Sé que la sensatez, la tolerancia, la prudencia y la cordura, no son virtudes de aquellas mujeres a las que les llaman feminazis.
Entendiéndose por tales, las que han decretado guerra sin cuartel contra los hombres en general, utilizando un pretexto al que le llaman “El Patriarcado”, y cobijadas con el discurso exorbitante de: “¡Nos están matando!, Solo por ser mujeres”.
¿Hacía falta una sacudida para que la falocracia bajara de tono la supremacía sexista en el mundo? ¡Sí!
¿Es justificable que en aras de justicia; por la negligencia del Estado para resolver los homicidios violentos en general, y contra mujeres en particular, los colectivos rabiosos se armasen de palos, varillas, bombas molotov y otros proyectiles, para destruir como marabunta todo lo que alcancen a su paso?
¡NO!
Cubrir su rostro como terroristas del Medio Oriente; y ocultar su objetivo siniestro, con el ropaje del feminismo, desvirtúa completamente su primigenio propósito de vindicar el género femenino y equilibrar la convivencia humana.
Hoy al exceso, la tropelía, el desorden y el atropello causado por su rabiosa presencia pública, le llaman feminismo de tercera generación. Y si no estás de acuerdo con ellas, puedes ser agredido no sólo verbal, sino físicamente, pues como dije al inicio de esta pieza, la tolerancia, la prudencia y la cordura no son características de su personalidad.
La lucha por erradicar cualquier tipo de violencia contra la mujer, es encomiable, plausible.
Exigir justicia por la negligencia de las autoridades por resolver los delitos de alto impacto como las violaciones, homicidios, o mutilaciones, ¡Es imperativo!
Denunciar los acosos en las universidades, las maquilas, oficinas y centros de trabajo, debe ser permanente.
Pero esta vez ¡SE PASARON!
Los performances cargados de blasfemia contra la creencia católica, no tienen paralelo. Los soldados de Cristo, los Caballeros de Colón y otras organizaciones católicas, están haciendo un esfuerzo sobrehumano para no pasar por cuchillo a estas renegadas provocadoras.
Mis lectores deben saber que México, desde poco menos de dos décadas, construye un modelo de políticas públicas para erradicar las violencias contra las mujeres.
Sin embargo, la lentitud con la que se está edificando este modelo, es desesperante.
Para que funcione, necesitamos involucrarnos todos. Hombres, mujeres, académicos, Congreso de La Unión, congresos locales, servidores públicos, y la sociedad civil en general.
La humanidad avanza en los ámbitos del conocimiento, las ciencias, el desarrollo; sin embargo permanecen en la sociedad, deleznables conductas que recalan principalmente en los sectores más vulnerables: las mujeres, los niños, los adultos mayores.
Usted como espectador de la convivencia social, no advierte que han sido décadas de esfuerzos realizados para contener los crímenes de odio, en razón de género, y por la pachorra con la que se va armando el andamiaje, hubo menester de generar un estallido mundial.
Hablar de feminicidio y las asimetrías de género, no es cosa sencilla.
Contimenos, actuar en consecuencia para erradicar de cuajo el mal que se causa a las mujeres.
Es paradójico, que aunque México participó desde 2002 en el Protocolo Facultativo de la Convención sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación contra la Mujer (CEDAW), aún se esté construyendo el andamiaje conceptual y legal, sobre el cual debe reposar la respuesta institucional.
Dicha respuesta oficial, aún flota en el aire, y no se alcanza a sustentar todavía la política pública en materia de equidad de género y violencia contra las mujeres; con atención especial al feminicidio como expresión extrema de la privación de la vida por razones de género.
Está dormitando en la ensoñación de los justos.
Un avance legislativo se dio en febrero del 2007; la LX legislatura del honorable Congreso de La Unión, promulgó la Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia.
Pero bueno, su aplicación está pendiente. ¡Trece años no han sido suficientes para aplicarla! Y eso, francamente encabrona a cualquiera.
En aquel tiempo se calculaba que eran siete mujeres que morían por esta causa; hoy las estadísticas indican que son doce por cada cien muertes violentas.
No discutiremos hoy si ochenta y ocho son varones y tampoco se resuelven estos crímenes. Este es otro tema.
Lo que sí, es que se pasaron de tueste con la violencia las que paradójicamente buscan terminar con ella. Un contrasentido, una incongruencia.
Raúl Ruiz
Abogado. Analista Político. Amante de las letras.
CARTAPACIO, su sello distintivo, es un concepto de comunicación que nace en 1986 en televisión hasta expanderse a formatos como revista, programa de radio y redes sociales.
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