Crónicas del Poder
“…Y por qué no, ¿tlaxcalteca, texcocana o totonaca…?
“…Lo que voy a proponerle a Marcelo es que quien nos represente en lo cultural sea una mujer indígena, una poeta del Istmo (o) de aquí, del centro del país, mexica. Hay hombres y mujeres con mucha preparación y ya ni hablar de cultura, ellos encarnan la cultura. Entonces, vamos a cambiar eso”, lanzó…”
Textualmente lo dijo AMLO al referirse a la inconformidad manifestada en el enjambre de redes digitales que agredieron verbalmente a la escritora Brenda Lozano, reconocida y talentosa en el ámbito de las letras, personaje del medio cultural que se atreve a pensar con cabeza propia, tres veces votante por AMLO además, a raíz de su reciente nombramiento como Agregada Cultural en la Embajada de México en España.
Todo el lío proviene del torpe cese del escritor Jorge Hernández, que se desempeñaba justamente como Agregado Cultural previo al nombramiento de la mencionada Brenda Lozano, designación que causó urticaria en la epidérmica inteligencia cultural y política de AMLO y su pléyade de la “4T”, como es sabido, porque ya han corrido ríos de tinta al respecto, incluso aquí mismo en la sección de las “Plumas” de ADN, Hernández fue cesado o coloquialmente “corrido”, debido a la publicación de una espléndida Editorial que tituló “Por Placer”, en la cual cuestiona con sarcástica e impecable elegancia a Marx Arriaga, burócrata de la “4T”, cercanísimo a los afectos de la “No Primera Dama”, Beatriz Gutiérrez Müller, y que había hecho pública su posición de trasnochado marxismo de manual en torno a los usos políticos de la lectura en estudiantes y docentes mexicanos.
Sin duda, AMLO y su “4T”, tienen notorias incomodidades con la inteligencia cultural y sus naturales implicaciones educativas, su exacerbado simplismo o mejor dicho, su desprolija simplonería, los conduce a asumir posiciones de intolerancia burda, en una visión de blanco y negro que tiene más que ver con una actitud de infantilismo ideológico-político, que con una siquiera mediana percepción de la policromía consustancial a las expresiones plurales e incluyentes de la cultura de nuestro tiempo.
En torno al tema, y en la posición intelectual de un escritor que simpatiza con varias de las banderas del actual gobierno federal, Jorge Zepeda Patterson, se expresó del siguiente modo, por cierto, en diversos medios de comunicación: “…La respuesta de López Obrador resultó decepcionante, por decir lo menos: “…No tengo nada que comentar. Es muy difícil encontrar en el aparato administrativo gente que no esté relacionada con académicos, con intelectuales que dominaron durante mucho tiempo…. nada más había dos grupos que dominaban en el mundo de las letras, lo hemos dicho aquí: el de Krauze y el de Aguilar Camín, y al final políticamente son lo mismo. Es como dos partidos, que no quiero mencionar, aparentaban ser distintos ¿no?, o es como la diferencia que hay entre la Coca-Cola y la Pepsi Cola…”
AMLO, ya se sabe hasta el hartazgo, no tiene filtros para sus desagrados, es colérico e intemperante, escasa o nulamente reflexivo para cualquier dato que sea reprobado por sus “propios datos”, sea esto en cualquier ámbito que sienta que su gobierno se vea impactado, lo que ocurre es que en la dimensión de la cultura y específicamente en la diplomacia cultural, la simplonería hostil es aún más penosamente notoria. Seguramente que al secretario y autodestapado precandidato Ebrard, quien con certeza debe haber mínimamente sido informado del nombramiento de Lozano, no puede haberle resultado satisfactorio el rápido, aunque disfrazado descontón que su jefe le espetó en este asunto espinoso y no aldeano, cada fricción de cualquier tamaño hecha pública, hace sufrir los amagos de la soledad política al autodestapado precandidato al beneficio de suceder a su jefe. Para AMLO, por identidad propia, lo que menos le importa en estos momentos es la cultura, a no ser que se trate de “joder” a la España de hoy o a la de ayer, la obsesión del tabasqueño y su politización inconsistente de la historia, le llevan a exhibir tristes pobrezas de inteligencia cultural.
Jorge Zepeda lo afirma de manera fina y categórica: “…López Obrador asumió que su Administración se vio obligada a contratar a un crítico de su gobierno -Brenda Lozano- por el monopolio absoluto que ejercen las capillas de Enrique Krauze y Héctor Aguilar Camín, cabezas de las revistas Letras Libres y Nexos, respectivamente…”” …En esta respuesta hay dos elementos preocupantes. Por un lado, un reduccionismo absurdo que no hace justicia a las comunidades intelectuales y artísticas que existen y han existido al margen de los dos proyectos culturales mencionados, tanto en la capital como a lo largo del territorio. El presidente borra de cuajo el enorme universo de revistas, círculos académicos, ateneos, grupos de estudio, editoriales, suplementos culturales, ferias de libro regionales…”
Patética exhibición de rencor y ánimo de venganza, así es el personaje que hoy ocupa en condición afortunadamente de inquilino, Palacio Nacional, en esta circunstancia la víctima pagana es la cultura y su diplomacia. Hay que decirlo, aunque moleste, son cada vez más evidentes las patologías conductuales y de comunicación que AMLO padece en detrimento de sus obligaciones vigentes como jefe del Estado mexicano.
Menudo problema para el autodestapado Marcelo, encontrarle al gusto a su prepotente jefe a una poeta indígena para enviarla a España, no por su condición de indígena ni mucho menos, sino por aventarse un breve salto histórico al pasado de quinientos o más años, dado que el tabasqueño quiere no una indígena mexicana, sino una “mexica”.
Ya nada es absurdo para la también, por cierto, de tiempo atrás autodestapada “4T”.
Comunicador en Radio, TV, Prensa Escrita y Portales Electrónicos. Académico Universitario. Funcionario Educativo. Miembro Consultivo en OSC.
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