Nadie tiene la verdad absoluta y menos en la política pero hay verdades universales que imperan desde el principio de los tiempos, en todos los ámbitos; y una de ellas es que nada dura para siempre, ni la fortuna, ni la desgracia, ni el poder ni la opresión. Todo en la vida es cíclico y nos guste o no, las cosas cambian.
Es un acto de soberbia pensar que merecemos más que aquellos que consideramos inferiores, y es un crimen ver la miseria de otros y permanecer al margen. Es un acto de egoísmo e inconsciencia ver que alguien le da de comer al pobre y llamarlo populista. Porque entonces, y guardando todas las proporciones, ¿Qué fue Jesucristo si no un activista en favor de los débiles y los desposeídos? Y ojo, no estoy hablando de regalar limosnas ni de dar lo que nos sobra sino de desear para los demás el mismo bienestar que deseamos para nosotros mismos.
¿De qué sirve ir a las iglesias los domingos, bautizar a los hijos, pagar los diezmos -en la gran minoría de los casos, porque cuando se es deshonesto ni Dios se salva. De qué sirve llamarse cristianos, si se está lleno de desprecio y desdén hacia los pobres? No hay que olvidar que con nuestras conductas estamos modelando para los hijos y los nietos, que ellos serán los frutos de las semillas que sembramos en sus mentes. Y lo peor de todo, es que al crecer con modelos de egoísmo y de falta de integridad, llegado el momento mostrarán las mismas conductas hacia los demás, empezando por quienes modelaron para ellos, conductas carentes de amor y compasión hacia su prójimo. Y entonces, ¿qué clase de mundo, qué clase de vida les espera a ellos y a los padres que los formaron? Cría cuervos y te sacarán los ojos.
Afortunadamente y como decía mi abuela “Dios no cumple antojos ni endereza jorobados” y
no podemos hacer que las circunstancias permanezcan estáticas cuando los vientos nos favorecen, la vida se mueve, los ciclos terminan. Y en México ha terminado un ciclo y ha comenzado otro. Este ciclo que empieza beneficiará a unos y perjudicará a otros pero inevitablemente moverá todas las conciencias.
¿Porqué si otros soportaron hambre, miseria y abandono por décadas, callados sin una voz que los representara y sin la esperanza de hacer su revolución por medio de los votos, ahora tú, que por lo menos tienes una educación académica o un trabajo que te da para vivir decorosamente, te opones con tanto odio a ese cambio que les está haciendo justicia?
Y si vives de un puesto público ¿Acaso tu familia no merece comer de un sustento ganado honrosamente sirviendo con honestidad en lugar de recibir una remuneración manchada de deshonra y a veces de sangre? ¿Puedes mirar a tus hijos a la cara y explicarles lo que haces y lo que pretendes no ver para ganarte la vida?¿Estás consciente y conforme con el impacto que tu participación en un sistema corrupto y egoísta tiene en la vida de otras personas? ¿Estás consciente de que el daño que causas directa o indirectamente regresará a ti inexorablemente?
Aquellos que más se resistan serán los que más sufran porque la vida es como un río que no se detiene por nadie, y entonces, o nadas o te ahogas. De nada nos servirá insultarnos, dividirnos, matarnos. Lo único que nos queda es tener templanza, integridad y fortaleza para mantener a flote esta nación maravillosa que se llama México, que lleva quinientos años soportando el saqueo de los ajenos con la ayuda de los propios y que es la única patria que tenemos para heredarles a nuestro hijos.
Ahora más que nunca es importante ponernos del lado de nuestros valores como seres humanos, dejarnos guiar por la voz del corazón, que es el otro cerebro que tenemos. Cerremos nuestros oídos a las voces del odio, vengan de donde vengan. Ya no es posible detener la rueda de la justicia que a veces tarda pero siempre llega.
¿Acaso es tan difícil reconocer que ya era justo que en el girar de esa rueda ahora quizá nos toca estar abajo? Y estar abajo no significa no tener que comer, o vivir a la intemperie ni carecer de lo imprescindible como han vivido tantos mexicanos por tres décadas, solo significa ponerse en el lugar de los otros y aceptar que por mucho tiempo ellos pasaron penurias que nosotros nunca conoceremos. Significa buscar un nuevo modo de vida que aunque no sea tan fácil como lo era antes, tampoco será ni remotamente tan doloroso ni tan injusto como lo fue para millones de seres humanos, que no porque no convivimos con ellos no vimos su miseria y el abandono de que fueron víctimas, no significa que no existen.
Si tomamos en cuenta que por cinco sexenios consecutivos elegimos gobiernos que se dedicaron a sangrar y a vender al país, lo cual ahora resulta más dolorosamente obvio que nunca, y ya que la voluntad del pueblo expresó su repudio hacia esos gobernantes, estamos obligados a respetar esa democracia que tanto presumimos cuando ganaba el partido de nuestra preferencia.
Imaginemos que “el tigre” se hubiera volcado a las calles a quemar autos, saquear negocios, hacer marchas y plantones masivos bloqueando caminos y carreteras, etc., cuando descaradamente se impuso a los presidentes de los últimos dos sexenios. No hubiera habido manera de contener su descontento sin causar una guerra civil con derramamientos de sangre que habrían pasado a la historia.
Sin embargo el tigre aguantó y se limitó a lamerse las heridas. Pero ahora que se levantó, tiró el zarpazo y decidió quién habría de gobernar, nos sentimos desilusionados, despojados, en lugar de agradecer que las elecciones se llevaron a cabo pacíficamente por el bien de todos. Recordemos que el ser humano es capaz de soportar todo, menos que se le quite el pan de la boca. Y ese tigre estaba hambriento, por decir lo menos, hambriento a tal grado, que si se hubiera llevado a cabo otro fraude electoral, ahorita estaríamos llorando lágrimas de sangre.
La falta de madurez política, la soberbia, y el egoísmo brutal que estamos demostrando con esta constante actitud de rechazo y saboteo al actual gobierno es simplemente inaceptable. Esta obstinada y enfermiza oposición a cada cosa que el gobierno federal hace, no sólo no detendrá su marcha, sino que nos debilita cada día más como sociedad. Parecemos un niño de ocho años haciendo berrinche porque perdió todas sus canicas.
El temor infundado de que este gobierno hunda al país solo se puede mitigar ayudando a remar en lugar de lanzarle piedras al barco. Tenemos derecho a protestar y exigir que el gobierno trabaje en beneficio de los mexicanos, pero para eso es necesario tener muy claros nuestros deseos como ciudadanía, y sobre todo tener claro si esos deseos son en bien de la mayoría o solo para el beneficio nuestro y de nuestros allegados. Aquí, es necesario despojarnos de toda hipocresía.
También es primordial estar verdaderamente bien informados o de lo contrario nuestras protestas y exigencias carecen de fundamento y de valor. ¿Y qué veracidad puede tener la información que dan los medios de comunicación tradicionales, qué objetividad puede tener su trabajo periodístico si el actual gobierno se niega categóricamente a pagarles inmensas sumas de dinero a las que estaban acostumbrados durante los gobiernos anteriores?
¿Qué solidaridad y honestidad podemos esperar en las declaraciones y postura de los gobernadores de la oposición si han sido acotados, limitados en el gasto de los recursos públicos estatales, de los cuales disponían a discreción? ¿De qué otro modo pueden reaccionar ante la implacable verdad que hoy los golpea en la cara con vídeos que exponen su bajeza y su cinismo?
Estamos muy ocupados protestando y criticando al gobierno federal y no nos damos cuenta de lo que está sucediendo en nuestro propio estado, donde día a día se cometen injusticias, actos de anarquía y saqueo de agua, crímenes de todo tipo, influyentismo, actos crueles y vergonzosos que afectan lo más preciado que tiene un ser humano que es su salud, hay dispendio de los recursos del estado, etc., y los dejamos pasar por alto porque son cometidos por un partido afín a nosotros, como si los actos de negligencia y los abusos dolieran menos porque los comete nuestro partido.
Si nos negamos a escuchar lo que informa el presidente cada mañana con el pretexto de que no sabe hablar de corrido y su discurso no es florido ni rebuscado, estamos renunciando a exigirle resultados y seguiremos permitiendo que los intereses obscuros que nos han manipulado siempre, lo sigan haciendo desde la sombra. Hay que exigir, hay que protestar, hay que impedir las acciones gubernamentales que perjudiquen nuestra economía y nuestro bienestar, pero para eso hay que tener los hechos y dichos del propio presidente y no lo que dicen los medios de comunicación después de haber editado y deformado su discurso para mal informar a la ciudadanía.
Los medios nos quieren de su lado para criticar al gobierno pero sus intereses no son los de México, estos los tienen totalmente sin cuidado. Ellos manipulan la información y a la ciudadanía para seguir obteniendo beneficios económicos. Al fin que cuando el barco se hunda y como buenas ratas que son, ellos serán los primeros en saltar para irse a vivir a otros países disfrutando el dinero del chayote que tienen guardado en paraísos fiscales, mientras nosotros nos quedaremos a recoger los escombros y a reconstruir las ruinas.
Afortunadamente hoy son otros tiempos. Hoy en día el presidente hace a un lado a los medios y personalmente informa al país, de modo que no podría utilizar la excusa de que la prensa mal interpretó sus palabras a la hora de que el pueblo le haga un reclamo. ¿Qué mejor oportunidad queremos para hacerlo responsable?
Todos sabemos que no es fácil escuchar al presidente, tiene un acento muy tabasqueño (lo cual no es de ninguna manera reprochable pero para nosotros los norteños puede se un poco frustrante escucharlo), habla muy despacio y hace pautas que en ocasiones parecen eternas, además de que abusa de la muletilla “este…” es verdad, concedido.
Pero si vamos más allá de las formas y nos concentramos en el contenido y dentro de éste buscamos lo que nos interesa ya sea para reprochar o reconocer su desempeño, si lo escuchamos directamente en lugar de ver la versión editada de los noticieros y comentaristas tradicionales, tendremos los elementos necesarios para formar nuestra propia opinión.
Es real que no todos tenemos la oportunidad de asistir a una conferencia mañanera para expresar nuestras críticas al presidente y que nuestro único recurso para hacerlo son las urnas. Dicho esto, es interesante ver que ninguno de los comentaristas de televisión, a excepción de Jorge Ramos en una sola ocasión, se hacen presentes en las mañaneras para imputar al presidente en su propia cara y decirle las verdades sin pasarlas por agua. Eso sí sería una muestra de un periodismo serio y responsable.
En cuanto a la ciudadanía en general y en mi humilde opinión, una vez que lo hayamos escuchado directamente, si su gestión no nos es satisfactoria por sus resultados, podremos hacer uso de esa arma que el propio presidente nos ha dado para revocarle el mandato en 2021.
Tres años no son mucho esperar, ya que México ha demostrado una y otra vez que a pesar de sus gobiernos es capaz de sobrevivir y seguir adelante. Son tres años que tendremos que actuar con honestidad y madurez respetando la voluntad de la mayoría. Esos tres años también son una oportunidad para hacer lo que nos corresponde con civilidad, trabajo y compromiso con México.
Si el presidente se tiene que ir porque el pueblo así lo demanda, que se vaya. Nosotros sólo tenemos que asegurarnos de que él no tiene que reprocharnos que solo perseguimos nuestros intereses personales y partidistas, que no podrá reprocharnos el haber mentido, haber engañado, haber traicionado nuestros principios y a nuestra patria.
Hoy por hoy están saliendo a la luz asuntos que deberían sacudir nuestras conciencias, son hechos que este presidente venía señalando desde hace años y que la prensa ocultó por así convenir a sus traidores intereses. Nos estamos dando cuenta de que vivíamos en un país carcomido por la putrefacción del sistema político que ya había permeado a todos los estratos de la sociedad y que si no pudimos o no quisimos darnos cuenta era solo porque a nosotros nos iba más o menos bien.
Los acontecimientos actuales y los que están muy prontos a suceder nos darán la oportunidad de demostrar de qué estamos hechos los mexicanos, ahora sabremos si México necesita más pueblo o necesita más presidente, porque la verdad y la justicia ya son impostergables, porque al final de cuentas, los muertos siempre flotan.
Oriunda de Ciudad Juárez, es madre de tres hijas y abuela de cuatro nietos. Incursionó en la iniciativa privada, en la locución de noticieros, en la docencia de idiomas y en los bienes raíces en El Paso, Tx.
Empezó su búsqueda en el camino espiritual en el año 2002, estudiando Raja Yoga con la Maestra Hindú Didi Lavina Vaswani en El Paso Texas, donde vivió por 14 años, recibiendo Nombramiento de Maestra de Raja Yoga en el Centro de Retiros de Madhuban - Rajasthan, India, en 2002.
Es Miembro de la Universidad Espiritual Mundial Brahma Kumaris desde 2002 y Ministro Ordenada por la Hermandad Espiritual Mundial desde 2008.
Escribe la columna "El Rincón del Alma", en la revista semanal Weekend.
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