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La imagen del político implica aceptación o rechazo.
Es un acto reflejo del ser humano. Veamos.
A muchos de nuestros lectores les abomina, por ejemplo, la imagen de Fernández Noroña. Tipo desaseado, grosero, con una facha de malandro y un léxico ofensivo en casi todas las expresiones que emite.
Sin embargo, también hay mucha gente que ve en él, al ideal de político mexicano que debe estar en la presidencia de México. Si no fuera así, seguramente cambiaría de look y trataría de utilizar un lenguaje menos áspero.
Cada personaje juega su rol y construye su imagen como él piensa que le irá mejor en la selección de candidatos y posteriormente como posible diputado, alcalde, gobernador o senador.
Y no me refiero exclusivamente a la imagen personal en lo físico, que definitivamente es esencial para la participación política. Sino a la imagen que reflejan con su discurso, su compromiso real; con la congruencia entre sus palabras y sus acciones.
Hay personas con un carisma natural que conecta de inmediato con sus interlocutores, pero hay otros que necesitan una ayudadita para ser reconocidos por la gente.
Hoy, los símbolos son más importantes que nunca. La imagen gráfica, el decir, y el hacer.
El elector de hoy observa con suma rapidez su entorno, y si no hay algo que atraiga su atención, de inmediato se aleja a buscar otros factores de su interés.
De ahí que contemos con segundos para proyectar nuestra imagen.
Esto se logra a través de muchos ejercicios de comunicación, de acercarse a través de los canales adecuados, de hacer cada día campaña, colocar su imagen sistemáticamente en la mente y el corazón de los electores.
Pero, ¿Cómo se hace esto? Sobre todo, en el contexto de lo POSTCOVIDIANO.
De entrada, debéis saber, que luego de la pandemia, todo cambió y que se tiene que dar una sacudida a todo lo que llamábamos “tradicional”.
Lo tradicional ya no opera igual. Los resultados son otros y poco favorables a nuestro objetivo. Es menester reconstruir nuestra propia imagen. Darle una manita de gato.
Y eso no se hace en un fin de semana.
El propósito de estas líneas es justamente eso. Comenzar desde hoy, a hacer los cambios necesarios para que en el momento de buscar una candidatura para el 24, los aspirantes hayan pasado ya por un proceso de oxigenación, limpieza profunda, y remodelación.
Las redes sociales son importantes. Pero definitivamente no serán totalmente determinantes para decidir en el 24. Son uno de varios vehículos solamente.
Vean ustedes el ejemplo de los políticos jóvenes que publican al día tres o cuatro fotos y videos de sus actividades. La gran mayoría intrascendentes. Los vemos en el antro. Con las copas encima, “haciendo desfiguros” … así decía mi abuelita.
Con esta imagen quieren atraer la atención del sector estudiantil. Hacerles creer que son iguales y que por eso votarán por ellos.
Otros, van a las colonias a repartir flores, a limpiar un poco los parques, para que los vean hacendosos. Pero de inmediato advierten que son florecillas de un día. Que no es lo que cotidianamente hacen por la gente, por la colonia.
En la construcción de la imagen pública poscovidiana se necesita congruencia. Si vas a ser el candidato jardinero de los parques, más vale que lo vayas haciendo desde ahora, y hasta el día en que levantes la mano y digas: “¡Hey!, aquí su jardinero de las colonias, que quiere ser diputado. Ah, y que también le sabe al tema legislativo.
No es cosa sencilla. Pero primero se debe tener certeza de lo que se quiere. Y hacer un examen de conciencia para definir si estás preparado para ello o vas a improvisar por el camino.
Si necesitas asesoría, estoy a la orden. Pero no se me amontonen. Para todos hay.
Abogado. Analista Político. Amante de las letras.
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CARTAPACIO, su sello distintivo, es un concepto de comunicación que nace en 1986 en televisión hasta expanderse a formatos como revista, programa de radio y redes sociales.
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