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    marzo 29, 2024 | 0:40

    “Las mujeres también matan…”

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    El 9 de Marzo nadie se mueve, reza la convocatoria a la marcha feminista que se organiza para protestar, con justicia, por el asesinato y violencia en contra de las mujeres en este país.

    Es increíble la saña inaudita y el grado de violencia en contra de mujeres y niñas, pero también para hombres y niños…

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    No hablemos en esta columna de la trata de blancas y blancos, no hablemos del tráfico de órganos extraídos a los niños y niñas. Hablemos de lo que han membretado como feminismo, porque los delitos de trata y tráfico de órganos son tan graves y voluminosos que nos perderíamos en la finalidad de esta columna.

    Políticamente ya golpeo a la 4T, y tan golpeo que el mismo presidente se ha encargado de afrontar este tema. Tatiana Clouthier se ha adherido al movimiento centrando los reflectores en su persona por su adhesión, junto con otras mujeres de la vida política del país.

    Para entender perfectamente el asunto que nos ocupa, definamos el feminicidio o femicidio como un crimen de odio, entendido como el asesinato de una mujer por el hecho de ser mujer. El concepto define un acto de máxima gravedad, en un contexto cultural e institucional de discriminación y violencia de género,​ que suele ser acompañado por un conjunto de acciones de extrema violencia y contenido deshumanizante, como torturas, mutilaciones, quemaduras, ensañamiento y violencia sexual contra las mujeres y niñas víctimas de este.

    Diana Russell, promotora inicial del concepto, lo definió como: «el asesinato de mujeres por hombres motivados por el odio, desprecio, placer o sentido de posesión hacia las mujeres», y que de acuerdo a Russell, «el feminicidio representa el extremo de un continuo de terror anti femenino que incluye una amplia variedad de abusos verbales como físicos, tales como violación, tortura, esclavitud sexual (particularmente por prostitución), abuso sexual infantil incestuoso o extra familiar, golpizas físicas y emocionales»,​ varios países lo han incluido como delito en sus legislaciones penales, con variaciones en el tipo penal, y desde diciembre de 2018 el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española (RAE) define «feminicidio» como el «asesinato de una mujer a manos de un hombre por machismo o misoginia».

    En algunos casos se utiliza el término femicidio, con un significado sinónimo; algunas personas en cambio hacen una distinción entre femicidio y feminicidio, expresando con el primero el asesinato de una mujer por el hecho de ser mujer, y con el segundo, el «conjunto de femicidio en una situación de absoluta o patente inactividad de los Estados para la persecución y evitación de tales crímenes», siendo esto último la causa raíz de la marcha del día 9 de Marzo, el día que ninguna mujer se mueve.

    El machismo exacerbado, la pérdida de valores, la irresponsable paternidad, el sexualismo permisivo como una actividad placentera y distorsionada promovida sin la mayor prudencia de por medio, el alejamiento y disolución familiar, el tipo de vida, la ambición por tener lo que no se puede tener, la creencia equivocada de propiedad, la inadaptación social y de género y muchas causas más son las que alimentan a un “macho” inadaptado a cometer atrocidades en contra de las mujeres, pero también del varón que reniega de su género, pero envidia y violenta al género femenino por el simple hecho de serlo.

    Es claro que en los feminicidios y femicidios actúan o intervienen mujeres para cometerlos, no siendo solo el factor del hombre, también las mujeres suelen ser sumamente violentas y participativas en contra de su propio género o coadyuvan a llevar a cabo esas atrocidades por diferentes causas y motivos que por supuesto no las sustraen de la responsabilidad y del crimen de odio así como de la participación al hacerlo, es por ello que afirmamos que “las mujeres también matan”.

    Estos monstruos, hombres y mujeres, por supuesto no se forman por generación espontánea, tienen un proceso de incubación social hasta formar las desviaciones, frustraciones, rencores, odios a lo largo de un buen tramo de su vida y que, en algunos, nacen desde la disolución familiar y por el abuso de los mismos familiares que “hereditariamente” traen el odio y la maldad en su actuar y su mente; buscando la forma de satisfacer sus perversas necesidades.

    El odio se va cultivando, se va enraizando, en las personas. El odio es un intento por rechazar o eliminar aquello que nos genera disgusto; es decir, sentimiento de profunda antipatía, disgusto, aversión, enemistad o repulsión hacia una persona, cosa, o fenómeno; así como el deseo de evitar, limitar o destruir a su objetivo.

    Eso se cultiva, el odio se siembra en el yo y se va fertilizando conforme avanza el tiempo hasta convertirse en criminales que odian y se pierde toda proporción de humanidad y de respeto al cuerpo humano; criminales de odio cometen atrocidades conforme avanza el tiempo y han sembrado sus odios internos, el tiempo los hace atroces, no son de un día para otro, llevan todo un proceso de tiempo y cultivo en sus vidas y en la sociedad.

    El odio se puede basar en el miedo a su objetivo, ya sea justificado o no, o más allá de las consecuencias negativas de relacionarse con él.

    El odio se describe con frecuencia como lo contrario del amor o el afecto.

    El odio puede generar aversión, sentimientos de destrucción, destrucción del equilibrio armónico y ocasionalmente autodestrucción, aunque la mayoría de las personas puede odiar eventualmente a algo o alguien y no necesariamente experimentar estos efectos.

    El odio no es justificable desde el punto de vista racional porque atenta contra la posibilidad de diálogo y construcción común. Es posible que las personas sientan cierta aversión sobre personas u organizaciones, incluso ciertas tendencias ideológicas.

    El odio es una intensa sensación de desagrado. Se puede presentar en una amplia variedad de contextos, desde el odio de los objetos inanimados o animales, al odio de uno mismo u otras personas, grupos enteros de personas, la gente en general, la existencia, la sociedad, o todo. Aunque no siempre, el odio a menudo se asocia con sentimientos de enojo.

    Los crímenes de género van dependiendo de la capacidad de odiar de los criminales, a mayor odio más daño se infringe a la humanidad del otro ser humano, pero en sí, el odio forma parte solo de una faceta de todo su menú crimina;, pueden actuar como criminales ante varias facetas de la criminalidad, el odio y el sentimiento de poder y superioridad, así como de pasiones reprimidas forman un cóctel mortal cuando actúan.

    Para resolver este problema de fondo es necesario que existan las policías de inteligencia, que existan jueces que eviten la “puerta giratoria”, que realmente existan los expedientes vivos de todos aquellos que caen en esta categoría de criminalidad y que desde el delito menor dan muestras de sus rasgos.

    Muchos de ellos son ya conocidos y repetitivos en sus crímenes, pero por argumentaciones legaloides se encuentran en libertad, que las autoridades correspondientes y la policía preventiva, y de inteligencia, ESCUCHEN las denuncias de los ciudadanos, denuncias que en mucho nos ayudarían a prevenir los delitos de odio y de “machistas”

    No se puede poner un policía a cada ciudadano, pero si podemos transformar la impartición de la Justicia a una justicia justa, expedita y atenta.

    Esto es el resultado de la descomposición del tejido social en por lo menos las últimas dos o tres generaciones; el odio se cultiva, se fomenta.

    Lo político, lo social, lo económico, lo cultural son factores descompuestos y sembradores de rencores y odios que fueron reprimidos y, ante la impunidad, se fueron desarrollando, con tremenda facilidad, destruyendo, la capacidad de asombro de la sociedad. Eso lo más grave.

    Ni una más… el nueve, ninguna se mueve.

    Por último, el machismo es una ideología que engloba el conjunto de actitudes, conductas, prácticas sociales y creencias destinadas a promover la superioridad del hombre por sobre la mujer, o autosuficiencia y orgullo del varón en varios ámbitos de la vida, por ejemplo el más arraigado es el de jefe de familia (como sostén y protector del hogar), entre otros.

    En varios países, sobre todo conservadores y tradicionalistas, sigue aún bastante arraigado el concepto del machismo en la sociedad.

    Algunos críticos consideran también machismo a la discriminación contra otros grupos sociales, como en el caso de varones homosexuales, como no “masculino”.​ Algunos movimientos feministas lo definen como “el conjunto de actitudes y prácticas aprendidas sexistas llevadas a cabo en pro del mantenimiento de órdenes sociales en que las mujeres son sometidas o discriminadas“.

    sabido

    Egresado de la Facultad de Comercio y Administración por la Universidad Autónoma de Tamaulipas. Su desarrollo profesional ha sido en empresas privadas en posiciones directivas donde a logrado acumular 42 años de servicio.

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