Bajo estos mismos cielos otoñales, bajo estas mismas constelaciones y similares temperaturas, pero hace 207 años, Hidalgo, Allende y una multitud de hombres recorrían el centro de México por caminos y a campo traviesa dando inicio y vida al movimiento insurgente en nuestro país.
Hace unos años, reproduciendo un fenómeno celeste en mi computadora a través de un planetario virtual, en vísperas de las celebraciones patrias, me abordó la curiosidad de saber cuál habría sido la apariencia del cielo nocturno a los insurgentes en el otoño de 1810. Los planetarios virtuales actualmente ofrecen la maravillosa posibilidad de reproducir el cielo visto desde cualquier punto sobre la Tierra en tiempos históricos, en una fecha específica. El cielo que Hidalgo pudo contemplar mientras comandaba una rebelión reveló una serie de curiosidades inesperadas, pequeños detalles que aunque no modifican nuestro entendimiento de la historia de México ni mucho menos, sí son de interés académico y, por lo menos uno de ellos de acuerdo a mi hipótesis, ayudaría a justificar por qué el Padre de la Patria recibió tan rápidamente la madrugada del 16 de septiembre de 1810 la noticia de que la Conspiración de Querétaro había sido descubierta, lo que lo llevó a adelantar el inicio del movimiento insurgente.
Estas curiosidades me permitirían establecer contacto con tres especialistas nacionales en la historia de México: el Dr. Arturo Guevara del INAH Chihuahua, el Dr. Carlos Herrejón del Colegio de Michoacán (autoridad nacional en la vida y obra de Don Miguel Hidalgo) y el Dr. Alfredo Ávila del IIHUNAM (especialista en la Independencia de México), con quienes compartí y discutí estas curiosidades. Para mí como astrónomo —consciente de la probada precisión de nuestra mecánica newtoniana clásica, de nuestros métodos y programas— la reproducción de los cielos de 1810 era un ejercicio sumamente confiable per se, pero fue evidente que debía demostrarlo a los colegas académicos historiadores. Para esto hice uso de un método simple y sólido que llamé “de interpolación histórica”, el cual describiría así: Si mi programa astronómico es capaz de reproducir con precisión dos eventos celestes en los momentos X y Z de la historia, eventos que se encuentren debidamente respaldados por registros históricos como OCURRIDOS en realidad en X y Z, y además el programa puede reproducir un tercer evento celeste en el momento Y de la historia, entre X y Z, entonces podemos confiablemente suponer que dicho evento TAMBIÉN OCURRIÓ en realidad, independientemente de la ausencia de registros históricos que lo respalden.
El argumento básico aquí es que la astronomía puede recrear hoy en una computadora los eventos cósmicos visibles desde nuestro planeta en el pasado, y los astrónomos estamos seguros que estos eventos tuvieron lugar en realidad, independientemente de que nuestros antepasados no se hayan tomado la molestia de dejarlos impresos en la historia. Mucho de lo que sucede en el cielo fue y sigue siendo registrado hoy, efectivamente, pero hay muchos eventos allá en lo alto que han pasado desapercibidos para nosotros. En el caso de los cielos mexicanos en el otoño de 1810, estos son dos de esos hechos aparentemente desapercibidos o no registrados:
- La historia nos dice que la noche del 15 de septiembre de 1810 las autoridades virreinales descubrieron en Querétaro que un grupo de conspiradores planeaban iniciar un movimiento armado en contra de la opresión de España. La noticia tenía que ser comunicada inmediatamente al líder de esta conspiración, el padre Hidalgo que se encontraba en Dolores. Para lograrlo, Ignacio Pérez y Juan Aldama tuvieron que repartirse el viaje de por lo menos 80 kilómetros de Querétaro a Dolores…¡ de noche y a caballo ! Cubrir una distancia de 80 km a caballo en completa oscuridad no es algo trivial ni que pueda lograrse en un corto tiempo aun hoy, especialmente considerando las limitaciones visuales nocturnas de los equinos. Pero, ¿ qué sucedería si la noche no fuera tan oscura, si algo pudiera mínimamente iluminar los caminos, las veredas o el galope a campo traviesa ? Un programa astronómico como Stellarium puede demostrar hoy que la noche del 15 y la madrugada del 16 de septiembre de 1810 había una luna en el cielo suficientemente brillante como para haber facilitado llevar las malas nuevas a Hidalgo desde Querétaro a caballo.
- La mañana justa del 28 de septiembre de 1810 que Hidalgo se preparaba para atacar la Alhóndiga de Granaditas (el gran almacén de granos de la ciudad de Guanajuato), ocurrió un eclipse de sol. Este eclipse pasó aparentemente desapercibido a los insurgentes y al pueblo, pues salvo la sutil evidencia del eclipse proyectado a través de las hojas de los árboles, el pequeño porcentaje de la superficie del sol cubierto por la luna visto desde nuestro país resultaría difícil de detectar aun hoy. El hecho es que no parece haber registros históricos de la observación de tal eclipse desde Guanajuato o México en general, según me lo confirma el Dr. Herrejón.
Los resultados de este ejercicio de curiosidad histórico-astronómica fueron suficientemente interesantes para motivar una plática en el Museo de La Rodadora y un artículo formal de investigación que ya ha sido sometido a evaluación.
Este universo es único.
Héctor Noriega Mendoza
Ponente. Investigador.
Maestría en Astronomía (UNAM | NMSU) y Doctor en Astronomía por la Universidad Complutense de Madrid (UCM)
Fundador de la Sociedad Astronómica Juarense, Cofundador del Proyecto Abel, Miembro de la Sociedad Mexicana para la Divulgación de la Ciencia y la Técnica, Miembro de la American Astronomical Society y Profesor de tiempo completo de Astronomía en UTEP.