Crónicas del Poder
“…No convences al creyente ni con votos ni razones…”
Al populismo demagógico no lo contendrá el ejercicio democrático, únicamente y de fondo lo hará la decencia. Y la decencia en el cuidado de la cosa pública es enemiga frontal necesariamente de la mentira como forma sistemática de expresión lingüística. Es muy sabido que los políticos populistas de diverso sino mienten a granel, las acumulan por miles sin el menor recato moral, mucho menos intelectual.
El daño a la vida pública es inconmensurable, no es por eso mismo registrable pronto en el tiempo y en el tejido institucional y democrático, sin embargo, los países que sufren el fenómeno se convierten en manaderos de irracionalidad y arbitrariedad perniciosos. Ejemplos los tenemos evidentes, en diversas latitudes donde la mentira se entroniza como pauta de comunicación estratégica de poder. Al respecto Voces Libres realizó conversación con un personaje de profundidad intelectual y espléndida escritura, que frecuentemente nos honra con su lúcida presencia reflexiva.
“…Como derivación patológica de la mentira, la hipocresía es la transgresión imperdonable en estos tiempos. Los mentirosos pueden correr con buena suerte, si es que logran presentarse como auténticos. La autenticidad parece ser el valor político supremo. Quien se muestra tal cual es, quien es visto como franco puede convertir en admirables todos sus vicios. Odia, pero es sincero en sus odios. Destruye porque es fiel a los dictados de su proyecto. Le tiene sin cuidado la verdad porque lo impulsa una convicción tan intensa que no se detiene con las nimiedades de la veracidad. La autenticidad es el gran valor y la gran coartada. Por eso la desgracia del mentiroso en nuestro tiempo es que sea descubierto como hipócrita…”
“…Nunca debemos olvidar que el lenguaje moldea la realidad: crea el mundo. Cuanto decimos establece el marco y los significados primarios. Y lo que se dice desde el poder tiene mayor valor definitorio, pues la autoridad es prescriptiva y punitiva. Dice qué debe ser, y que sucederá si ese mandato es violado. La política es prefigurada por el lenguaje, y como el lenguaje es una convención, el significado dado a un significante, a los sonidos y caracteres que construyen palabras y signos, es producto de un acuerdo que fija las ideas cambiando su sentido a lo largo del tiempo…”
“…En narrativas en conflicto político, la victoria se da con el triunfo de un relato, es decir, la historia contada en ciertos términos. Los significantes que flotan libremente constituyen el terreno de la disputa política, quien controla su significado controla el relato del momento, encuadra el sentido coyuntural o histórico, quien domina el vocabulario, independientemente de la calidad, textura argumental, veracidad o integridad ética, posee el dominio ideológico de la sociedad…”
“…El discurso populista engaña reiteradamente. Incluso esos engaños son públicamente expuestos de manera sistemática. Sus falsedades son conocidas por gruesos segmentos de la opinión pública respectiva a cada escenario social, pero, lejos de arruinarlo, parece que las mentiras ayudan a estos personajes y sus respectivos discursos a perfilar su personalidad pública. Su identidad como políticos se va labrando con tenacidad a golpe de mentiras. Su distancia de la verdad, sus exageraciones, sus fantasías se han convertido en una marca simpática de su personalidad. Sin pagar costo por ellas, las mentiras les han servido para construir una imagen de político atrevidos y desparpajados, tipos espontáneos que cuidan celosamente “sus datos”. Mentirosos auténticos, persuasivos, simpáticos y encantadores…”
“… ¿Cuándo se rompe el encanto del mentiroso simpático? ¿En qué momento se quiebra su justificante? ¿Cuándo empiezan a costarle sus engaños? Cuando se reconoce que la mentira es una burla, una ofensa, humillación a todos. Cuando se advierte que no hay mentira trivial, que no puede haber gobierno competente cuando, a fuerza de mentir, termina engañándose a sí mismo y pierde de ese modo el elemental sentido de la realidad… y de la decencia. La mentira es intolerable aún en estos tiempos de cinismo, cuando se reconoce que es una forma del desprecio. Desprecio por los hechos, los datos, la verdad, la inteligencia. No es un agravio a los vigilantes de la información, es una agresión a la ciudad entera. Por eso el mentiroso, así haya tenido éxito durante mucho tiempo, termina mostrándose como el arrogante que cree que le puede ver la cara a todo mundo, todo el tiempo, más aun si ese desprecio se sustenta en la ira plena, nutrida por los miedos y pasiones…
El éxito político de la novela populista requiere de cómplices incondicionales. Requiere de ser vivida como una real religión política, es sin duda alguna un acto lingüístico de profesión de fe, su enrarecida realidad es meramente discursiva, una ficción modelada por su creador. Sin embargo, no existen a final de cuentas las burbujas de hierro, su fragilidad es ciertamente destructiva, pero afortunadamente con fechas previsibles de caducidad.
Ponga los nombres que vengan a su mente.
Comunicador en Radio, TV, Prensa Escrita y Portales Electrónicos. Académico Universitario. Funcionario Educativo. Miembro Consultivo en OSC.
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