En medio de la tragedia ocurrida en Iztapalapa, donde una pipa de gas explotó causando la pérdida de vidas y decenas de heridos, algunos medios han optado por convertir el dolor en espectáculo y la información en escarnio. Es una reacción fácil, pero no por eso justa ni útil. Lo que hoy necesita México, y particularmente Ciudad Juárez, no es más combustible para el linchamiento, sino madurez, responsabilidad y sentido de comunidad.
La empresa involucrada, Silza, con sede en Juárez y parte del Grupo Tomza, ha sido señalada con vehemencia en múltiples notas, muchas de ellas cargadas de juicios sumarios, desinformación y un inconfundible tono regionalista. Se ha repetido hasta el cansancio que la pipa no tenía seguro, cuando en realidad la propia compañía ha presentado documentación que acredita su cobertura vigente desde diciembre de 2024 hasta diciembre de 2025. El problema, según las autoridades, fue una omisión en el envío de esos documentos, no su inexistencia.
Y aunque eso no borra lo sucedido, sí exige que pongamos la lupa donde corresponde. Porque no es lo mismo un error administrativo que una negligencia absoluta. Tampoco es lo mismo informar con rigor que hacerlo con afán de escandalizar. La diferencia, en ambos casos, es ética.
El empresario Tomás Zaragoza ha construido desde Ciudad Juárez uno de los grupos gaseros más importantes de América Latina, generando miles de empleos y aportando al desarrollo energético del país. Su nombre y su empresa no merecen ser arrastrados sin matices por un hecho que, siendo lamentable, no define por sí solo décadas de esfuerzo, inversión y compromiso.
Pero sería un error usar esta defensa como escudo ante la autocrítica. El historial de accidentes vinculados a Silza debe preocuparnos. No por morbo, sino por responsabilidad. El reto es mejorar, reforzar protocolos, revisar flotas, capacitar operadores y, sobre todo, asumir que operar en un sector tan delicado implica una vigilancia permanente. Eso, sin embargo, es un proceso que debe impulsarse desde la verdad, no desde el desprestigio.
Ciudad Juárez ha sido siempre una tierra de contrastes: golpeada por la violencia, pero incansable en su voluntad de salir adelante. Esta no es la primera vez que enfrentamos la mirada crítica del resto del país, y probablemente no será la última. Pero tenemos algo que no se puede negar ni empañar: una capacidad inigualable de respuesta solidaria, de trabajo duro y de resiliencia.
Hoy más que nunca, los juarenses debemos estar del lado de la verdad y la justicia, no del linchamiento. Debemos exigir mejoras, sí, pero también defender a quienes, como Tomás Zaragoza, han contribuido a levantar el nombre de nuestra ciudad en escenarios donde pocos creían que se podía triunfar.
En lugar de alimentar el escarnio, aprovechemos esta tragedia para exigir una cultura nacional de seguridad industrial real, para revisar las condiciones en las que operan cientos de empresas gaseras y de transporte, muchas de las cuales no cuentan ni con los recursos ni con los protocolos que sí existen en Silza. Que no se repita. Que se actúe. Pero que se haga con verdad.
El espíritu juarense no se quiebra con explosiones ni se doblega ante titulares injustos. Se levanta, aprende y sigue. Así lo hemos hecho siempre. Así lo haremos otra vez.

David Gamboa
Mercadólogo por la UVM. Profesional del Marketing Digital y apasionado de las letras. Galardonado con la prestigiosa Columna de Plata de la APCJ por Columna en 2023. Es Editor General de ADN A Diario Network.


