos eran auténticos, emanados de una fuerza creativa, pensante, solo tuya y que presentaban al ojo crítico una segunda lectura entre líneas que completaba tu idea central. ¡Simplemente brillantes!
Es la madrugada del martes mientras escribo estas líneas y ya hay algo distinto: No recibí tu acostumbrado correo…
Te extrañaré a mares Querido Hermano. Descansa en paz.
Marcos Delgado
Columnista
Nuestro Memo. Guillermo Chávez Martínez, hombre libre y de buenas costumbres, abogado de profesión, educador por convicción.
Liberal de espíritu burlón y de alma quieta, parafraseando a Machado. Amigo fiel, padre cariñoso, hijo amoroso. Mano generosa y extendida, sonrisa franca, palabra sencilla.
Apenas hace unos días su corazón se rindió, haciendo con ello que el de todos los que le rodeamos y lo conocimos de verdad se estremeciera de dolor.
Deja hijos, una madre, muchos hermanos de sangre y de adopción. Me angustia pensar en los cientos de escritos que ya no brotarán de su inagotable inventiva y creatividad. Hoy es martes, y su columna no será más. Nos lega dos centenares de artículos, donde expresó sus convicciones y su filosofía, donde nos hizo siempre sentir su inquebrantable fe en la humanidad. Descanse en paz.
Eduardo Quezada Compañ
Columnista
A lo largo de nuestras vidas, el destino nos regala la presencia de un ser irrepetible al que nosotros tenemos la suerte de conocer. Una persona que su sola presencia irradia tanta paz, que todo aquel que está a su lado se siente dichoso y tranquilo.
Mientras sigamos viviendo, esa persona formará parte de nosotros por su gran áura y sus palabras que pronunció, sus consejos sus gestos y los fraternos abrazos que nos otorgó marcándonos y quedando por siempre en nuestro corazón.
No hay palabras para expresar lo que tú has significado para nosotros y los legados que nos dejas plasmados con tu conocimiento y opinión que como un liberal destacaste en miles de temas con tu mística y entreverada manera de plasmarlo que al ritmo de la lectura se desenvolvía de una manera única.
Vete tranquilo Querido Hermano, compañero y buen amigo que nosotros te dejamos marchar. Y espéranos, allá en donde tú siempre preferías estar: En el silencio, ocupando tu columna en el eterno oriente.
Carlos Felipe Carrazco Vega
Columnista
Un ser humano destacado. Por amor a sus hijos y su vocación de servicio demostró que se puede ser un faro de luz a pesar de las penumbras aun cuando hay vientos en contra. Un hombre cuya sabiduría regalaba, todas sus muestras de honestidad en el trato y en la disponibilidad de escucharnos marcaban un cambio drástico en nuestros estados de ánimo.
Un humilde servidor de dios y un perfecto maestro para los iniciados en la vida. La lealtad y el tiempo de sobra es lo que le caracterizó cada que acudíamos a él. Su familia nos rectifica que Guillermo Chávez siempre fue candil en la calle y resplandor en la casa, Honesto y humilde ante la vida, una virtud deseada por muchos y que él demostraba que es sencillo ser feliz. Mi Venerable hermano Memo, que la sublime esencia cósmica te dé el reflejo de tus méritos en vida.
Shalom, Lehitraot: “Felipillo”.
Raúl Sabido
Columnista
Decir adiós no es fácil… Se nos forma un nudo en la garganta, se siente que las lágrimas están a punto de brotar y una sensación indescriptible de incertidumbre nos nubla el pensamiento. Si el que se va no vuelve ¿Qué nos queda? ¿Por qué no aprovechamos esos tiempos de amistad?…Y esas diferencias de opinión que no faltan ¿Pudieron evitarse? Seguro que sí…
De haber sabido que un gran amigo partiría, habría aprovechado mejor el tiempo… No hubieras dicho “Debo irme, se hace tarde”, sencillamente te habrías quedado. No habrías mirado tanto el reloj. Y esos momentos que hoy rememoras con nostalgia, los habrías disfrutado al máximo. ¡Si en esos momentos hubieses entendido que todo es efímero, que las cosas y el tiempo pasan con una facilidad extraordinaria.
…Y los amigos se van… cuando menos lo esperamos, cuando todo marcha bien y sentimos que nada nos hace falta… Y de pronto esa llamada telefónica con las palabras que nos caen como agua fría, palabras que llevan el mensaje de que el ser querido que no lo volveremos a ver, que se irá en avión, en tren o en barco o que sencillamente emprenderá el viaje sin retorno, y no habrá tiempo de abrazarle antes que levante su mano y nos digamos simplemente “adiós…”
…Y esa sensación de tiempo perdido cuando salimos del cementerio y en el corazón albergamos la íntima convicción que ese amigo se guardó para la eternidad muchos de los buenos momentos que compartimos juntos… Como si bajo el brazo se nos llevara el mejor álbum, con las fotografías amarillentas pero cargadas de recuerdos y de instantes inolvidables…
… Dejamos inconclusos muchos momentos de cordialidad, dejamos pendientes muchas horas de mirar las sonrisas de los hijos juntos pero queda, y guardo, en mi corazón todo lo bueno, y lo muy bueno, que vivimos, se te extrañará sin duda alguna pero vivirás en mi recuerdo hasta que el recuerdo tenga final y nos volvamos a reunir con los amigos, es cuestión de tiempo, es cuestión de espera.
Apuntalo en tu agenda querido amigo que yo haré lo mismo.
Héctor Noriega Mendoza
Columnista
No tuve la satisfacción de conocer personalmente a Guillermo Chávez, solo a través de sus ideas y artículos en este medio.
Como colega y compañero en este núcleo de colaboradores de la familia Juárez a Diario, lamento sensiblemente su inesperada partida y expreso mi respeto y un saludo de despedida a través de una reflexión a propósito de su penúltimo artículo, “Kant: Tergiversación de la filantropía”. En este trabajo, Guillermo alude a la visión de Kant para discutir la confusión entre la práctica de la filantropía y la caridad en la que caen ciertos grupos de pensamiento.
Immanuel Kant fue un prusiano, un profesor universitario ilustrado y metódico que pensó mucho y muy a fondo. No en vano es considerado uno de los máximos filósofos occidentales de todos los tiempos. Entre sus muchas contribuciones se destaca su síntesis de los grandes “opuestos” clásicos de la filosofía: lo real y lo ideal, el empirismo y el racionalismo. Visiones empíricas y racionalistas han librado intensas batallas en la historia misma de la ciencia.
Interesantemente, Kant es también reconocido por aportaciones que trascienden los linderos de la filosofía, dos de ellas en particular con aplicación a la cosmogonía y la astronomía extragaláctica. Su gran intuición y poder de raciocinio lo llevaron a concluir, por ejemplo, que el origen de nuestro sistema solar se remonta a una gran nube de gas y polvo que, por acción de la gravedad, se contrajo sobre sí misma adquiriendo la forma de un disco giratorio, en el centro del cual nació primero el sol, para dar luego lugar a los planetas (hoy está confirmado que todos los sistemas planetarios extrasolares conocidos tienen una simetría plana, resultado de su formación en discos giratorios de gas y polvo).
Históricamente, el matemático Pierre Simón Laplace después retomaría las ideas generales de Kant dándoles solidez y fundamento físico, creando así lo que hoy se conoce como la hipótesis nebular Kant-Laplace, que en su forma refinada contemporánea, el Solar Nebula Disk Model, explica en detalle los mecanismos naturales que llevan a la formación de sistemas planetarios alrededor de una estrella huésped.
Kant también tenía razón cuando postulaba que muchas de esas pequeñas y débiles nubes detectables en el cosmos con los mejores telescopios de la época podrían ser entendidas como verdaderos “universos islas”, o dicho de manera simple, como auténticas galaxias externas a la nuestra, la Vía Láctea. Tuvimos que esperar hasta el siglo XX para encontrar la evidencia contundente de que nuestra galaxia no representa todo el universo conocido, de que existen otros muy remotos sistemas estelares que convierten al universo en una estructura mucho más grande de lo que una vez supusimos. Sin embargo, el que el cosmos estuviera plagado de galaxias ya era lógicamente natural para Kant doscientos años antes.
Descanse en paz Guillermo Chávez Martínez.
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