En medio de la tensión social más evidente de los últimos años, con miles de mexicanos marchando para exigir lo que el gobierno debería garantizar sin condiciones, el expresidente López Obrador reapareció… pero no para hablar de la crisis nacional. Lo hizo para presentar un libro que, más que obra, funcionó como pretexto. Un vehículo para justificar una serie de declaraciones absurdas, desconectadas entre sí y totalmente ajenas al contenido del propio texto.
El contraste resulta ofensivo. Mientras los ciudadanos claman seguridad, justicia, salud y verdad, el exmandatario se refugia en anécdotas domésticas, paisajes de su rancho y reflexiones que parecen escritas desde una burbuja. Y lo más grave: usa ese escenario “literario” para volver a esparcir sus “otros datos”, envolviendo a quien lo escucha en un tono emocional que pretende suavizar la mentira, tal como lo mencioné en mi artículo anterior.
Pero la presentación del libro terminó siendo más reveladora que el libro mismo. No acudió a explicar propuestas, análisis o autocrítica. Acudió a recuperar reflectores y lanzar mensajes que nada tenían que ver con lo que decía el texto. Es decir, el libro fue solo la excusa para volver a polarizar, distorsionar y manipular. Un telón de fondo para declaraciones que no se sostienen, que contradicen hechos verificables y que llegan justo cuando el país exige responsabilidad, no discursos reciclados.
Mientras tanto, la realidad es otra. Gobernadores rebasados, instituciones debilitadas y ciudadanos que sienten que el Estado les falló. Familias enteras marchando por las calles porque sienten que nadie las escucha. Y en ese contexto, el expresidente decide hablar… pero no de México, sino de sí mismo. Y aun así, ni siquiera se apega a su propio libro: lo usa como plataforma para volver al mismo guion que el país ya conoce y que cada día convence a menos.
Por eso hoy el llamado debe ser firme: no consumir sin cuestionar. No permitir que la narrativa emocional sustituya a la verdad. No confundir el tono pausado con la sinceridad, ni las anécdotas simples con honestidad política. Los mexicanos no merecemos que se nos hable como si no entendiéramos lo que pasa. Merecemos claridad, rendición de cuentas y un reconocimiento real del dolor social que se vive.
La figura pública tiene derecho a publicar lo que quiera; lo que no tiene derecho es a usar ese escaparate para evadir responsabilidades o distorsionar la historia reciente del país. El libro no es el problema. La manipulación detrás del libro sí lo es.
Hoy más que nunca, pensar, contrastar, cuestionar y razonar son actos de defensa cívica.
No porque odiemos a alguien, sino porque amamos a México. Y México necesita ciudadanos despiertos, no seducidos por relatos fuera de lugar.
El país real espera soluciones. No excusas disfrazadas de literatura.
Mayra Machuca
Abogada, Activista, Columnista, Podcaster.
Especializada en análisis y asesoría jurídica, cuenta con experiencia administrativa y jurídica con habilidades destacadas en la resolución de problemas y coordinación de tareas. Experta toma de decisiones estratégicas. Activa en Toastmasters y Renace y Vive Mujer.
