Alguna vez escuché una frase que decía: “Quédate con quien te quiera, no con quien tú quieras”, y me hizo pensar profundamente sobre estas dos posturas.
Cuando eres tú quien ama, te desvives por esa persona. No le ves defectos, aunque claro que los tiene. Toleras sus desprecios o su indiferencia, pues es muy común que quien no ama tienda a ver por su propia conveniencia sin pensar en el otro. Y ni hablar de las expresiones de cariño: quien ama lo da todo, sin frenos ni tapujos, pensando siempre en el bienestar del otro.
Por supuesto, quien ama es fiel, porque no tiene ojos para nadie más. La fidelidad se vuelve un placer. Pero también se sufre… y mucho, cuando das todo y no eres correspondida.
Al primo de un amigo le pasó muchas veces: tenía frente a él a quien pensó que era el amor de su vida. La miraba a los ojos, le decía “te amo” con una carga de emoción y pasión total, pero en respuesta escuchaba un “¿a poco sí?”, un “¿qué tanto?” o un simple “naaaa, ¿en serio?”. Nunca un “yo también te amo”. Y eso, con los años, se vuelve doloroso. Porque tarde o temprano te das cuenta de que no contesta porque no le nace, porque simplemente no lo siente.
Y entonces amar, sin ser correspondido, duele profundamente.
Ahora pensemos en el caso contrario: cuando eres tú a quien aman y tú no amas. Esto puede darse de dos formas: una, donde quien no ama actúa de forma fría y calculadora; y otra, donde simplemente aún no se siente ese amor desbordado.
Hablemos de la segunda. Cuando eres tú quien recibe ese amor, pero no lo corresponde de la misma forma. Cuando te dicen “te amo”, te tratan bonito, te apoyan en todo… y no entiendes por qué no te nace contestar con un “yo también”. Aun cuando sabes que eso, precisamente, es amar: demostrarlo en lo cotidiano.
Esa persona no solo te lo dice, sino que te lo demuestra: te manda mensajes de buenos días, pregunta cómo estás, te apoya en lo que haces… pero tú no sientes lo mismo. Puede llegar a ser incómodo cuando el amor del otro llega a un nivel tan elevado que no puedes corresponder. A veces dan ganas de salir corriendo. Otras, de dejarse querer y que desaparezcan las ganas de huir. Tal vez incluso… comienzas a amar.
El tema de este artículo es: ¿qué es mejor, amar o ser amada?
Y mi respuesta es: ninguna de las dos, si no es recíproco.
En ambos casos, quien no ama termina lastimando a la persona que sí ama sin límites. Es cierto que quien es amado puede quedarse por años en una relación sin amar, simplemente porque se siente bien, porque recibe cariño… y ¿A quién le dan pan que llore? Hasta que un día llega alguien a quien sí ama, y entonces quiere dejar a quien tanto lo amó.
Por eso, ninguna de las dos opciones es ideal, porque ambas terminan doliendo.
Lo mejor es amar y ser amada.
Tener a esa persona a quien puedes gritarle “te amo” y saber que siempre te va a contestar “yo también” o “yo más”. Ser correspondida es lo mejor, y creo que no debemos aceptar menos que eso.
No tiene sentido elegir entre amar o ser amada si el amor no es mutuo. Ambos roles, cuando están desequilibrados, tienen consecuencias negativas. Pero ser correspondida… eso es algo verdaderamente increíble.
Amiga, te invito a no conformarte con solo amar o con solo ser amada.
Pensemos que tener esa correspondencia de amar y ser amada es lo que realmente vale la pena.
Ahora bien, no te confundas: en una relación duradera, como un matrimonio, habrá momentos en los que tú ames más o en los que te amen más. Es normal que haya altibajos. Pero no te quedes en el “bajo”. Trabaja para construir una relación basada en la correspondencia emocional, sexual, espiritual, de vida, de proyectos, de familia, en cada uno de los aspectos que se comparten con ese ser que elijas como compañero de vida.
Porque sí, aún creo que el objetivo es para toda la vida.
Con amor,
ERIKA GARAY

Erika Garay
Estratega de ventas y liderazgo femenino, Erika Garay inspira a romper techos y reescribir historias. Desde el diseño y las neuroventas hasta el coaching y la motivación, impulsa a mujeres a liderar con propósito. Voz de "En Positivo" y pluma de ADN A Diario Network, es guía en el camino hacia una vida plena, poderosa y sin límites.