Javier Corral, gobernador de Chihuahua, ha llamado a la insurrección pacífica.
La Revolución de las Conciencias. Un sueño guajiro que sólo levantará polvo mediático.
Convoca a la “segunda revolución mexicana”. Sin embargo, le tiembla el pulso para enfrentar con arrojo lo que tibiamente plantea en un discurso que parece ser incendiario pero que se contiene, se retrae, cuando se le exige contundencia.
Una arenga para despertar al chihuahuense, pero un tanto light para que sólo se muestre la “intención”, y el efecto no cause tanto daño en la realidad de un México que ansía un liderazgo.
Me parece que Javier Corral sí puede liderar una batalla de gran aliento y brío nacional. Ha punzado la llaga que debilita al dinosaurio. Lo tiene herido. Pero no lo quiere aniquilar.
El llamado a la revolución implica traer las armas para el combate. Quizás en esta versión corralista, no sean armas de fuego… bueno, por lo pronto.
Pero sí otro tipo de fornituras. El armamento de la posverdad.
INSTRUMENTOS JURÍDICOS. Diría un tecnócrata de la SHCP.
Primero debo decir que su convocatoria, por lo pronto no tendrá eco porque nadie está dispuesto a dejar de hacer lo suyo por entrarle a una “guerra” incierta.
La masa no entiende esto de… “REVOLUCIÓN PACÍFICA”.
Si deveras hay determinación revolucionaria, el planteamiento debe ser serio.
Articular la causa. Quizás la idea central sea esta… la lucha contra la corrupción. El mensaje es claro y elocuente. Pero… ¿Y lo demás, apá?
Objetivos concretos, un plan de acción, calendarización, pero sobre todo… los recursos. Una revolución requiere de un ejército, avituallamiento, ¿no?
El reclutamiento de una fuerza: la tropa, los generales, los estrategas. Y más directamente… las armas.
Ya quedamos que en esta guerrita no habría pistolas, rifles, metralletas, granadas, bombas, misiles, ni nada de eso, ¿verdad? En la revolución rosada de Javier Corral eso podríamos desecharlo. Nos conformamos con un “apoyo” de firmas que publicaremos en los diarios con el mensaje que él quiere escuchar… NO ESTÁS SOLO JAVIER.
Cientos de chihuahuenses han firmado ya los desplegados, panistas los más de ellos. Pero sólo uno llevó a la mesa el dispositivo mortal que le haría ganar la causa: EL “LOCO” ANGULO.
Es el Oppenheimer de la frontera.
Robert Oppenheimer fue el articulador del “proyecto Manhattan”; la creación de la bomba atómica. El proyecto se llevó a cabo en numerosos centros de investigación siendo el más importante de ellos el Distrito de Ingeniería Manhattan situado en el lugar conocido actualmente como Laboratorio Nacional de los Álamos.
En el caso de la “revolución pacífica”, Carlos Angulo, articula ya el obús chihuahuense, que horadaría semejante boquete en la federación y rendiría de inmediato a estos hijos de su máuser.
Se trata de un “INSTRUMENTO” al que apologéticamente le llamaríamos: Planteamiento Chihuahua para el nuevo federalismo fiscal”.
Chihuahua podría excluirse del Sistema Nacional de Coordinación Fiscal y adquirir plena autonomía presupuestal.
“Debemos tomar en cuenta que la Ley de Coordinación Fiscal, que entró en vigor en 1980, en su artículo 10, permite a una entidad federativa salirse del Sistema Nacional de Coordinación Fiscal.
Las implicaciones que esto tiene, es que se dejarían de percibir los recursos federales, salvo los impuestos especiales, como los de gasolinas, tabacos, energía eléctrica y otros, pero el estado podría establecer su propio sistema fiscal y cobrar sus propios impuestos, como el Impuesto Sobre la Renta, IVA, etc.” Dice Carlos Angulo en un artículo reciente.
Armar el obús no es difícil, sin embargo, el gobernador desea convocar a un gran foro nacional para plantearle al país un “nuevo federalismo fiscal”.
Pero mientras esto se afina, “El Loco Angulo” hace este trabajo en su “laboratorio particular” donde realiza estudios profundos sobre su viabilidad, sobre todo tomando en consideración que actualmente las participaciones federales se usan como fuente de pago de los préstamos propalados por el ex gobernador Duarte.
Esa es la verdadera arma de la REVOLUCIÓN, lo otro… quedaría en todo caso en una reforma presupuestal.
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