-Cuenta la historia que así dijo Galileo Galilei al verse obligado a retractarse de su modelo heliocéntrico ante la Santa Inquisición expresó; me imagino yo con cierta arrogancia científica la frase celebre que lo caracteriza ¡y sin embargo se mueve!! … y claro que se mueve, y en Juárez cada vez más.
Estábamos acostados, de fiesta o manejando cuando un movimiento teleférico nos sacudió las almas, máxime de quienes la conteníamos en aparente calma, al cabo de unos minutos los chats y las redes se llenaron de ¿Quién sintió el temblor?
La movida terrenal nocturna me hizo recordar como hace algunos años el tema del cambio climático nos invadía, la revolución verde y el cuidado del planeta estaban muy de moda y asombrados de lo que nos esperaba, hemos afrontado estas transformaciones meteorológicas con cierta resignación.
Y los temblores en Juárez tiene su propio origen pues desde hace más de 542 millones de años nos asentamos sobre una zona sísmica natural, me parece muy sospechoso la recurrencia con que la tierra nos viene a saludar.
Así que creo que es, todas las teorías de la existencia humana, las científicas o las religiosas, parten de una interacción energética o divina donde estamos estrechamente conectados, así como nos unen las ondas digitales, el mundo natural se comunica con nosotros y nosotros con él.
Hemos podido anticipar fenómenos climáticos de manera cada vez mas precisa, pero desde hace miles de años, los seres humanos solo con nuestros sentidos teníamos la habilidad de leer el ambiente.
Tiembla porque hay un desplazamiento de las placas, pero… cuando, dónde y de qué magnitud será… no lo dice la ciencia. Ese es el maravilloso misterio, un mundo natural del que la modernidad nos ha desconectado y en el que nuestros inventos y adelantos parecen no importarle.
Sentir el movimiento de la tierra, afortunadamente inofensivo, es sentir nuestra esencia natural es sabernos expuestos a los deseos de la madre tierra de la que nos olvidamos viviendo en ella.
Una tierra que sigue siendo natural mientras la humildad se robotiza, y aunque las tendencias del volver a lo natural son más frecuentes, la ciencia crece a paso agigantados separándonos de nuestras raíces humanas, hombres que se casan con robots o personas supeditas a la inteligencia artificial que, aunque no niego sus beneficios nos limita a dejar de pensar por nosotros mismos.
La tierra de nuestro Juárez nos habla, desde sus adentros nos invita a no olvidarnos de ella, a mover nuestras conciencias, porque al sentir el movimiento nos invita sentirnos vivos, merecedores y creadores de esta tierra que nos ha dado tanto.
¿Dónde te agarro el temblor? Dónde estábamos esos valiosos y todos nuestros momentos porque al final de la propia profecía personal la medida de lo que somos es lo que hacemos con lo que tenemos… es decir, dónde estamos ahí está nuestro corazón.
Los epicentros son diversos, pero el caso es que Juárez se mueve, y que tanto nos movemos nosotros por ella, como le demostramos agradecimiento por el sustento que nos brinda, como le retribuimos su cobijo y la posibilidad de nuestra existencia, pues con sus nieves, sus vientos y sus temblores Juárez es nuestra tierra , la única que nos da vida, la única que nos cuida.

Rocío Saenz
Lic. En Comercio Exterior. Lic. En Educación con especialidad en Historia. Docente Educación Básica Media y Media Superior, Fundadora de Renace y Vive Mujer A.C. Directora de Renace Mujer Lencería, Consultora socio política de Mujeres.