Jeremy Meeks ya es mundialmente conocido como el “preso más guapo del mundo”. Algunos medios hasta le conceden el rimbombante título del “preso más sexy de la historia”. Todo gracias a un “mugshot” de su arresto. Es decir, las fotografías que los policías estadounidenses hacen a todos los detenidos y publican en diferentes medios con sus datos personales y los cargos que se les imputan.

Pero la policía de Stockton, California, jamás imaginó la tempestad hormonal que el retrato policial de Meeks desataría en las redes sociales. En pocas horas, obtuvo cien mil “likes” y más de veinticinco mil comentarios. Y pocos, o ninguno, criticando su historial delictivo ni aportando alguna información valiosa para la investigación.

Y es que Meeks es muy atractivo, no cabe duda, pero también es un criminal. Fue detenido por posesión ilegal de armas y pertenencia a banda armada, en concreto la peligrosa y violenta “Crips”. Se enfrenta a once cargos y ya fue encarcelado en el año 2002 y 2007 por robo, asalto a un menor y suplantación de personalidad. Pero esto no parece haber generado una reacción negativa.

Por el contrario, sus ojos profundamente azules, el rostro cincelado y sus labios carnosos dieron rienda suelta a las fantasías de miles de mujeres y otros tantos hombres. Una legión de admiradoras que clama por su libertad, derrochan poesía romántica barata, le dibujan retratos idealizados, hacen montajes fotográficos donde protagoniza anuncios de moda e intentan recaudar el dinero para pagar su fianza. Aunque el interés por Meeks va más allá. Varias agencias de modelos le han propuesto suculentos contratos y también corren rumores de que algún estudio hollywoodiense está interesado en ofrecerle un papel.

Pero no todo parecen ser buenas noticias para Meeks. Sigue encarcelado y algunos detractores han iniciado una campaña para difundir imágenes íntimas sobre la cara más oscura de su vida. Además, la manager que la familia contrató a raíz de su inesperada fama ha recibido varias amenazas de muerte por parte de los “Crips”. Un drama que promete convertirse en una fuente de noticias sensacionalistas. Es decir, un suculento negocio. No sería de extrañar que si Meeks lograra salir de la cárcel se convierta en una estrella con programa propio incluído. Algo así como una suerte de Osbourne o Kardashian recién salido del ghetto.

Lo interesante de ésta historia tan surrealista es la gran lección de psicología que nos enseña. Si juzgar a una persona según su aspecto físico ya es un error, más grave resulta minimizar, o directamente obviar, sus evidentes defectos en pos de su belleza exterior. Si llevásemos el “caso Meeks” a un plano hiperbólico, se nos plantearían algunas cuestiones muy inquietantes sobre la naturaleza humana. ¿Se tendría la misma percepción del nazismo si Hitler hubiese sido como George Clooney? ¿Abrazaríamos gustosamente un régimen totalitario si lo dirigiese una mujer como Sofía Vergara? Pues aunque parezca una estupidez podría ser verdad.

Lo sucedido con Meeks es una demostración del “efecto halo”, término adoptado en los años veinte por el psicólogo Edward Thorndike. Se trata de un factor inconsciente según el cual, las personas tendemos a valorar a otro individuo, aunque no le conozcamos, en base a los primeros rasgos superficiales que percibimos. Algo así como tomar la parte, ya sea positiva o negativa, por el todo. Y el factor más influyente suele ser la belleza física. Es decir, que alguien guapo tiene más probabilidades de ser considerado más inteligente, inofensivo, talentoso, triunfador, feliz y mejor persona. Mientras que los aspectos negativos suelen asociarse con personas de menor atractivo físico. Un patrón de conducta que no se repite de manera matemática pero todos los estudios señalan que es más común de lo que pensamos.

Investigaciones más recientes aseguran que la belleza física influye hasta en los beneficios penitenciarios. Según un estudio realizado en 2010 por la Universidad de Cornell, en Nueva York, un preso feo recibe una media de veintidós meses más de condena por los mismos delitos que un preso guapo. Y un veinte por ciento más de sentencias. Es decir, que los delincuentes poco agraciados físicamente, que son la mayoría, reciben un castigo extra por haber nacido con rasgos muy asimétricos. Por utilizar un eufemismo científico.

“Soy demasiado sexy para los grilletes”, escribió la familia de Jeremy Meeks en su página de internet. Quizás su cara bonita no le salve de la cárcel. Y de hecho, no debería hacerlo. Pero tiene muchas enamoradas y agencias de modelos haciendo causa común para ayudarle. Al final, la verdadera condena en esta vida será la fealdad. Y de esto no tiene la culpa la publicidad, sino la evolución. ¿Por qué la naturaleza nos hizo tan feos en este aspecto de nuestro comportamiento?