Cada vez que llegan los últimos días de diciembre, Juárez repite un ritual casi ancestral; se brinda por la esperanza.
Se formula ese cliché que suena más a deseo colectivo que a exigencia.
”Que el próximo año sea mejor”.
Como si el cambio de calendario tuviera la capacidad de borrar años de omisión, de silencios, de promesas rotas.
Pero 2025 dejó claro que el tiempo no cura lo que no se enfrenta.
I. Economía: el espejismo del crecimiento
En el corazón de Juárez late un modelo económico basado en la industria maquiladora.
Sin embargo, entre 2023 y 2025, se perdieron más de 64,000 empleos fabriles, una sangría para un modelo que provee cerca del 60 % de los trabajos formales de la ciudad debido, en parte, a aranceles, desinversiones y presiones externas.
Este dato revela dos verdades duras:
– La economía local es frágil ante shocks externos.
– Los empleos que quedan no siempre garantizan calidad de vida ni seguridad social digna.
Mientras algunas autoridades celebran cifras macroeconómicas “positivas”, la población vive otra realidad; salarios estancados, informalidad creciente y falta de opciones para jóvenes y familias que buscan construir vida en esta frontera.
La maquila, antes motor, hoy amenaza con convertirse en ancla que retiene a una población que anhela oportunidades reales.
II. Seguridad: cifras que no cuentan la historia completa
Los datos oficiales pueden mostrar ligeras variaciones, pero la percepción ciudadana sigue señalando inseguridad como un problema estructural.
La Encuesta Nacional de Seguridad Pública Urbana (ENSU) de 2025 reportó que más del 63 % de los juarenses perciben inseguridad en su ciudad, una cifra que, aunque ligeramente menor a la de 2024, sigue siendo alarmante.
Sí: puede haber una reducción estadística marginal o ajustes metodológicos, pero una percepción alta de inseguridad, por encima de 6 de cada 10 habitantes, no desaparece por decreto municipal ni por propaganda oficial.
Y mientras se debaten porcentajes, la violencia cotidiana se traduce en vidas afectadas, familias fracturadas y jóvenes que, ante la falta de oportunidades, ven en rutas ilegales o en el crimen organizado una alternativa para sobrevivir o simplemente para sentir pertenencia.
III. Educación: rezago que condiciona futuros
Juárez ha enfrentado por décadas problemas de deserción escolar, falta de infraestructura educativa adecuada y brechas de aprendizaje no atendidas con políticas públicas sostenidas.
Aunque los diagnósticos existen, las acciones concretas para revertir estos rezagos son insuficientes.
La educación, motor del desarrollo humano, no puede ser un eslogan en conferencias de prensa.
Es urgente que la ciudad y los gobiernos comprometan recursos, metodología y programas que vayan más allá de lo coyuntural para atender las causas profundas del abandono escolar y la desigualdad en el acceso al conocimiento.
IV. Urbanismo y calidad de vida: cada vez más lejos de las necesidades humanas
Los juarenses perciben una ciudad con grandes avenidas y servicios incompletos.
El urbanismo carece de una visión integral que contemple espacios públicos seguros, infraestructura para movilidad sostenible, zonas verdes, servicios de salud accesibles, áreas recreativas y escuelas bien equipadas.
No basta con reactivar avenidas o pintar banquetas.
La ciudad necesita planificación estratégica que coloque a las personas, no a los automóviles ni a los intereses económicos, en el centro de sus prioridades.
Las condiciones actuales reflejan lo que muchas voces ciudadanas han señalado en redes y foros; la percepción de contaminación, la falta de espacios públicos dignos y el descuido urbano generalizado que afecta la vida diaria de miles de familias.
V. Protestas y hartazgo social: cuando la voz estalla
2025 no solo estuvo marcado por números y estadísticas; también estuvo lleno de acciones ciudadanas de protesta y hartazgo social.
Los bloqueos de carreteras y puentes por parte de agricultores y ciudadanos por ejemplo, contra la nueva Ley Nacional del Agua, no son hechos aislados, ni “molestias” eventuales; son síntoma de un Estado que no escucha y de una sociedad que ya no soporta la inacción ante sus demandas.
Estos bloqueos, que paralizaron miles de millones de dólares en comercio fronterizo y afectaron a miles de familias, muestran que la ciudadanía está dispuesta a actuar cuando se siente ignorada por los canales institucionales tradicionales.
El problema no es el acto de protesta, sino que exista la necesidad de llegar a él para que ocurra un diálogo genuino.
VI. Hartazgo y desesperanza vs. la ilusión del calendario
Juárez vive una paradoja dolorosa:
– La gente quiere progreso, justicia, seguridad y oportunidades.
– Las soluciones que recibe son parciales, tardías o simbólicas.
Si la esperanza fuera la próxima noche de brindis, sería fácil decir que “2026 será mejor”.
Pero la esperanza sin acción es fantasía.
Sin exigencia ciudadana organizada, sin corresponsabilidad política y sin voluntad real de transformación, el cambio de año no va a borrar residuos sociales, económicos ni políticas fallidas.
VII. Lo que queda pendiente —y lo que se está jugando en 2026
- Seguridad con enfoque social: no solo cifras; prevención, inclusión, educación y oportunidades de vida digna.
- Economía con sentido humano: empleos de calidad, no solo maquila con condiciones inestables.
- Educación con equidad; escuelas bien equipadas, programas integrales, atención a la deserción.
- Planificación urbana con visión humana; transporte, espacios públicos, zonas verdes, servicios accesibles.
- Diálogo real con sociedad; mecanismos institucionales de participación y rendición de cuentas.
El 2025 no fue un año perdido; fue un año revelador.
Mostró sin filtros lo que pasa cuando una sociedad normaliza la inseguridad, tolera la inseguridad económica, acepta la postergación de sus derechos básicos y confía en calendarios mágicos en vez de en su propia fuerza organizativa.
Juárez no necesita un nuevo año para renacer. Necesita acción sostenida, exigencia social constante y líderes que escuchen y respondan con soluciones reales.
Si 2026 no es el año en que la ciudadanía deje de esperar milagros y empiece a construirlos, entonces estaremos celebrando con esperanza, sí… pero pagando la factura de la inacción, una vez más.

Guadalupe Parada Gasson
Economista, experta en comercio exterior, periodista y docente con amplia trayectoria en sectores público y privado. Ha dirigido medios impresos y digitales, liderado proyectos de comunicación y formación, y se ha desempeñado en ventas, publicidad y relaciones públicas. Destaca por su perfil multidisciplinario, visión estratégica y compromiso con la gestión social y educativa. Recientemente presidenta de Rotary Club Juárez Real (2023–2024).


