Luego de los resultados oficiales, se soltó una ola de comentarios disfrazados de “análisis”, en los que unos, los endiosados por su pastor, ensalzan la figura del presidente Andrés Manuel López Obrador, y otros, lo despedazan, con una crueldad terrible y malsana.
Sus divergencias carecen de profundidad.
Se reducen a una apreciación superflua.
Que si la perrada, en su ignorancia supina y su idolatría por el Mesías Bananero, lo seguirán hasta el foso de la ignominia.
Éstos, son los opositores, empecinados en pegarle cada vez que le palpita el corazón.
Y los seguidores de AMLO, fanáticos, en exaltar su figura a espacios cercanos al paraíso celestial.
Con una veneración enfermiza.
Ambos grupos, señalan a sus opuestos, como perdedores.
Y los que están contra del presidente, consideran que la consulta de revocación de mandato fue una pérdida total.
Una de las columnas más equilibradas y sensatas que leí, es la de mi broder, David Gamboa, titulada “La Danza de los Números“, y quiero resaltar uno de su párrafos que dice:
“… Eso por un lado y por el otro ganó México, ganó usted y gané yo, porque este primer ejercicio de participación ciudadana es perfectible y mostró las áreas de oportunidad.”
Yo digo que ganamos mucho.
Los mexicanos salimos ganando porque se ha instituido constitucionalmente la garantía de que EL PUEBLO, sin necesidad de convocar, podrá realizar este mismo ejercicio a la mitad del mandato de cada nuevo presidente.
Los puristas del derecho argumentan que la ley dice que para que haya la condición de una revocación de mandato, es menester que sea el pueblo quien la promueva.
Pero como EL PUEBLO, es un ente subjetivo e invisible. Sin personalidad jurídica. Obviamente, nunca podría convocar a esta actividad dentro de lo que eufemísticamente llaman, democracia participativa.
El presidente, en uso de sus facultades, lo hace.
Los que digan que no puede, se engañan a sí mismos. El presidente todo lo puede.
Lo hizo con mucha habilidad. Primero para su ganancia política, pues el ejercicio le proporciona una proyección positiva para seguir construyendo su proyecto de nación.
Avanzar hasta donde pueda, y dejar en manos de su sucesor, el planchado final.
En segundo lugar, porque es un legado que todos hemos deseado, pero como hay demasiados candaditos para que los hombres del poder puedan protegerse, nunca podría haberse abierto esta posibilidad.
Aun falta un esmerilado fino para que quede sin rebabas este proceso.
REMODELAR EL INE
El Instituto Federal Electoral, debe ser en efecto un árbitro, pero hoy más que nunca, se evidenció como un instrumento parcial, inclinado hacia los llamados conservadores.
Falta desarticularlo. Darle una limpieza a fondo y volverlo a armar. Y crear un protocolo de “limpieza” permanente que sea útil a la democracia, no a los grupos de poder.
Esa aberración de exigir 40 millones de votos para “hacer vinculante” el resultado ¡es una mamada!, perdón por mi francés.
Debe ser abierto, sin limitaciones. Para que en todo caso, se midan bien las fuerzas participativas y que gane el que la gente decida.
Por lo pronto, esta nueva herramienta, es un regalo inapreciable.
Lo podremos justipreciar tal vez en 6 o 12 años adelante.
De mí se acuerdan.
Abogado. Analista Político. Amante de las letras.
CARTAPACIO, su sello distintivo, es un concepto de comunicación que nace en 1986 en televisión hasta expanderse a formatos como revista, programa de radio y redes sociales.
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