Este fin de semana, comía con un amigo al que no veía hace tiempo. El me decía que no entendía mucho de política, pero que las últimas noticias sobre “el desmadre con Trump” lo inquietaban considerablemente. Quise explicarle de una manera que él pudiera comprender a plenitud. Recordé entonces su afición y su pasión por el fútbol.
¡Di al clavo! Pensé. Entonces nos remonté a la fase de clasificación del mundial del 2014. Le dije: decir que el gobierno mexicano ganó en sus negociaciones frente a las amenazas de Trump, es como sentirse orgulloso de que Estados Unidos nos haya dado el pase a ese mundial, pues mientras ellos quedaron en primer lugar del torneo y derrotaron a Panamá (con quien competimos el último lugar para pasar) México era derrotado por Costa Rica, en una vergonzosa participación en toda la copa de la zona de centro y norteamérica.
Las tensiones con Estados Unidos tienen su origen en la pésima implementación de la política migratoria mexicana en su frontera sur, tema que por cierto un servidor ya ha tocado en columnas anteriores.
Comentaba en una ocasión, que el problema que vislumbro con México es que debido a su posición geográfica, somos el país que conecta a la región del mundo con menor crecimiento económico y con mayor números de hechos violentos en los últimos años, -según información de las Naciones Unidas- con el país que garantiza mayor prosperidad en todo el mundo. Desde luego, me refiero a Centro y Sudamérica, con Estados Unidos.
Aunado a eso, nuestro país se encuentra en la disyuntiva de saber a quién hacer caso: a los acuerdos firmados internacionalmente bajo la óptica de “un mundo sin fronteras”, o al país del cual lamentablemente dependemos en un 80% de nuestra economía, y proteger nuestra soberanía.
Volviendo a la actualidad, en una actitud poco común de ver en alguien que se presume de derecha, y que por lo tanto está a favor del libre mercado, Donald Trump, amagó con imponer aranceles a los productos que exporta México. Esta medida claramente golpearía a la economía mexicana, pero también al consumidor estadounidense y a millones de familias que dependen del comercio entre ambos países.
La respuesta mexicana no se hizo esperar y el canciller Marcelo Ebrard encabezó las negociaciones ante el gobierno de Trump. Hasta aquí todo bien. La sorpresa fue que ambos países, al término del acuerdo, presumieron ante los suyos su logro. Revisando la información que hasta ahora se tiene, sorprende mucho la concepción de “victoria” para el gobierno mexicano.
¿En qué ganamos, específicamente?
Investigadores de todo el mundo se hacen esta pregunta. Aún no logro conciliar el sueño preguntándome lo mismo. No en serio, hay que cuestionarse en qué consiste el acuerdo en su totalidad.
La realidad es que hoy no tenemos la información completa, sólo algunos aspectos, que aunque pocos, dan pie para saber que a México lo dejaron en la lona.
Repasemos: Trump reculó y suspendió la imposición de aranceles a los productos mexicanos. Una amenaza que no se cumplió. ¿El saldo? Quedamos igual. Si esto fuera un partido de fútbol, estamos 0-0.
Viene la ofensiva “gringa”. México acepta frenar la migración irregular (aunque al pacto global migratorio no le guste mucho) y contradiciendo a la postura de la Secretaría de Gobernación que en primera instancia había ofrecido “un refugio para los migrantes”, se ordena el despliegue de 6 000 elementos de la Guardia Nacional en la frontera sur. Sí la misma Guardia que sería usada para seguridad pública, ahora también se encargará de políticas de migración. El marcador va 1-0 favor EUA.
En un talante sumamente ambicioso, Trump convierte en su oficina de migración a todo México, pues ahora nuestro país deberá darles acceso a la educación, salud y empleo a los migrantes mientras se resuelven sus solicitudes de asilo en EUA. Cabe resaltar que aquí estamos en el paraíso y tenemos con qué hacerle frente a estos desafíos, (ajá). Marcador 2-0, pero con un gol al estilo Maradona en el mundial del 86.
No obstante, ambos países acordaron respaldar el Plan de Desarrollo Integral para centroamérica, el cual consiste en un financiamiento de 30 mil mdd para la región, con el fin de atender las causas que originan el desplazamiento masivo.
Mientras los hospitales no tienen medicinas, mientras las estancias infantiles se quedan sin presupuesto, mientras recortan presupuesto a deportistas, ciencia y tecnología, nuestro gobierno acordó destinar nuestro dinero al desarrollo de centroamérica.
¿Qué es esto? Un 3-0 se queda corto.
Como último dato, Trump anunció que México aceptaba comprar mayor cantidad de productos agrícolas de EUA. La embajadora de México en EUA, Martha Bárcena, fue cuestionada al respecto y prefirió no dar respuesta alguna. El silencio es cómplice y el que calla, otorga.
La realidad es que aún faltan muchos detalles para conocer completamente que se acordó con EUA, pero el panorama al menos con esta primera información, no parece muy alentador. Vaya goleada, sin meter las manos.
¿Negociación o imposición?
Lic en Ciencia Política. Diplomado en Políticas Públicas y Prevención del Delito. Estudiante de Maestría en Administración Pública. Funcionario público municipal.
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