En Chihuahua, la política volvió a adelantarse al calendario electoral. Lo que debería ser un proceso regulado, con tiempos claros para garantizar equidad y respeto al ciudadano, se ha convertido en una carrera desbocada donde los suspirantes de todos los partidos aprovechan vacíos legales —y en algunos casos, incluso los violan abiertamente— para posicionarse rumbo a las próximas elecciones.
La simulación de siempre
Durante los últimos meses hemos visto cómo aspirantes a distintos cargos aparecen en supuestas entrevistas publicadas en “revistas”, “portales de noticias” y “medios de comunicación” que, en realidad, no tienen trayectoria ni credibilidad. Muchos de esos espacios fueron creados ex profeso para difundir propaganda disfrazada de periodismo. Se trata de una simulación que atenta contra la inteligencia de los votantes, que bien saben distinguir entre información y publicidad encubierta.
Lo más grave es que ya ni siquiera hablamos de simulación en algunos casos. Aspirantes del Partido Acción Nacional han decidido saltarse toda formalidad y emprender campañas abiertas, con pintas en bardas y anuncios panorámicos a la vista de todos. Nada de “entrevistas disfrazadas”: propaganda política de frente, sin ambages ni prejuicios, en clara violación a la ley electoral.
Aquí entra un elemento que resulta, por decir lo menos, contradictorio. La gobernadora María Eugenia Campos Galván ha intentado deslindarse de esas campañas, asegurando que no tiene nada que ver con las acciones de sus compañeros de partido. Sin embargo, la realidad en las calles pinta otro cuadro: quienes plasman leyendas a favor de figuras como Daniela Álvarez (dirigente estatal del PAN), Sergio Nevárez (titular de la Junta Municipal de Agua y Saneamiento de Juárez) y Marco Bonilla (alcalde de Chihuahua), son los que, al mismo tiempo y enseguida de esas leyendas, colocan mensajes promoviendo logros del gobierno estatal.
El deslinde resulta tan infantil como poco creíble. Pretender que las bardas y anuncios que simultáneamente exaltan a aspirantes panistas y a la administración estatal son obra de actores separados raya en la burla al ciudadano.
Este fenómeno revela dos cosas: La falta de respeto a los ciudadanos por parte de quienes deberían sujetarse a la legalidad y la debilidad de las instituciones electorales para frenar el uso abusivo de recursos, vacíos legales y estrategias de simulación.
La política en Chihuahua parece haber entrado en una dinámica donde la ley es un obstáculo menor y la ética, un adorno olvidado. Mientras tanto, los votantes reciben el mensaje claro de que la contienda ya comenzó, aunque el calendario electoral diga otra cosa.
La pregunta es si el Instituto Estatal Electoral y el Tribunal Electoral del Estado están dispuestos a hacer valer la ley, o si seguirán siendo espectadores de una carrera adelantada que degrada la vida democrática de Chihuahua.

Pedro Torres
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