La firma de la orden ejecutiva en Washington para actuar en México y América Latina, aunque no implique tropas sobre el terreno, abre la puerta a un abanico de operaciones que van desde el uso de drones y ciberataques, hasta la infiltración de agencias con autorización política directa. Es un mensaje brutalmente claro: EE. UU. se reserva el derecho de actuar donde considere que la amenaza del crimen organizado cruza sus líneas rojas.
Y mientras ese escenario se afila, México entregó hace días a 26 narcotraficantes de alto perfil a la justicia estadounidense (bajo la promesa de no aplicarles la pena de muerte). En la lista figuran nombres capaces de dinamitar la vida política y empresarial mexicana si deciden hablar: Servando Gómez “La Tuta”, Abigael González Valencia (cuñado de El Mencho), operadores financieros y jefes de plaza que han sido piezas centrales en redes que mezclan narco, política y negocios.
Si la orden ejecutiva es la amenaza explícita, las extradiciones son la jugada táctica: EE. UU. se lleva no solo a los criminales, sino a la información más sensible sobre quién les dio protección en México. La pregunta es quién manejará esa información, quién decidirá qué se filtra y qué se entierra. Porque esos testimonios pueden implicar a exgobernadores, alcaldes, mandos militares y empresarios que se han beneficiado del narcoestado.
El riesgo para México es que esta combinación de presión política y control judicial externo lo deje en una posición de subordinación estratégica: el vecino del norte tendrá en su poder datos que pueden usarse para desmantelar redes criminales o para presionar políticamente a nuestro país, según convenga a sus intereses.
Ganan ellos, que controlan la narrativa y administran la información como arma de negociación. Pierden la soberanía y la justicia mexicana, que quedan reducidas a espectadoras de su propio drama. Y pierde la ciudadanía, que seguirá pagando con inseguridad, corrupción y violencia la incapacidad de su Estado para enfrentar al crimen organizado sin pedir permiso.

Fernando Schütte Elguero
Empresario inmobiliario, maestro, escritor, y activista en seguridad pública. Destacado en desarrollo de infraestructura y literatura.
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