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    diciembre 4, 2024 | 0:27

    Cáncer de piel de Jill Biden podría impulsar lucha contra la enfermedad

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    Las experiencias personales pueden añadir fuerza a las campañas de una figura pública.
    Estados Unidos (VOA) –

    La campaña de Jill Biden para la cura del cáncer no comenzó con la muerte de su hijo de esa enfermedad en 2015, sino hace décadas, mucho antes de ser ella una figura pública, y pudiera recibir un nuevo impulso después de su reciente cirugía por dos carcinomas cutáneos.

    La primera dama a menudo dice que las peores tres palabras que alguien quiere escuchar son “Usted tiene cáncer”, y ella escuchó una versión de esa frase la semana pasada.

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    El miércoles se le extirpó una lesión que los médicos le habían detectado sobre el ojo derecho durante una revisión rutinaria a finales del año pasado y se confirmó que se trataba de un carcinoma basocelular, una forma de cáncer de piel muy tratable.

    Mientras la preparaban para extirparle la lesión, los médicos encontraron y le extirparon otra en el lado izquierdo del pecho, también confirmada como carcinoma basocelular. También se estaba examinando una tercera lesión en el párpado izquierdo.

    Aunque es demasiado pronto para saber cuándo y cómo abordará Biden su situación públicamente, su experiencia podría inyectar un nuevo propósito a lo que se ha convertido en parte del trabajo de su vida: destacar la investigación para curar el cáncer e instar a la gente a someterse a revisiones periódicas.

    Las experiencias personales pueden añadir fuerza a las campañas de una figura pública.

    “No hay nada como ‘yo he estado allí, he hecho eso’ y estar personalmente involucrada”, dijo Myra Gutin, una académica sobre la primera dama en la Universidad Rider.

    La portavoz de Biden, Vanessa Valdivia, dijo que “la lucha de la primera dama contra el cáncer siempre ha sido personal. Ella sabe que el cáncer nos afecta a todos”.

    La campaña de Jill Biden se remonta a 1993, cuando cuatro amigas suyas fueron diagnosticadas de cáncer de mama y una de ellas, Winnie, sucumbió a la enfermedad. El año pasado dijo en un discurso: “Winnie me inspiró para defender la causa de la prevención y la educación”.

    Esa experiencia la llevó a crear la Biden Breast Health Initiative, uno de los primeros programas de salud mamaria de Estados Unidos, para enseñar a chicas de 16 a 18 años a cuidar sus pechos. Biden formó parte del personal que acudió a los institutos de Delaware para dar charlas y hacer demostraciones.

    Su madre, Bonny Jean Jacobs, y su padre, Donald Jacobs, murieron de cáncer en 2008 y 1999, respectivamente. Hace unos años, una de sus cuatro hermanas necesitó un autotrasplante de células madre para tratar un cáncer.

    En mayo de 2015, Beau Biden, hijo del presidente Joe Biden con su difunta primera esposa, murió de un raro y agresivo cáncer cerebral, dejando una esposa y dos hijos pequeños. Joe Biden era vicepresidente en ese momento y el golpe de la pérdida de Beau le llevó a decidir no presentarse a la presidencia en 2016.

    Jill Biden, que había ayudado a criar a Beau desde pequeño tras casarse con su padre, estaba convencida de que sobreviviría a la enfermedad y más tarde describió sentirse “cegada por la oscuridad” cuando murió.

    Tras la muerte de su hijo, los Biden ayudaron a impulsar un compromiso nacional para “acabar con el cáncer tal y como lo conocemos”. El entonces presidente Barack Obama puso al vicepresidente al frente de lo que la Casa Blanca bautizó como Cancer Moonshot.

    Los Biden resucitaron la iniciativa después de que Joe Biden se convirtió en presidente y añadieron el nuevo objetivo de reducir las tasas de mortalidad por cáncer en al menos un 50 % en los próximos 25 años, y mejorar la experiencia de vivir y sobrevivir al cáncer para los pacientes y sus familias.

    “Nos estamos asegurando de que todo nuestro gobierno esté listo para ponerse a trabajar”, dijo Jill Biden en el anuncio del relanzamiento en la Casa Blanca el pasado mes de febrero.

    “Vamos a derribar los muros que frenan la investigación. Vamos a reunir a lo mejor de nuestra nación: pacientes, supervivientes, cuidadores, investigadores, médicos y defensores, todos ustedes, para que podamos conseguirlo”, añadió.

    En los años que transcurrieron entre la vicepresidencia y la candidatura presidencial, los Biden dirigieron la Iniciativa Biden contra el Cáncer, una organización benéfica.

    Jill Biden, de 71 años, ha aprovechado su condición de primera dama para hacer hincapié en la investigación de una cura para el cáncer, junto con otras cuestiones que defiende desde hace tiempo, como la educación y las familias de militares.

    Su primer viaje fuera de Washington tras la toma de posesión de enero de 2021 fue al Centro Oncológico Massey de la Universidad Commonwealth de Virginia, en Richmond, para pedir el fin de las disparidades en la atención sanitaria que, según ella, han perjudicado a las comunidades de color.

    Jill Biden ha visitado centros oncológicos, incluidos los infantiles, en Nueva York, Carolina del Sur, Tennessee, Costa Rica, San Francisco y la Florida, entre otros.

    También se unió a los Philadelphia Eagles y a los Phillies, dos de sus equipos deportivos profesionales favoritos, en actos, incluso durante las series mundiales, para destacar los esfuerzos en la lucha contra el cáncer a través de la detección precoz y honrar a los pacientes.

    En octubre pasado, con motivo del Mes de Sensibilización sobre el Cáncer de Mama, Jill Biden organizó un acto en la Casa Blanca con la Sociedad Americana contra el Cáncer y la cantante Mary J. Blige, que se convirtió en defensora de la detección precoz del cáncer tras perder a sus tías y otros familiares a causa de diversos tipos de cáncer.

    La primera dama también colaboró con el canal por cable Lifetime para animar a las mujeres a hacerse mamografías. Como demócrata, el año pasado concedió una entrevista a Newsmax, el canal conservador de noticias por cable, para hablar de la inversión federal en la aceleración de la lucha contra el cáncer.

    Anima regularmente a su público a programar citas para las pruebas de detección del cáncer que se saltaron durante la pandemia por miedo a acudir a las consultas médicas.

    El carcinoma basocelular, para el que la primera dama fue tratada con el procedimiento conocido como cirugía de Mohs, es el tipo más común de cáncer de piel, pero también la forma más curable.

    Se considera altamente tratable, especialmente cuando se detecta a tiempo. Es un cáncer de crecimiento lento que no suele extenderse y rara vez causa complicaciones graves o pone en peligro la vida.

    La Skin Cancer Foundation afirma que la delicada piel que rodea los ojos es especialmente vulnerable a los daños causados por los rayos ultravioleta del sol, lo que hace que el carcinoma basocelular en los párpados y alrededor de ellos sea especialmente frecuente.

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