En mi tierna juventud, cuando la política era diferente a lo que vivimos hoy, las reuniones multitudinarias se conocían como mítines, quizás una malformación lingüística de la palabra inglesa, meeting.
No lo sé, hoy no traigo vena filóloga, como para husmear en esos recovecos.
Lo que sí sé, es que con el arribo de Andrés Manuel López Obrador a la presidencia de México, el estilo cambió.
Aunque sus detractores lo comparen con el priismo de toda la vida.
Les diré la diferencia.
En los mítines priistas, siempre hubo un tapanco, un voluminoso estrado repleto de notables, un espacio para los fifís, y los sectores perfectamente definidos. No se mezclaban los campesinos con los obreros, ni mucho menos las clases populares con los otros dos sectores a quienes consideraban de menor ralea.
Hoy vemos las reuniones populares a las que invita el presidente en cada una de sus giras, sin privilegios.
Corrijo… Sin tantos privilegios.
En la reciente visita que hiciera Andrés Manuel a la capital de Chihuahua, observamos:
Un tapanco, un estrado con seis o siete políticos de primer nivel, un espacio para fifi-chairos, y áreas para personas de la tercera edad, mujeres, personas de capacidades diferentes y jóvenes.
Y por fuera del sillerío, la perrada, sin marcas ni géneros en especial.
Siempre he dicho que el PRI es el gran maestro de la política mexicana.
Inventor del sistema político mexicano, innovador las marrullerías para “convencer” al electorado.
Creador de toda la parafernalia del poder.
Y luego, los panistas copian los estilos y le imprimen solamente un color azuloso.
El nuevo esquema que estamos viviendo, tiene por supuesto el toque priista de toda la vida. El cambio consiste, en que ahora se privilegia al desamparado, a las clases vulnerables.
Es lo que los propios priistas llamarían, “el retorno a sus propios principios”. Pero que jamás han podido regresar a ellos, pues la gente dejo de creer en estos liderazgos del pasado.
Para el presidente López Obrador, es muy fácil ganar la popularidad de la gente, mientras cumpla sus ofrecimientos de campaña.
En la próxima entrega de Escenarios, hablaré de los nuevos discursos políticos.
Hasta entonces.
Raúl Ruiz
Abogado. Analista Político. Amante de las letras.
CARTAPACIO, su sello distintivo, es un concepto de comunicación que nace en 1986 en televisión hasta expanderse a formatos como revista, programa de radio y redes sociales.
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