Usualmente cuando se publica un indicador económico relevante como es el Empleo, el Producto Interno Bruto (PIB) o la Actividad Industrial, dedico este artículo para realizar una reflexión al respecto. El día de ayer fue publicado el PIB Nacional al primer trimestre de 2020 y los resultados son poco alentadores, registran una caída del 2.2% respecto al mismo periodo de 2019, sin embargo, más allá que hoy hablar de la economía, que tiene grandes retos después de la crisis, hoy dedicaré estas líneas a la evaluación de gobierno y los servicios que este ofrece.
En estos días he estado impartiendo una clase de finanzas públicas y los primeros temas que hemos analizado es la definición de gasto público, cómo éste depende de los ingresos de gobierno, mayoritariamente producto de los impuestos, así como la obligación del estado de dotar de bienes públicos. Analizando estas definiciones han surgido diversas preguntas como: ¿realmente hay cobertura de servicios públicos? ¿el presupuesto es basado en resultados, es decir, se garantiza la calidad de los servicios mas que la cantidad? Aun cuando nuestra respuesta fue no, la Encuesta Nacional de Calidad e Impacto Gubernamental (ENCIG) representa una herramienta útil para responder dichas preguntas.
La principal función debe ser garantizar que la población acceda a bienes públicos, mismos que eleven el bienestar de la población. En este sentido, la ENCIG mide el nivel de satisfacción de la población con respecto a los servicios básicos que ofrece el gobierno, los servicios evaluados son: agua potable, drenaje y alcantarillado, alumbrado público, parques y jardines, recolección de basura, policía, calles y avenidas, carreteras y caminos sin cuota; así como evaluar la educación pública básica y universitaria, servicios de salud del IMSS, ISSSTE y Centros de Salud Estatales o Seguro Popular, energía eléctrica, transporte público y autopistas con casetas de cuota. En general, la satisfacción promedio a nivel nacional pasó de 45.5% en 2017, a 47.2% en 2019.
Las entidades federativas con peor evaluación de los servicios básicos son Zacatecas, Chiapas, Guerrero y Oaxaca. En contraparte, los estados que mejor evalúan los servicios públicos son Nuevo León, Durango, Sinaloa, Colima, Guanajuato y Baja California Sur.
Para el caso de los servicios públicos básicos, las calles y avenidas, policía y alumbrado público, obtuvieron un menor nivel de satisfacción a nivel nacional, con 25.1%, 26.2% y 38.2%, respectivamente. Aunada a la pésima evaluación de los servicios públicos que no alcanzan el aprobado, en México el 15.7% de la población que realizó trámites, pagos, solicitudes de servicios, o bien, tuvo contacto con algún servidor público, experimentó actos de corrupción.
El tema de la insatisfacción de los servicios públicos es grave, porque ya de por si como ciudadanos nos quejamos de pagar impuestos, peor aún cuando pagamos impuestos sobre la nómina, la renta o al valor agregado, estos no son utilizados en mejorar los servicios básicos que como ciudadanos requerimos, tal es el caso de la educación, la salud, el agua o las la seguridad.
Ante la crisis del COVID será indispensable revaluar a que se destinan los recursos y como estos no sólo se deben canalizar al asistencialismo, sino a mejor calidad de servicios, no sólo cobertura, sino que realmente la educación sea de calidad o la salud. Hoy por hoy fue posible darnos cuenta como el sistema educativo tardó más de un mes en poderse adaptar a una modalidad virtual para evitar perder el ciclo escolar y, ni se diga del sistema de salud que ha sido más que evidente su deficiencia.
¿Qué esperar del tema económico y que el gobierno reactive la economía sino es capaz de cumplir su actividad básica que es proveer bienes públicos de calidad?
Lic en Economía de la UACJ y Candidata al Grado de Maestra en Ingeniería Económica por la Universidad la Salle. Columna semanal sobre temas de economía, finanzas, política y sociedad.
Las opiniones expresadas por los columnistas en la sección Plumas, así como los comentarios de los lectores, son responsabilidad de quien los expresa y no reflejan, necesariamente, la opinión de esta casa editorial.
