Hace unos veinte años en las escuelas nuestros profesores de historia todavía nos relataban las “aberraciones” y masacres que cometió Hernán Cortés durante la Conquista para que, en la siguiente lección de tajo, pasáramos a 300 años de “dominación” y “saqueo” por parte de España ya que fuimos su “colonia”. Todo ese periodo lo veíamos en tres tópicos: saqueo, esclavitud y pobreza, para que llegara el héroe esperado llamado Miguel Hidalgo. Nos hablaban de sus gestas grandiosas y la heroica resistencia de los insurgentes, no sé cómo, pero de 1810 pasamos a la siguiente lección a 1824 con Guadalupe Victoria abordando la primera república federal. Después llegábamos a la Guerra con Estados Unidos, La Reforma, el gobierno de Benito Juárez, la cruel dictadura de Porfirio Díaz y la tan anhelada Revolución Mexicana. Si usted tiene más de 25 años, recordará que todo eran relatos novelescos de los buenos y los malos, y que la causa de todas nuestras desgracias eran por algún errorcito que nos costaba todo.
Esa forma de enseñar la historia fue a partir de un discurso político para justificar las desigualdades y todo lo pésimo de nuestros gobiernos contemporáneos, para nosotros no había tanto problema al escuchar dichas gestas históricas, ya que hasta cierto punto, vivíamos aislados, el internet era algo que apenas estaba comenzando, la red social era el noticiero de las 6:00 am, de las 2:00 pm y las 10:00 pm, sin embargo; en la actualidad, no le puedes enseñar historia de esa manera a un joven. En primer lugar, se va a aburrir y en segundo, se va a alejar de la historia. Debemos entender que la globalización nos cambio todo, si, todos debiésemos entender eso, pero no es así.
Hoy en día toda la historia es mundial debido a la caída del muro de Berlín, pues con este hecho se acabaron los grandes conflictos, entonces toda la historia se hizo universal. Si se va a hacer historia de Chihuahua, por ejemplo, se tiene que relacionar con lo universal. Eso nos lleva a otro reto: el historiador y el profesor de historia deben reescribirla, reinterpretarla y redefinir las lecciones para anticipar las interrogantes de los alumnos: ¿para qué enseñar historia? ¿por qué debo aprender historia? ¿de que me sirve saber historia? ¿Qué gano sabiendo historia?, sin embargo; el exceso de información no nos ayuda.
En nuestros tiempos, el profesor todo lo sabía y él era el poseedor de la verdad, por lo tanto, él elegía que enseñar y que no o simplemente limitarse al plan de estudios. Pero ahora, si enseñas historia debes compartir lo que aprendes con los alumnos, tienen derecho a saber que el conocimiento científico es subjetivo y que la historia se va renovando cada vez más, el alumno también tiene derecho a plantear las interrogantes de que si todo es historia y si hay que aceptar todas las propuestas.
Ante esto, François Dosseau nos ha aportado tres ejes para reescribir la historia en la contemporaneidad que son: el giro lingüístico, el giro cultural y el giro hermenéutico. Los tres están implícitos hoy en la historia debido a la erosión del discurso político, además en todas las ciencias hemos caído en la ambigüedad, subjetividad, escepticismo e incertidumbre. La enseñanza también, por ello debemos cambiar la retórica en la clase de historia ¿Qué les atrae ahora a los alumnos? ¿qué ejemplos siguen?, las nuevas generaciones se merecen conocer que hay una historia de la cerveza, una historia del pantalón, etc. Porque en las aulas ese interés muestran los alumnos, lo cotidiano y cada vez se van alejando más de las grandes figuras, de las estatuas y de los nombres o como se dice en historia: de la Historia de bronce.
Licenciado en Historia por la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez. Profesor en Preparatoria Lobos de la Universidad de Durango Campus Juárez y en la Escuela Preparatoria Luis Urias.
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