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    julio 15, 2025 | 4:31

    México y USA,entre cárteles, extorsiones, presiones… y un desfile con tanques

    Publicado el

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    El país no aguanta más, México está en una encrucijada. Y no es solo una forma de hablar, el país se está jugando su futuro en un tablero donde hay de todo menos reglas claras. Por un lado, hay esfuerzos visibles para frenar al crimen organizado: detenciones, operativos, extradiciones. Por el otro, sigue habiendo desapariciones, extorsiones y un sistema político que, francamente, huele mal.

    Por si eso no bastara, Estados Unidos nos aprieta con aranceles, con amenazas diplomáticas y ahora hasta con desfiles militares que parecen un mensaje directo. No creo que stamos preparados para lo que viene y sin embargo seguimos repitiendo la misma (mala) receta una y otra vez.

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    No se puede negar que el gobierno mexicano ha hecho detenciones importantes. La Guardia Nacional y el Ejército han montado operativos que han terminado con la captura (o el abatimiento) de líderes de cárteles en Michoacán, Sinaloa y Tamaulipas. Incluso se logró algo que parecía imposible: la extradición de 29 narcotraficantes en un solo paquete, entre ellos Caro Quintero, que llevaba años escapando.

    En la frontera, miles de elementos intentan frenar el paso del fentanilo, esa droga que está matando a decenas de miles de personas al año en Estados Unidos. El grave problema es que los decomisos en México son mínimos comparados con lo que cruza. Se dice que solo se intercepta el 10% de lo que realmente se mueve. Lo demás… pasa.

    Y sí, Estados Unidos ha presionado como nunca: sanciones económicas, recompensas millonarias por narcotrafricantes, hasta designarlos como terroristas. Trump no está jugando.

    Pero mientras se celebran los golpes al narco, en muchas partes del país la realidad sigue siendo desgarradora: miles de familias siguen buscando a sus desaparecidos. En 2025, la cifra supera los 60 mil. Cada uno de esos casos es un drama humano. Muchos desaparecen a manos del crimen organizado. Otros, lo más grave, por agentes policíacos del propio Estado.

    Las fosas clandestinas siguen apareciendo. Los crematorios ilegales también. Y lo peor es que la mayoría de estos crímenes quedan impunes. Las fiscalías no tienen recursos, no tienen voluntad o, peor aún, están coludidas. La justicia no llega.

    En México no podemos acostrumbrarnos a vivir bajo amenaza de las extorsiones del día a día. Los criminales como es de todos conocido, no solo trafican droga. También cobran “derecho de piso” a negocios grandes y pequeños, incluyendo a gobiernos. Desde taquerías hasta fábricas. Y si no pagas, te cierran, te incendian el local o te matan.

    En la frontera norte y en muchos estados del sur, la extorsión es casi oficial. Según datos recientes, 6 de cada 10 empresas han sido víctimas. ¿Qué clase de país puede crecer así?

    Y no solo es el crimen, hay policías que también cobran cuota. Hay funcionarios que “dan chance” a cambio de una mordida. Las empresas ya no saben a quién temerle más: al cártel o a la autoridad.

    Como si esto no fuera suficiente, la economía también está bajo fuego. Trump amenaza cada semana con imponer aranceles del 25% a los productos mexicanos si no se hace más para detener el fentanilo. Y aunque el gobierno ha intentado calmar las aguas, el daño ya está hecho: muchas empresas extranjeras están pensando seriamente en irse de México.

    Los números no mienten. La inversión extranjera bajó, la confianza empresarial también. El crecimiento económico apenas llega al 2%. En este contexto, con inseguridad en las calles y presión desde Washington, muchos prefieren buscar otros destinos.

    El pacto maldito: política y crimen, nos muestra que el problema de fondo no es solo la violencia. Es la complicidad entre los criminales y los políticos. Lo que en otros países sería escándalo aquí ya es parte del paisaje.

    Y es justo ahí donde entra la llamada “lista Marco”. El senador estadounidense Marco Rubio entregó al Departamento de Estado una lista con 44 políticos mexicanos sí, cuarenta y cuatro, que supuestamente tienen vínculos con el narco. Algunos son gobernadores. Otros, legisladores o altos funcionarios. La lista, aunque no se ha hecho pública del todo, ya provocó terremotos políticos.

    ¿La reacción del gobierno? Negar, minimizar, decir que no hay pruebas. Pero nadie lo desmiente con claridad. Y eso es peor, porque sugiere que sí, que hay contubernio, que hay pactos en lo oscuro. Y mientras eso siga pasando, México no va a salir de la ignominia en que se encuentra.

    Y cuando pensábamos que ya habíamos visto todo, llegó el 14 de junio. En Washington, el presidente Trump organizó un desfile militar con miles de soldados, tanques, aviones de combate, misiles. Oficialmente era para celebrar el aniversario del Ejército de Estados Unidos. Y, de paso, su cumpleaños.

    Pero seamos sinceros, este fue un mensaje de poder. Una forma de decirle al mundo y en especial a México, “no se metan conmigo”. Y mientras él desfilaba, en muchas ciudades miles de personas protestaban. Lo acusaban de autoritario, de violento, de usar al ejército como herramienta política.

    En Los Ángeles, hubo gases lacrimógenos. Balas de goma. Detenciones. No por criminales, sino por migrantes, por latinos, por gente que alzó la voz.

    La situación es crítica. México ha demostrado que puede golpear al narco. Pero también ha demostrado que no tiene un plan de largo plazo. No hay estrategia para limpiar las fiscalías. No hay un proyecto nacional de seguridad más allá del uso de la fuerza. Tampoco nuestros gobiernos han sido capaces de generar la seguridad y las oportunidades para que nuestra gente no migre.

    Los desaparecidos siguen esperando. Las empresas siguen siendo extorsionadas. Y los criminales siguen comprando políticos. Esa es la verdad incómoda.

    México no está perdido. Pero sí está en peligro. Y lo que pase en los próximos meses será clave. Se necesita valor para enfrentar al crimen, pero más valor para enfrentar las presiones y la corrupción interna. Se necesita inteligencia para negociar con Estados Unidos, pero más inteligencia para reconstruir la confianza en casa.

    Porque si seguimos como hasta ahora, con políticos coludidos, criminales que cobran impuestos, empresarios que huyen, y familias que buscan a sus desaparecidos, lo que está en juego no es solo el futuro del país, sino el presente de todos nosotros.

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    Fernando Schütte Elguero

    Empresario inmobiliario, maestro, escritor, y activista en seguridad pública. Destacado en desarrollo de infraestructura y literatura.


    Las opiniones expresadas por los columnistas en la sección Plumas, así como los comentarios de los lectores, son responsabilidad de quien los expresa y no reflejan, necesariamente, la opinión de esta casa editorial.

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