En esta columna quiero tocar un tema que desde su anuncio ha sido objeto de debate y controversia, sin embargo, es importante destacar que fuera de esa expectativa polémica que se ha formado, el Tren Maya es un proyecto de que se convertirá en fuente y polo de desarrollo para la región del país históricamente más abandonada y subdesarrollada, así como símbolo de primer mundo de la rica y extraordinaria cultura mexicana.
Además de ser un proyecto de infraestructura, contiene un gran sentido social, uno que está proyectado en ayudar a mejorar la calidad de vida de las personas que habitan en la región, mejorando la conectividad entre las comunidades y proporcionando acceso a servicios básicos de los que antes eran privados.
La disputa se ha centrado en dos bandos: quienes lo ven como una oportunidad de desarrollo en la Península de Yucatán, mientras que otros como una amenaza para el medio ambiente y comunidades indígenas.
Sin embargo, en cuestión de sustentabilidad, este proyecto le está apostando grandemente a utilizar tecnologías innovadoras para reducir su impacto ambiental, buscando preservar la vasta biodiversidad de la región.
Basta con ver la estrecha relación que se ha logrado con las comunidades locales para colaborar en respetar sus derechos y la promoción de su desarrollo. Como lo mencionaba, las oportunidades de crecimiento se reflejarán en la calidad de vida de los habitantes.
Cultural e históricamente, este proyecto tiene el potencial de conservar y exponer la riqueza que hay en estas zonas olvidadas y que, con un buen manejo de preservación de hábitats; el turismo que venga, ayudará a abrir nuevas fuentes de desarrollo, pues la inversión turística llegará, no sólo a las ya famosas playas mexicanas, sino también al interior de la península con esta obra ferroviaria.
Es un proyecto al que se le apuesta desde el crecimiento regional, para la generación e impulso sostenible de una región que espera prosperidad, en empleo y nuevas oportunidades.
La ruta conectará cinco estados: Chiapas, Tabasco, Campeche, Yucatán y Quintana Roo, convirtiéndose así en un proyecto ambicioso, con gran potencial para generar importantes beneficios económicos, sociales y ambientales.
Orgullosa Chihuahuense. Amo y respeto la naturaleza. Soy mamá de Alex Benjamin, Austria Camila y esposa de Alex LeBaron. Mi pasión siempre ha sido el servicio público/civil, me inspira luchar por grandes causas que cambien el mundo. Empresaria agrícola y consultora ambiental.
