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    enero 27, 2025 | 3:13

    Escucharnos, pero sin juzgarnos

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    “Escuchamos, pero no juzgamos”, un dicho popular que, en tono sarcástico, invita a hablar con confianza sin temer ser juzgado… aparentemente. Pero, siendo sinceros, escuchar sin juzgar requiere un nivel de madurez y preparación especial. Son pocos los que verdaderamente logran evitar emitir juicios ante cualquier situación; nuestra mente, siempre inquieta, fabrica escenarios donde nos convertimos en jueces de un tribunal imaginario.

    ¿Y qué es la justicia? Desde la filosofía, la justicia se entiende como un conjunto de principios universales que buscan garantizar la equidad y los derechos. Sin embargo, esos principios no nacen en el vacío; son sembrados y moldeados por nuestro entorno social. Los primeros jueces que conocemos son nuestra familia: mamá y papá, quienes, al decidir la distribución de recursos, oportunidades y derechos en el hogar, nos daban lecciones (a veces cuestionables) sobre lo que es “justo”. Por ejemplo, si te portabas “un poco mal”, lo justo podía ser quedarte sin postre; si te portabas peor, los castigos eran más severos.

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    Una chica en consulta me compartió cómo su madre la comparaba constantemente con su hermana mayor. La hermana era siempre la talentosa, la brillante, mientras que ella recibía comentarios descalificadores como: “Qué bueno que tienes a tu hermana para sacarte adelante, porque tú nomás no puedes”. Esto la marcó profundamente. Con el tiempo, ambas hermanas crearon una empresa: su hermana era la cara pública, quien recibía los aplausos; pero ella, la “menos capaz”, era quien ejecutaba gran parte del trabajo. Cuando le pregunté sobre su rol en esa sociedad, se achicaba, dándole todo el crédito a su hermana, aunque sus palabras cargaban un resentimiento evidente: “¿Es lo justo, no?”.

    Cuando le devolví la pregunta: “¿Qué es justo para ti?”, su respuesta fue un susurro de tristeza y frustración: “Soportar y ayudar a mi hermana, porque siempre ha cargado conmigo”. Desde afuera, tú y yo podríamos decir que eso no es justicia, pero para ella, esa era la única justicia que conocía: la aprendida en su hogar, donde su valor siempre fue minimizado.

    Esto nos lleva a reflexionar: ¿qué tipo de justicia conocemos y aplicamos? Más allá de la justicia legal —regulada por normas claras y procedimientos—, hablamos de la justicia interna, esa que llevamos dentro y que, muchas veces, se convierte en un juez implacable. Es la voz que nos acusa o nos perdona, que nos castiga o nos absuelve. Como dijo Carl Jung: “El juicio más severo que emitimos es el que aplicamos contra nosotros mismos”.

    La justicia interna, por lo tanto, está profundamente influenciada por nuestra historia, nuestras heridas y nuestras experiencias. Para quien ha sido traicionado, la justicia puede sentirse como una espada que corta el dolor y busca restablecer el equilibrio. Para el empático, puede parecerse a un abrazo que consuela y protege. Todo depende del cristal con el que miremos. Y la buena noticia es que ese cristal no es estático; puede ser pulido, limpiado y ajustado para ver con mayor claridad.

    La justicia con uno mismo, en particular, es un acto profundo de autocompasión. Es reconocer tus fortalezas sin arrogancia y aceptar tus errores sin castigarte. Como lo expresa la Declaración Universal de los Derechos Humanos: “Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos”. Esto incluye también la manera en la que nos tratamos a nosotros mismos.

    Ser justo contigo implica un balance entre el compromiso con tus metas y el cuidado de tus límites emocionales. Es permitirte descansar cuando lo necesitas, perdonarte por tus fallos y empujarte cuando sabes que puedes dar más. Es el arte de no cargar más peso del que puedes soportar, pero tampoco quedarte corto de lo que sabes que puedes lograr. En esencia, es darte a ti mismo la equidad y el amor que quizá el mundo aún no te ha ofrecido.

    Impartir justicia interna no es fácil, pero es posible. Y si necesitas ayuda para encontrar ese balance, recuerda: nos vemos en la terapia, donde, como siempre, escuchamos, pero no juzgamos.

    Lucia Barrios
    Lucía Barrios

    Psicoterapeuta, fundadora de CEFAMPI y autora. Experta en terapia breve, violencia de género y derechos humanos. Conferencista y docente en UACJ, ha liderado proyectos significativos sobre psicología y desarrollo humano.

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