Mientras algunos siguen buscando en el narco y los tiroteos la raíz de laviolencia que nos carcome, otros con los pies en la tierra comienzan a ver el cáncer desde donde nace: nuestras escuelas.
Durante el ciclo escolar 2024-2025, se documentaron oficialmente —que no significa que sean todos— 386 casos de violencia contra niñas, niños y adolescentes en planteles de nivel básico en la Zona Norte. La mitad de ellos, escúchelo bien, 180 casos fueron de violencia sexual. ¿Escuelas primarias y secundarias como centros de abuso sexual? Sí, y no es exageración. Es el dato.
El resto también hiela la sangre: 34 casos de maltrato infantil, 48 por omisión de cuidados, 57 de violencia familiar y 67 de acoso escolar. Esto no es una película de Netflix. Es la realidad educativa de Chihuahua. Y que conste, sólo se habla de los reportados, porque sabemos que muchas víctimas callan, muchos maestros evaden y muchos padres ignoran.
¿Y qué se hizo? Se canalizaron 191 casos a instancias legales: 83 a la Procuraduría de Protección a Niñas, Niños y Adolescentes; 72 a la Fiscalía de la Mujer; y 36 a la Fiscalía Zona Norte. Otros 167 fueron enviados a atención psicológica. Es decir, se les dio trámite. ¿Pero se les dio justicia?
A esto se suma la aplicación del Protocolo Único de Prevención en 53 escuelas. El nombre suena rimbombante, pero los resultados son invisibles. ¿Qué se previno? ¿A quién se protegió? ¿Qué cambio estructural produjo?
Se impartieron 2 mil 863 capacitaciones. ¿Y? ¿Los agresores se arrepintieron? ¿Las víctimas se sienten más seguras? ¿Los padres ahora saben qué hacer? Nos quieren vender como solución lo que en el fondo es mero control de daños.
Lo más lamentable es que no se trata de casos aislados ni de escuelas marginales. Esto ocurre dentro del sistema educativo público. Ahí, donde deberíamos formar ciudadanos, se están forjando víctimas y, a veces, futuros agresores.
La estrategia “Todos Juntos por Chihuahua”, coordinada por el sector educativo con instancias de seguridad, salud y justicia, quiere proyectar una imagen de acción conjunta y sensibilidad social. Pero frente a la magnitud del problema, lo que se percibe es impotencia institucional, simulación burocrática y abandono emocional de nuestra niñez.
¿Dónde está la voluntad política para transformar esta situación? ¿Dónde están los sindicatos de maestros exigiendo protección para sus alumnos? ¿Dónde están los padres? ¿Dónde está el Estado?
Hemos normalizado la violencia escolar. Nos hemos acostumbrado a los casos de acoso, de maltrato, de silencio y de impunidad. Y eso nos convierte, como sociedad, en cómplices.
El infierno no está al final de la vida, sino en el salón de clases… si no actuamos. Y ese es, El Meollo del Asunto.

Daniel E. Valles
Periodista y comentarista de radio y televisión. "El Meollo del Asunto" y "La Familia es Primero" son sus principales herramientas periodísticas que se publican en medios impresos y digitales en diversas geografías de habla hispana.
Ha sido merecedor de diversos reconocimientos como conferencista y premios de periodismo, entre ellos, la prestigiosa Columna de Plata, que otorga la Asociación de Periodistas de Ciudad Juárez.


