Mientras el nuevo gobierno presume logros en materia de seguridad con el binomio Sheinbaum–Harfuch, respaldado por la SEDENA, la SEMAR y la FGR, el sistema judicial mexicano colapsa silenciosamente. Y sin justicia, no hay Estado.
En junio de 2024, el Poder Judicial de la Ciudad de México extinguió 35 juzgados civiles y familiares. En lugar de resolver el rezago histórico de más de 600 mil expedientes, los redistribuyó entre juzgados ya saturados. En materia familiar —donde se decide sobre niñas, niños, violencia doméstica y pensiones alimenticias— esta reducción raya en lo criminal.
México tiene apenas 4.5 jueces por cada 100,000 habitantes. La OCDE recomienda entre 16 y 19. Necesitamos, al menos, 17,000 jueces más para cumplir ese estándar. Mientras tanto, los pocos jueces que existen están mal pagados, sobrecargados de trabajo y, en muchos casos, enfrentan condiciones laborales indignas y hasta peligrosas. No sorprende que haya un paro indefinido en varias sedes judiciales de la capital. Sin salarios dignos ni condiciones adecuadas, no se puede exigir justicia eficaz.
La situación es aún más grave si miramos el panorama completo: más del 90% de los delitos quedan impunes, y el 80% ni siquiera se denuncian. De cada 100 delitos, solo 20 llegan a un Ministerio Público, y de esos, una mínima parte sobrevive a la corrupción, la ineficiencia o el desinterés. Y si finalmente llegan a juicio, el sistema judicial no da abasto.
Los Ministerios Públicos, en muchas entidades, son una cloaca de corrupción, donde las denuncias se negocian, se archivan o se pierden. El ciudadano común ya ni siquiera cree en el sistema: ha aprendido que la impunidad es la regla, no la excepción.
Y para colmo, lo que debería ser la cúspide del Poder Judicial —los jueces, magistrados y ministros— ha sido ocupado mediante procesos de designación política absurda, donde la militancia pesa más que el mérito. Se elige a quien conviene, no a quien sirve. Así, la justicia se convierte en simulación.
Mientras se invierten miles de millones en armas, patrullas y retenes, el aparato judicial se queda sin recursos. Pero sin jueces, los logros penales del gobierno quedarán en nada. No sirve capturar criminales si no se les puede juzgar ni condenar.
La justicia civil y familiar también es seguridad. Un niño sin custodia definida, una mujer sin pensión alimenticia, una herencia atorada durante años… también son señales de un Estado fallido.
México no saldrá adelante mientras su justicia siga siendo un trámite ineficiente para los ciudadanos y un botín político para los poderosos. Urge un plan nacional de fortalecimiento judicial que contemple más jueces, mayor presupuesto, una carrera judicial limpia y la reversión de decisiones tan absurdas como el cierre de juzgados.
Porque sin jueces, no hay justicia.
Y sin justicia, no hay paz.
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21 años después: del clamor a la indiferencia
Se cumplieron 21 años de la “Marcha Blanca”, cuando salimos a la calle dos millones de personas exigiendo paz y seguridad. En ese entonces, los homicidios dolosos eran menos del 30% de los que hoy se cometen diariamente. Y aun así estábamos hartos de vivir con miedo y furia ante la incapacidad del gobierno.
Vicente Fox tuvo 60 mil homicidios durante su mandato. En el sexenio de AMLO, más de 200 mil. Y sin embargo, la gente no reclama. ¿Nos acostumbramos a la violencia? ¿Se sustituyeron los espacios ciudadanos por marchas disfrazadas donde los inmorales disfraces son la delicia de los políticos?
Mediante la distracción, los gobiernos vuelcan su irresponsabilidad sobre el pueblo, dividiéndolo en convenientes y manipulables minorías, a las que prometen permanencia y recompensas a cambio de obediencia. Al parecer, cada vez es más frecuente que esas minorías sean engañadas.
En México, durante 2024, se cometieron 377,246 delitos, con una impunidad del 98%.
En 2010 aún no existía la tipificación de feminicidio, pero hubo alrededor de 500 homicidios dolosos de mujeres. Hoy, la cifra ronda entre 850 y 950 mujeres asesinadas cada año.
Las cifras no hablan del miedo ni del dolor, pero son un referente si queremos comparar gobiernos mejores o peores.
Quien gobierna por poder y para el poder, dista mucho del ideal de gobernar por un México mejor. Y ese, claramente, no es el caso actual
@FSchutte

Fernando Schütte Elguero
Empresario inmobiliario, maestro, escritor, y activista en seguridad pública. Destacado en desarrollo de infraestructura y literatura.
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