Ian tocó tierra en la costa suroeste de Florida el pasado 28 de septiembre como un poderoso huracán de categoría 4 en la escala Saffir Simpson. En el estado sureño provocó al menos 120 muertes y daños millonarios todavía sin cuantificar. Millones quedaron sin servicio eléctrico y de agua potable. Más de una semana después miles seguían sin energía.
La tormenta se ensañó especialmente con la localidad turística de Fort Myers Beach, considerada la zona cero del desastre, y la cercana isla de Sanibel, que aún permanece incomunicada por tierra.
Durante su visita a Fort Myers, Biden prometió ayuda a la comunidad en su largo camino a la recuperación. De acuerdo al comunicado de la Casa Blanca, FEMA ha abierto unos 11 centros de ayuda a damnificados en los condados más afectados, con planes de abrir más en los próximos días.
La agencia anunció que pagará la estancia en hoteles a quienes califiquen.
En la zona de Fort Myers vive una gran comunidad de inmigrantes latinos, en su mayoría de México y Guatemala, y muchos de ellos indocumentados que no piden ayuda por temor a ser deportados. Según el comunicado, el Gobierno federal proporciona servicios de traducción en varios idiomas a disposición de los afectados.
Cientos de inspectores de FEMA han examinado más de 49.000 hogares de sobrevivientes registrados para recibir ayuda federal. Hasta este 11 de octubre, el Programa Nacional de Seguros contra Inundaciones de FEMA ha recibido más de 35.000 reclamos y ha pagado más de 48 millones de dólares a los asegurados, entre los que se incluyen 35 millones en pagos adelantados, resaltó la Casa Blanca.

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