Crónicas del Poder
“…Hueca política sin vida propia…”
Las campañas políticas en el Chihuahua 2021 se caracterizaron por ser terriblemente vacías de contenidos sistemáticos o al menos atractivos desde una perspectiva democrática. Ausencia total de liderazgos carismáticos que brillaran por cuenta propia, lo que se presentó fueron un conjunto de personajes poco luminosos que vivieron en sus discursos “de prestado”, aludiendo permanentemente a los defectos o agravios ajenos, buscando posicionarse en el rentable papel de “víctimas”, en referencia a las actitudes “corruptas” o “misóginas”, en su caso, que movieran el voto ciudadano.
Sin embargo, ni siquiera parcialmente lograron atraer mostrando elementos discursivos de la comunicación política populista, hoy en boga en México, es decir y simplificando las características principales del mismo, la comunicación política en la era populista exige cuatro elementos en campañas: sencillez en las ideas y el lenguaje, inmediatez en la percepción factible de los resultados prometidos, transparencia radical y honestidad elocuente en la biografía política, es decir, una exhibición rigurosa permanente ante la mirada del público y, el ingrediente central, autenticidad, entendida como la capacidad para mostrar al político con una integridad creíble, tal cual es, con sus virtudes, pero sobre todo con sus defectos.
En los tiempos políticos del México de hoy, quizá más que nunca, el ánimo ciudadano no se moviliza con las propuestas sino con las narrativas, en Chihuahua 2021, fueron inobservadas por inexistentes, aún peor, ni la una ni la otra, narrativas invisibles u ocultas, tan sólo estratagemas verbales con balbuceos ideológicos, o bien propuestas generales casi concebidas como catecismos clásicos del pensamiento democrático, sin compromisos éticos ni políticos efectivos. Solamente cierta especie de “hipos emocionales” que apelaban a los procesos de indigestión y odio moral en contra de los políticos en el poder respectivos como blancos de ataque.
Ni planes de gobierno viables, ni tampoco “relatos de gobernanza” que resulten propios y auténticos al político o política que los emite. Por el contrario, lo que se tiene es una especie de descarga de responsabilidad, es decir, una irresponsabilidad supuestamente disfrazada en un hueco y medroso “ánimo de consulta”, con ropaje de legitimidad popular para la toma de decisiones, donde al final tendremos como muy posible resultado una actitud de “escabullirle al bulto” en las consecuencias del poco control en el ejercicio del poder, diluyendo la responsabilidad en el mayor universo de sujetos posible.
Ante este panorama precedente de campañas huecas, lo más probable es que tengamos “gobiernos” anclados en la actitud de infame demolición de la obra pública de los antecesores inmediatos, es decir, derribos icónicos y costosos así como persecuciones feroces y “cacería de brujas”, aunque esto último tiene riesgos de revertirse por la vulnerabilidad legal, incluso penal, de algunos de los próximos gobernantes en Chihuahua, aún hoy en condición de electos.
¿Qué tanto se extenderá la rentabilidad política al intentar seguir “linchando” al “chivo expiatorio” de la administración estatal próxima a terminar? Pregunta que sin duda definirá con mayor nitidez el tamaño del hueco narrativo o propositivo de las próximas administraciones en el estado de Chihuahua. Por supuesto que estos vacíos de personalidades políticas en el ejercicio de poder, deberán ser contrapesadas por oposiciones realmente cualificadas desde un principio para vislumbrar horizontes más promisorios en los tiempos políticos del estado. En ese sentido y al mismo tiempo, la sociedad tiene derecho a demandar de la oposición liderazgos políticos sólidos y viables. Ante un gobierno federal que muestra sus rasgos autoritarios cada vez con mayor desparpajo, ante la tentación de imitación y generalización, la viabilidad en las subsiguientes candidaturas a elección de cargos públicos de representación electoral, exige un expediente personal de todos y todas que no pueda ser usado como arma de chantaje. En el caso específico y tan ruidoso a nivel nacional como lo es hoy el de Ricardo Anaya, por cierto, símbolo en este momento de la “temporada de patos” distractoras de la enorme tanda de severos y verdaderos problemas nacionales, debemos alzar la voz para deplorar la burda persecución, en su caso, o bien contra cualquier opositor, lo cual convertiría a AMLO en una encarnación mexicana del “síndrome Daniel Ortega”. Pero también debemos alzarla para decirle a él, y a toda la oposición, que México necesita otro tipo de liderazgos si realmente se le quiere poner fin al costoso experimento populista en 2024.
El nombre del juego político debe ser contundente: Respeto a la Ley.
Comunicador en Radio, TV, Prensa Escrita y Portales Electrónicos. Académico Universitario. Funcionario Educativo. Miembro Consultivo en OSC.
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