El año pasado uno de mis colegas profesores me obsequio un libro titulado “La investigación filosófica” escrito por Marco Arturo Toscano Medina de la Facultad de Filosofía “Dr. Samuel Ramos” en la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo. El libro es corto con una lectura fluida y muy bien explicados los temas que aborda, además, en cuanto comencé a leerlo no dejo de pasar por mi mente como abordar la filosofía en la educación. Porque en la historia de la misma hemos visto cómo es que los paradigmas surgen a partir de las necesidades, su filosofía y método parten de los problemas a explicar. Educar no es solo darle lecciones a los estudiantes, es enseñarlos a pensar y las materias que se les imparten es para que vayan encontrando su vocación e interés científico.
Debe quedar claro que la filosofía no es un conocimiento estático, es como el lenguaje: fluido y en movimiento. Por ello el pensamiento debe tener un objetivo y ser consensuado porque las ideas deben tener justificación. Aquí mismo cabe abordar otro punto, la filosofía no está para dar soluciones y respuestas, esta para plantear problemas y crear conceptos. Por eso es que ante la inconformidad que hoy impera por los nuevos libros de texto gratuitos, por ejemplo, hay que saber cómo cuestionar o criticar. No basta con decir que uno no está de acuerdo.
Si bien a mucho nos preocupa la formación de los jóvenes actuales una forma para demostrarlo es apoyando los concursos literarios que emiten las secretarias de educación, porque el lenguaje es fundamental para la comprensión del mundo. Ideas, naturaleza y ciencia. Por ello la literatura también es filosofía, es historia y es ciencia por los niveles de lenguaje que alcanza.
Si cambiamos la palabra filosofo por maestro, docente o profesor el sentido sigue siendo el mismo. Es decir, para que el filósofo sea es necesario que tenga experiencia para que tenga algo que cuestionar y decir. En cuanto al profesor, una clase bien dada es a partir de la práctica que tenga en el dominio del tema, sus técnicas de enseñanza y su experiencia frente a grupo. Un mal filósofo y profesor, son aquellos que piensan como enseñar desde un cubículo y desafortunadamente quienes proponen los métodos de enseñanza y califican las nuevas tesis de filosofía, es gente de escritorio. Por eso es que existe mucho hartazgo, cansancio y una enseñanza o escritura superflua, porque no se le da importancia al contenido sino a las formas.
Se han dejado de lado los siguientes rubros: el lenguaje, el pensamiento, la lectura, la escritura, el habla, el análisis, la interpretación-comprensión, la crítica y la creación-recreación. No podemos formar una sociedad culta si desde las aulas no les enseñamos a escribir libremente pero hay un por qué y es que muchos profesores tienen que enfrentarse al exceso de información, luego al exceso de opinión pero viene algo preocupante: la experiencia. Tanto para un filósofo, escritor o profesor, la experiencia se va haciendo cada vez más rara y esto se debe a la falta de tiempo para vivir por el ahogo de trabajo.
Y en efecto, justo es el mismo exceso de trabajo lo que impide la experiencia investigativa. Porque no se entiende que no se puede trabajar a todas horas, la competencia es mucha y eso es lo que ha provocado la superficialidad en las ciencias y humanidades. Al principio me podía mucho que se le aplaudiera a un colega que no sabía nada de historia pero como les aplico un foldable a los alumnos, pues eso llamó más la atención que una clase donde se les enseña a los alumnos con información de calidad, reciente y madurez de ideas.
Me resulta muy interesante como es que se cuestiona mucho la nueva edición de los libros de texto gratuitos cuando en ningún momento nadie exigió más profesionalismo y calidad en los contenidos de las clases, pero si aplauden el exceso de la técnica pedagógica. Ese material que se ha hecho polémico es el resultado de la tecnificación y la burocracia. Probablemente le hará más fácil el trabajo al profesor que lo use porque debe guardar fuerzas no con los alumnos y contenido, pero sí para los Consejos Técnicos Escolares. Vaya futuro que nos espera.
Licenciado en Historia por la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez. Profesor en Preparatoria Lobos de la Universidad de Durango Campus Juárez y en la Escuela Preparatoria Luis Urias.
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