We Didn’t Start the Fire” — Billy Joel (1989)
Desde cataclismos pasados hasta protestas en la calle, el fuego siempre ha sido parte de nuestra historia. Pero hoy, con Tel Aviv envuelta en llamas y fronteras ardiendo, no basta con reconocer el incendio. Gobernar exige método: inteligencia, claridad y virtud para no convertir el caos en hasta aquí.
Tanta globalización y no puedo percibir este momento como en aquellos años de 1990 cuando la crisis creció en medio oriente y el mundo se paralizó al ver las primeras imágenes de una guerra en vivo, superaba cualquier película de ciencia ficción; hoy noto una sociedad insensible a ello, poco informada y apática por demás. Desde hace días las llamas se elevan sobre Tel Aviv y los drones zumban sobre Isfahán, se percibe una densidad en el aire, como si la historia contuviera el aliento un segundo antes del estallido. Bajo el nombre de operación Rising Lion, lanzada por Israel contra Irán, ha devuelto al planeta la incertidumbre que solo se da con la delgada línea entre la contención y la catástrofe.
Los misiles cruzan fronteras con más rapidez que los diplomáticos y en los pasillos del poder se habla ya, sin pudor, del escenario que nadie quiere nombrar, pero todos temen: una Tercera Guerra Mundial y es de suma importancia hacer referencia a ello, porque las conciencias que tocaron la Segunda Guerra, ya no están presentes, las actuales, no tenemos idea de lo que signifique y el impacto generacional que esto provoque, sin contar los grandes cambios que pueden llegar con esto.
No hay espacio para ocurrencias ni para gestos vacíos, toda vez que es un momento donde la precisión es un acto de supervivencia.
Estimado lector, el mundo entero esta en un momento muy significativo, si bien MedioOriente ha estado en el ojo del huracán y se pueda decir que el mundo entero esté acostumbrado a ello, en este momento la cosa se puso color de hormiga y hay que estar atento, tanto como los conflictos del otro lado del mundo, que hasta parecen películas propias de Hollywood ya que el mismísimo Estados Unidos, miles de migrantes salieron a las calles mientras marines eran desplegados en Los Ángeles. La promesa de Trump de ejecutar la mayor deportación de la historia convirtió a ciudades enteras en zonas de contención. La violencia no es solo física; también es simbólica: detener a quien busca una vida mejor es declarar la guerra a la esperanza. El método, sin compasión, se convierte en tiranía y si, vamos a ver; acá en México las voces se levantan y dicen: ¡Caray! ¿Como es posible que se atrevan a hacer eso en suelo americano, a ondear las banderas mexicanas y hacer esos desastres?, ¡pues es que en realidad no tenemos idea de cómo estén las cosas con el mentado ICE que ya no lo soportan, ¡y cómo no! si lo analizamos estamos siendo testigos de actos y acciones fuera de contextos políticamente correctos y lejos de estar apegados a lo que la declaración de los derechos humanos establece; curioso no? Dicha declaración surgió a raíz de la Segunda Guerra Mundial precisamente por el movimiento de conciencias que dejo a su paso.
Y en el mismo tono Hollywoodense, cual película de misterio / policiaca de los años noventa (desde mi punto de vista las mejores que ha habido en la historia de esta especie, llegó la noticia inimaginable para EUA: la senadora de Minnesota, Melissa Hortman, fue asesinada junto a su esposo. Su agresor, presuntamente vinculado a la extrema derecha ya había merodeado las casas de otros legisladores. No fue un acto aislado, ni una explosión de locura: fue una señal. El discurso de odio ha dejado de ser retórica para convertirse en bala. ¿Qué clase de orden estamos construyendo cuando la política se transforma en cacería? Y ojo, ese discurso de odio no es de un grupo del mundo bajo, ese discurso de odio ha sido una constante en la alta política de los últimos tiempos y que insisto, a falta de esas conciencias que dejó la ultima gran guerra, ahora no importa decirlos, ahora es importante hasta hacerlo referente y estándares de campaña y gobierno, dividiendo sociedades y estableciendo enemigos solo por no ir de acuerdo.
No puedo de dejar a mi México querido, el cual avanza con cautela. La presidenta Claudia Sheinbaum ha intentado mantener el equilibrio. Defendió el derecho a manifestarse en Estados Unidos y rechazó las acusaciones absurdas de incitación. Pero en casa, el silencio de los suyos hace ruido. Algunos políticos prefieren ese discurso belicoso (como se dice ahora jaja) a la prudencia que es, en parte, la madre de la política, la intriga a la coordinación. Es natural, dicen: así es la política, pero no, es momento de que por fin se aprenda a hacer política de verdad, calculando hasta el ámbito internacional ya que por esas “voces” la presidenta ya no sabe cómo hacer para que cierren el pico.
Disciplinar el cambio no es contenerlo, sino canalizarlo con inteligencia.
Si el caos se extiende, la respuesta no puede ser más ruido, sino más claridad. Gobernar con método es recordar que cada decisión; aquí en Juárez, en Tel Aviv, en Washington o en Palacio Nacional, se dibuja el mapa de los próximos años.
Porque entre la fuerza bruta y la confusión, solo el conocimiento con propósito y la virtud con dirección pueden sostener el equilibrio de un mundo que se tambalea. Y esa, al final, es la verdadera tarea: hacer de la ciencia, conciencia, y de la voluntad, virtud.

Alfonso Becerra Allen
Abogado corporativo y observador político, experto en estrategias legales y asesoría a liderazgos con visión de futuro. Defensor de la razón y la estrategia, impulsa la exigencia ciudadana como clave para el desarrollo y la transformación social.