La convivencia pacífica de 100 años entre los menonitas y los habitantes de Cuauhtémoc es un claro ejemplo de cómo las diferencias étnicas, culturales y religiosas de dos pueblos totalmente distintos pueden coexistir para alcanzar un objetivo común de progreso.
No fue fácil llegar a un país que recién salía de la Revolución para empezar a construir su porvenir en el entonces San Antonio de los Arenales (hoy Cuauhtémoc, Chihuahua), el pueblo cercano al Valle de Bustillos donde habían comprado 100 mil hectáreas.
Arribaron en 36 furgones del ferrocarril con menaje de casa, herramientas de trabajo y un auténtico estilo de vida, usos, costumbres y tradiciones de fuerte influencia europea. Actualmente cerca de 50 mil personas menonitas habitan en nuestro estado.
El 7 de agosto de 2014, el Congreso del Estado de Chihuahua declaró al municipio de Cuauhtémoc “Municipio de las Tres Culturas”, con el fin de “reconocer la convergencia y manifestación de las culturas mestiza, menonita y rarámuri que habitan la región.
A lo largo de un siglo, más de cinco generaciones de menonitas han desarrollado un modelo económico basado en pequeños y grandes negocios, gracias a la estrecha relación que lograron con los habitantes del ahora municipio de Cuauhtémoc.
El presidente, Andrés Manuel López Obrador los reconoce como un pueblo que ha trabajado con honestidad y honradez para garantizar el progreso a futuras generaciones. Hoy no sólo Cuauhtémoc, también Riva Palacio, Namiquipa, Janos, Ascensión y Ahumada han logrado un desarrollo económico gracias al trabajo de este pueblo generoso.
En estos tiempos de levantamientos armados y constantes tensiones justificadas en diferencias territoriales, culturales y políticas que tienen al mundo ante una eventual tercera guerra, valdría la pena aprender de este siglo de enseñanzas: Las grandes diferencias pueden ser las grandes oportunidades para alcanzar el bienestar de las familias.
También debe reconocerse la hospitalidad de todas las localidades que han mantenido una estrecha relación comercial, económica y cultural con esta comunidad, a lo largo de cuatro, cinco o quizá seis generaciones.
La historia nos muestra que, gracias a esta coexistencia, Cuauhtémoc es hoy una de las regiones más dinámicas y prósperas de Chihuahua y, porque no decirlo, del país entero, lo cual ya merece reconocimiento y es motivo de orgullo; pero cuando se advierte que esta expansión tan venturosa se ha dado, gracias al despliegue de un modelo económico, basado en el éxito de pequeños, medianos y grandes negocios agroindustriales, los méritos de este esfuerzo alcanzan una dimensión especial.
En efecto, el modelo de desarrollo que ha impulsado a la región es único y desde su origen ha tenido como centro la integración de las actividades agropecuarias, a lo que en las últimas décadas se ha sumado el encadenamiento con actividades agroindustriales.
Todo ello realizado con capital y talento local, y con efectos multiplicadores desconocidos para el modelo de crecimiento neoliberal que tanto limitó el desarrollo regional de México.
Este modelo ha tenido impactos favorables en varios frentes: contribuyó a fortalecer las cadenas de la autosuficiencia alimentaria del país y en alguna medida de la región; permitió el desarrollo de un complejo agroindustrial más equilibrado y con mayor potencial para replicarse y propagarse; se originó en capitales, capacidades y talento local; ha tenido mayor flexibilidad para adaptarse a los cambios y por ello mayor estabilidad.
Hay mucho más, pero al tener un desarrollo más equilibrado, que beneficia a múltiples negocios, independientemente de su tamaño, aquí tenemos el mejor ejemplo de un modelo de negocio, con potencial para generar riqueza y bienestar, tanto a empresarios, como a trabajadores.
Gracias al ejemplo productivo de los menonitas, a su laboriosidad, a su creatividad y sobre todo a su experiencia; la vida económica y social de la región; en especial de la Ciudad de Cuauhtémoc, ha vivido una expansión excepcional y sus expectativas son muy favorables, por lo cual debemos celebrar, junto a ellos, este su primer centenario, agradeciendo sus grandes enseñanzas y su ejemplo de entrega absoluta a un proyecto de bienestar en el que caben todos.
Con información relatada del señor Pedro Rempel, quien en su sangre lleva la educación y enseñanza de los menonitas y que con gran empeño ha logrado construir El Museo Menonita, así como la fundación que lo sostiene.
Empresario y político defensor de la cuarta transformación.
Las opiniones expresadas por los columnistas en la sección Plumas, así como los comentarios de los lectores, son responsabilidad de quien los expresa y no reflejan, necesariamente, la opinión de esta casa editorial.
