El resultado de la votación de la Reforma Eléctrica que se dio el pasado domingo en el pleno de la Cámara de Diputados no hizo más que ratificar mi convencimiento de que la llegada de Andrés Manuel López Obrador a la Presidencia de México no podía haberse dado en mejor momento que los tiempos actuales.
Cuántas veces se ha dicho que México es tan rico que a pesar de tanto ladrón y corrupto que ha llegado a los gobiernos, de los diferentes niveles, no se lo han podido acabar. Y hay quienes se sienten orgullosos de haber pertenecido a esos gobiernos o aspiran llegar a ser parte de ellos y añoran su regreso, porque para esas personas el único fin es llegar a ser ricos, no importan los medios, el éxito solo lo pueden ver representado en dinero y bienes.
Afortunadamente el retorno de ese modelo corrupto y corruptor se observa más lejano gracias a que este domingo los diputados de oposición, integrantes de las bancadas del PAN, PRI, MC y PRD se quitaron finalmente las máscaras y se mostraron tal cual son: viles, mezquinos, representantes no del pueblo que los eligió sino de los intereses más ruines, esos que van por el mundo acrecentando sus riquezas sin importarles llevar a la ruina a pueblos enteros con sus “inversiones”, explotando los recursos naturales, adueñándose de ellos con todas las ventajas e incluso obteniendo subsidios para sangrar las naciones con el apoyo de traidores como los que votaron en contra de la Reforma Eléctrica propuesta por el Gobierno del México.
El presidente se anotó otro éxito político cuando todavía se percibía fresco el obtenido tras la consulta para la revocación de mandato. A tan solo una semana de haber logrado que más de 15 millones de personas ratificaran a través del voto su permanencia en la Presidencia de la República, dio a los conservadores una lección para dejar en claro, ahora sí en blanco y negro, cuáles son los dos proyectos de nación que están sobre la mesa en este nuestro México.
En primer lugar, el proyecto que busca la igualdad, que las mayorías gocen de bienestar gracias al uso adecuado de los bienes de la nación y la repartición de los recursos financieros que se obtengan de la explotación de los mismos; que defiende los derechos de todos, desde los más débiles y desprotegidos con la intención de que en la medida de lo posible abandonen esa condición, hasta quienes poseen empresas y que las trabajan honradamente, generando riqueza pero de manera legal, sin abusos, sin subsidios oprobiosos, sin colusión con funcionarios de gobierno o con gobiernos enteros.
En segundo lugar, está el proyecto que representan los diputados que el domingo 17 de abril de 2022 votaron en contra de la reforma a la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos y que tenía como objetivo favorecer la recuperación de la industria eléctrica para el pueblo de México. Ese proyecto cuyo objetivo claro es entregar los bienes de la nación a empresas, algunas locales, pero principalmente extranjeras, como la española Iberdrola, que corrompen hasta los huesos a unos cuántos colocados en posiciones estratégicas dentro de los órganos gubernamentales, rellenándoles sus cuentas bancarias de dólares y/o euros para obtener en concesión y otras veces en propiedad, recursos que pertenecen a todos los mexicanos.
Este panorama, sin lugar a duda, deja en claro a la generalidad de los mexicanos quién es quién en la política y les ayuda a reafirmar la idea de que el presidente de México y quienes simpatizan con la Cuarta Transformación del país están del lado correcto de la historia, como lo estuvieron en su tiempo los presidentes Benito Juárez, Lázaro Cárdenas y Adolfo López Mateos, entre otros que realizaron y/o apoyaron acciones para favorecer el desarrollo de nuestro país. Y, como consecuencia, coloca en su plena dimensión a quienes López Obrador llamó con toda razón traidores a la patria e identifica con el máximo representante del conservadurismo en la historia de México: Antonio López de Santa Anna.
Sin exagerar -dijo el presidente, palabras más, palabras menos en su conferencia mañanera del pasado lunes-, los que votaron en contra de la reforma eléctrica tienen que ver con ese pensamiento conservador que los domina, ellos prefieren estar bien con los potentados que con el pueblo; los mexicanos ya lo saben y sentenció: ya vienen las elecciones y ahí se va a ver la reacción del pueblo de México. Estoy convencido de que así será.
El proceso legislativo del pasado domingo deja varias lecciones importantes: el valor de la democracia, ¿qué otro presidente hubiera permitido que no pasara una iniciativa propia de este calado? Ninguno. Otros hubieran hecho hasta lo imposible por comprar a los diputados. El presidente decidió dar paso a la democracia y he ahí el resultado.
Afortunadamente tenemos un presidente que ve más allá que aquellos que ansían verlo derrotado. Él y su equipo se prepararon para la traición, sabían de los poderosos intereses detrás de los diputados de oposición y definieron desde el principio una estrategia para enfrentar el rescate la industria eléctrica, el petróleo y, a últimas fechas, del litio.
Sigue presidente, que el pueblo de México está contigo, decidido a hacer realidad hasta las últimas consecuencias ese cambio que atinadamente denominaste Cuarta Transformación. ¡La 4T va!
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