“Quien salva a su país no viola ley alguna”
Donald Trump tratando de justificar
sus violaciones a las leyes de su país.
Desde el primer momento que el señor Trump dio inicio a su segunda temporada como acosador en jefe de la nación norteamericana, dio rienda suelta a sus ansias de dictador con una cauda interminable de “ordenes ejecutivas” (de las cuales ya lleva más de 50), que han tenido como fin, según el hombre naranja, el cumplimiento de sus promesas de campaña.
Si bien lo anterior es relativamente cierto, hasta el momento prácticamente todas sus órdenes ejecutivas buscan el cumplimiento de todas y cada una de las locuras, estupideces, abusos y/o sandeces que prometió abiertamente en campaña, incluyendo aquellas que están en abierta violación a lo que está estipulado en su Constitución. Documento, por cierto, que los estadounidenses tienen -o tenían- en alto concepto.
Pero como era de esperarse, la resistencia a legal a dichas ordenes empezó también de inmediato, con la interposición de demandas que buscan evitar la aplicación de las mismas, especialmente de aquellas que, por su ilegalidad o anticonstitucionalidad flagrante, los jueces federales no han dudado en consentir la suspensión.
Es a raíz de estos bloqueos, que Trump, a través de su vocera Karoline Leavitt, declaró abiertamente que algunos jueces están creando una “crisis constitucional” por oponerse al cumplimiento de sus promesas de campaña, es decir, criticó a los jueces por bloquear sus medidas.
Inmediatamente, un buen amigo de su servidor, que no es precisamente muy afín a López Obrador, publicó en sus redes sociales: ¿Dónde había escuchado esto antes? En clara alusión al conflicto que AMLO tuvo y mantuvo con el poder judicial, como si ambos conflictos fueran similares.
Es innegable que, entre Trump y López Obrador hay algunas similitudes, ambos son fenómenos sociales que no han sido del todo comprendidos por sus opositores, ambos levantan pasiones, ambos tienen una forma de ejercer el poder distinta a la tradicional y ambos buscan la transformación del ejercicio de gobierno, hasta ahí podemos estar de acuerdo, pero en donde si son diametralmente opuestos, es en el fin que persigue cada quien.
Para empezar, AMLO obtuvo su triunfo en 2018 de manera contundente, quedando muy por encima de sus competidores, mientras que Trump en realidad perdió el voto popular en su primera elección, la del 2016; quedó atrás de Hilary Clinton, alcanzando la presidencia solo gracias al antidemocrático sistema de Colegio Electoral que tiene Estados Unidos para elegir a su presidente.
Después, en el 2024, si consideramos esta elección como un referéndum sobre el gobierno del señor López, este no solo volvió a ganar, sino que, junto con sus aliados ratificó e incrementó el porcentaje de votos recibidos. Por su parte, aunque Trump finalmente pudo ganar el voto popular, después de haberlo perdido 2 veces, solo lo hizo por un margen sumamente magro.
Otra vez, gracias al anquilosado sistema del Colegio Electoral, es que parece que tuvo un triunfo contundente, la realidad es que no fue así, alcanzó apenas el 50.5% de los votos, lo cual demuestra, otra vez, que si bien es muy popular entre una base fanática que llega a nivel de culto, prácticamente la mitad del electorado no está a favor de él.
Esa sociedad si esta polarizada, la mexicana no.
Otra aparente similitud entre ambos lo constituyen los problemas legales que hubieron de enfrentar en su camino al poder. En el caso de AMLO, el entonces presidente Fox, ya con el apoyo de la oligarquía mexicana que después prohijara y diera forma al PRIAN, busco la manera “legal” de descarrilar su candidatura, y para ello el mejor pretexto que encontró fue “juzgarlo” por desacato ante un problema menor.
Solo que con el famoso desafuero les salió el tiro por la culata, y en lugar de descalificar al señor López, sus bonos aumentaron, al grado de que tuvieron que implementar toda una elección de Estado para impedir que llegara al poder en el 2006.
Por su parte, al hombre naranja nadie tuvo que fabricarle nada, el con su estilo de lograr lo que quiere al precio que sea, inclusive cometiendo delitos, se buscó solito las múltiples acusaciones que tiene en su contra, alcanzando el nada honroso título de ser el primer criminal convicto que se convierte en presidente de su país.
Ya en el ejercicio del poder, el presidente López no solo implementó nuevos programas sociales o amplió la cobertura de los mismos para beneficio de las clases más desprotegidas, sino que se aseguró, primero, la universalidad de los mismos, y después su permanencia al darles rango constitucional.
¿Qué está haciendo Trump con respecto a los programas sociales? Todo lo contrario: quitándolos, para detrimento hasta de quienes votaron por él.
Aun violando leyes, reglamentos y hasta la propia Constitución, metió a su gobierno, en una espiral incontrolada de despidos y cancelaciones de programas de beneficio social, con la intervención directa de Elon Musk, con el supuesto fin de acabar con la corrupción y el despilfarro.
Hasta la fecha no solo no han demostrado un solo caso de corrupción, sino por el contrario, han cerrado o cancelado todos aquellos programas y oficinas que no caben dentro del proyecto Trump, aun los que existen por una disposición expresa del Congreso. De ahí es de donde viene el conflicto de Trump con los jueces.
Por su parte, el conflicto de AMLO con los jueces, pero especialmente con l@s magistrad@s de la Suprema Corte, es derivado de la resistencia que estos tienen respecto a los cambios que la sociedad mexicana quiere.
El mejor ejemplo esta en el paquete de reformas que López Obrador impulsó en la segunda mitad de su gobierno y que la suprema corte bloqueo en base a tecnicismos. ¿Que hizo López Obrador? Utilizando la propia ley existente, promovió lo que se le llamo el Plan B. Y ganó …de manera contundente.
No, no se puede comparar a Trump con López Obrador. El primero solo ve por sus propios intereses, y de sus colegas multimillonarios, mientras se ríen de los miembros de su culto que hasta la vida son capaces de dar por el. López Obrador, por su parte, le regresó la fe en sus gobernantes a su pueblo.
Es cuánto.

José Antonio Blanco
Ingeniero Electromecánico. Juarense egresado del ITCJ con estudios de maestría en Ingeniería Administrativa por la misma institución y diplomado en Desarrollo Organizacional por el ITESM. Labora desde 1988 en la industria maquiladora. Militó en el PRD de 1989 al 2001.
En la actualidad, un ciudadano comprometido con las causas progresistas de nuestro tiempo, sin militancia activa.
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