He pasado varios meses intentando concluir este texto, es un tema difícil, de mil cabezas, que ha sido ampliamente comentado por casi todos en redes sociales y medios por igual.
Se nos presenta como un nuevo gran debate a la opinión pública nacional tras las hordas de migrantes centroamericanos que han entrado a suelo mexicano.
Para iniciar, lingüísticamente hay que hacer precisiones en tres términos: emigrantes, migrantes e inmigrantes, que pareciera que se usan sin distingo, pero no es así.
Llamamos emigrante al compatriota que se va, que emigra; migrante al que está en tránsito, emigrando de un punto a otro, como los centroamericanos que usan nuestro territorio para llegar a Estados Unidos; y el más común, inmigrante, al extranjero asentado en el país destino, como los inmigrantes cubanos radicados en Florida.
La acepción de invasión que uso es estrictamente purista, del latín invasio, la acción y efecto de invadir. Se trata de interrumpir, entrar por la fuerza u ocupar irregularmente un lugar. No de una invasión militar.
El tema, de facto, está polarizado, y es que para algunos dar asilo y facilitar las condiciones de vida necesarias para cualquier ser humano es un tema de hermandad y congraciamiento a la desdicha humana; mientras para otros, por sus formas, representa el allanamiento a nuestra tierra y soberanía.
Lo que nos ha llevado a preguntarnos: ¿migración o invasión?
Ya ha pasado medio año desde octubre de 2018, cuando llegaron las primeras caravanas integradas por al menos 4,000 centroamericanos y desde entonces se calcula, a grosso modo, en 14,000 los migrantes que han cruzado a tierras mexicanas provenientes del Salvador, Honduras, Guatemala, Venezuela, Cuba y Haití.
Entonces, el otrora presidente electo, Andrés Manuel López Obrador, abrió los brazos para acoger a los migrantes ofreciéndoles visas de trabajo y espacios seguros para habitar y trabajar. El presidente en funciones, Enrique Peña Nieto, ni una palabra dijo.
Horas después del allanamiento algunos medios del Sur del país reportaron saqueos tumultuosos en algunas tiendas y días después la ciudad fronteriza de Tijuana reportó los primeros hechos violentos.
Si bien, los 14,000 migrantes representan tan solo el .0001% de la población total del país; preocupa a muchos las condiciones en las cuales llegan, considerando que entre ellos pudieran llegar miembros de pandillas y corredores de drogas, por decir lo menos.
¿Podemos ser humanistas y empáticos? Yo creo que si, pero como dicen los políticos: “La forma es fondo” y en este caso usaron la violencia para ingresar al país y mantenerse en el.
Otra cosa hubiera sido si por los conductos adecuados se solicita y emplaza a la buena voluntad del país y sus autoridades para darles la calidad de “refugiados políticos” de la manera adecuada.
Ya en 1973, con Luis Echeverría, vimos un caso similar con los exiliados Chilenos tras el golpe de estado de Pinochet, pero las cifras distan mucho, entonces se hablaban de 750 refugiados.
Y no estoy en contra, pero sí creo que hay formas más civilizadas que solo entrar y ya.
Un censo de los migrantes, por ejemplo, habría sido de mucha utilidad y no se pudo hacer por la forma en la que entraron.
¿Qué nos espera si la presunta gestación de la madre de todas las caravanas con más de 20,000 personas se llega a realizar?
¿Quién patrocina?
Sin duda, esto quedará para amplias especulaciones y ninguna respuesta certera, pero es evidente que un flujo migratorio de esta escala no fue cosa fortuita. Algunos medios de importancia internacional como The Washington Post, han entrado a ese juego especulativo.
En resumen diversas fuentes periodísticas han señalado a Nicolás Maduro como responsable. En palabras de Mike Pence, vicepresidente de los Estados Unidos, la caravana fue impulsada por “grupos izquierdistas de Honduras financiados por Venezuela…”
Bartolo Fuentes, un periodista, activista y político de aquel país podría estar involucrado en la organización de la caravana, según María Dolores Agüero, la canciller Hondureña; argumento que fue negado en su cuenta de Facebook.
George Soros, el especulador financiero húngaro de origen judío también fue blanco de señalamientos vinculándolo directamente con la colaboración de Naciones Unidas.
Ninguna de las versiones podrá ser comprobada, pero es evidente que su intención fue afectar de algún modo los resultados de las elecciones intermedias de los Estados Unidos.
¿Cómo participa México?
México es parte del Pacto Mundial de Migración, organizado por las Naciones Unidas, es un pacto no vinculante para las naciones que lo suscriben, que no modifica en nada sus regulaciones migratorias,pero que las obliga a brindar acceso seguro a los migrantes, a los servicios básicos humanitarios y a la no criminalización de las personas migrantes, entre otros temas.
Al día de hoy solo algunos países miembros de la ONU no lo han firmado, porque consideran que vulnera la soberanía de sus naciones, como es el caso de Estados Unidos y otros han decidido salirse, por ese mismo motivo como Brasil.
El caso es que México abrió la puerta grande desde los estratos federales e internacionales para que esté fenómeno sucediera de manera “legal”, pero no asignó recursos federales para atenderlo de frente, abandonando a Estados y Municipios a su suerte…
¿Y Ciudad Juárez?
El problema ya llegó a Ciudad Juárez, que está recibiendo migrantes sin respaldo de una estrategia federal para su atención. La atención humanitaria no ha cesado por parte del Estado, del Municipio y de ONGs por igual, algunas veces descoordinados y otras con el celo por los reflectores, pero se está dando.
House Jackings, prostitución, retrasos en los puentes internacionales, pérdidas calculadas en por lo menos mil MMDD en exportaciones y la amenaza proferida por Trump del cierre de la frontera, son tan solo las problemáticas más evidentes a lo que se suma la declaración del total desconocimiento de la situación del Presidente López Obrador.
Claro que no todo es malo, hay, porque los hay, migrantes que empiezan a emprender negocios legítimos para sostenerse. Pero la problemática subyace: ¿Y los recursos para atender la problemática?
En días pasados se anunció que el día de hoy, habrían de reunirse el Gobernador Corral e iniciativa privada con el canciller Marcelo Ebrard en la búsqueda de soluciones en punto del medio día. Sin embargo, al momento de escribir el presente, se espera la presencia del Gobernador en un acto inaugural de una empresa de seguros en Ciudad Juárez.
En ese escenario y amparados en el Pacto Global por la Migración, el fenómeno no podría considerarse como invasión, pues se encuentra legitimada, lo mismo los migrantes, que independientemente de su calidad migratoria, su estadía en el país durante su tránsito está protegida y les da garantías y derechos.
Para mi es una invasión hormiga en cámara lenta.
Usted decida ¿migración o invasión?
Mercadólogo por la UVM. Profesional del Marketing Digital y apasionado de las letras. Galardonado con la prestigiosa Columna de Plata de la APCJ por Columna en 2023. Es Editor General de ADN A Diario Network.
