México está más cerca que nunca de tener a su primera presidenta. Las campañas arrancaron oficialmente el 1 de marzo, marcando el inicio de la contienda entre la oficialista Claudia Sheinbaum, candidata del inquilino de Palacio Nacional, y la opositora Xóchitl Gálvez. Ambas candidatas han puesto en primer plano la lucha contra la inseguridad y la continuidad de los programas sociales. Además, han destacado que esta será una contienda entre dos mujeres, dos estilos y dos proyectos de nación. Porque, como lo dije en otra ocasión, Máynez no pinta en esta elección; es una contienda de dos, no como la de nuestra frontera, donde de repente surgieron candidatos de todos lados; pero esa será otra historia.
Lo que indudablemente hace diferente a esta elección es que aquí, al fin, se romperá el “techo de cristal”, una metáfora que describe las barreras invisibles que enfrentan las mujeres en su ascenso a posiciones de liderazgo y poder. A menudo, estas barreras son sutiles pero persistentes y dificultan que las mujeres alcancen los niveles más altos en organizaciones, empresas o, en este caso, en la política.
Tener a una mujer como presidenta enviaría un mensaje poderoso a todas las niñas y mujeres en México. Demostraría que no hay límites basados en el género y que las mujeres pueden liderar con éxito en cualquier ámbito. Esto cambiaría la percepción de lo que es posible. Las jóvenes crecerían viendo a una mujer en el cargo más alto del país, normalizando la idea de que las mujeres pueden ocupar puestos de liderazgo.
No solo sería un hecho histórico, sino también un paso crucial hacia la igualdad de género. Romper el techo de cristal no solo beneficia a las mujeres, sino a toda la sociedad. Qué bonito se lee todo esto; el problema radica en que una de las candidatas no es del todo autónoma, ¡porque sabe que si gana y se equivoca la espera aquello que denominaron “Revocación de mandato”, que no es más que la manera de presionar al sucesor del inquilino de Palacio Nacional y decirle: “si te equivocas, vuelvo a salir de mi rancho a quitarte”! Así de poderoso se siente el presidente en turno.
El enfoque de Sheinbaum, cuyo mantra es “Pueblo” y “Presidente”, promete dar continuidad a las políticas iniciadas por el inquilino de Palacio Nacional, sin ideas nuevas ni frescas; es una copia, pero muy deslucida, de ya saben quién.
Xóchitl Gálvez ha centrado su discurso en la inseguridad y la necesidad de un cambio en el Gobierno. Ha enfatizado que la elección se trata de decidir entre dos proyectos: uno que continúa con la corrupción y otro que permitirá vivir en un México sin miedo. Sí, casi como el mensaje de doña Claudia en el Zócalo, ¡pero al revés! ¿Saben cómo?
Ambas candidatas comparten tres palabras clave: “Vamos”, “Mujer” y “México”. Sin embargo, hay diferencias notables: Claudia Sheinbaum da más peso a las palabras “Pueblo” y “Presidente”, porque sabe que eso es lo que funcionó en la campaña de AMLO durante 18 años. Xóchitl Gálvez enfatiza “Miedo” y “Gobierno”, aludiendo a que los mexicanos no debemos tener miedo y debemos hacer frente a este gobierno autoritario que nos ofrece nula seguridad, mostrando la autonomía que la caracteriza.
Dos mujeres están liderando una contienda histórica por el futuro de México. El 2 de junio, nuestro país hará historia. Por lo pronto, seguiremos escuchando, leyendo y viendo sus mantras de campaña, que sin duda esperamos que, al ganar, no se queden solo en buenas intenciones.
Criminóloga y Empresaria Juarense
Actualmente Presidenta del Organismo Nacional de Mujeres Priistas en el Estado de Chihuahua (ONMPRI) y Estudiante de Administración de Empresas en la Universidad de la Rioja España.
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