Continuado con la línea temporal vasconcelista, la nueva educación mexicana debía de ser algo propio de México, usando conceptos y un pasado histórico prohibido que reivindicaba un discurso tangente al de la posrevolución. Por ello la piedra angular de lo que sería la SEP fue expuesta años antes en 1920 en el “Continental Memorial Hall” de Washington: los hombres han sido educados para ser buenos frailes, buenos artesanos, y últimamente para ser buenos ciudadanos. El propósito de la educación es moldear a los hombres para el desempeño de una función social y solamente los pueblos civilizados procuran formar buenos ciudadanos, es decir, hombres y mujeres libres, capaces de juzgar la vida desde un punto de vista propio. Este discurso fue expuesto a una élite nueva tanto nacional como estadounidense, se recibió con agrado, aunque la audiencia no se percató en ese momento del mensaje revolucionario oculto entre las metáforas.
Una vez creada la SEP, el arte fue una de las herramientas principales para labrar la educación nacional, uno de los testimonios de los primeros misioneros de la educación, Joaquín Blanco explicó que: La función del arte en la educación vasconcelista era preponderante, con la de la moral. La revolución había posibilitado, se pensaba, una ética y una estética nuevas que había que recobrar. Y no se trataba de educar a los niños para su incorporación a un modo de vida establecido (como en los Estados Unidos), sino de todo lo contrario: de crear un mundo nuevo; por ello, no eran practicables en México los métodos pedagógicos pragmáticos o empiristas norteamericanos.
La SEP inició con funciones prácticas y muy poco burocráticas, pues la ideología de esta institución, como lo explicó Joaquín Blanco, la educación debía ser para incorporar a la juventud a un modo nuevo y diferente al estadounidense. Por lo tanto, debía haber mucho trabajo práctico y poca burocracia, sin duda Vasconcelos tenía una visión más allá de México: La SEP tendrá como proyecto global la regeneración de la especie humana, buscará salvar a los niños, educar a los jóvenes, redimir a los indios, ilustrar a todos y difundir una cultura generosa y enaltecedora ya no de una casta sino de todos los hombres, además este nuevo organismo será flexible, ilustrado y poderoso.
Para llevar a cabo el proyecto ideológico, la SEP fue dividida en tres grandes departamentos y todos relacionados con la cultura que fueron: Escuelas, Bibliotecas y Bellas Artes. El departamento de Escuelas estaba encargado de la creación de estas, allí se vertía todo sobre la enseñanza científica y técnica en sus distintas ramas, tanto teóricas como prácticas para instruir. El departamento de Bibliotecas surgió de la necesidad permanente de dar lectura a las masas, las bibliotecas tenían como objetivo romper el círculo vicioso de que México era un país analfabeto porque no tenía que leer y si había libros no había quien los leyera.
Dentro de este departamento vale la pena hacer mención del gran esfuerzo de Vasconcelos por la edición y el tiraje de lecturas de los Clásicos, pues para poder civilizar a un país había que darle algo bueno que leer. Para él, la lectura de los clásicos era muy importante, así también las bibliotecas debían estar al servicio de todos y en cada pueblo con un número considerable, tenía que existir una biblioteca con al menos veinte mil volúmenes porque la biblioteca es una forma de difundir la cultura.
Por último, en cuanto al departamento de Bellas Artes tomó a su cargo la antigua Academia de Bellas Artes, el Museo Nacional y los Conservatorios de Música. El departamento de Bellas Artes impartía el canto, dibujo y la gimnasia, en las escuelas estos tres bloques funcionaban juntos a cargo de un especialista y no del mismo maestro para complementar la educación integral.
Licenciado en Historia por la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez. Profesor en Preparatoria Lobos de la Universidad de Durango Campus Juárez y en la Escuela Preparatoria Luis Urias.
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