La Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares (ENIGH), elaborada por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), ha revelado que en 2024 los mexicanos destinaron 286.037 millones de pesos, equivalentes a aproximadamente 15.332 millones de dólares, a la compra de alimentos saludables. Este dato refleja un cambio significativo en los hábitos alimenticios de la población, influenciado por diversos factores económicos.
Ciudad de México (ADN/Staff) .- Dentro de los productos considerados en este análisis se encuentran las proteínas animales, como la carne de res, los pescados y la leche, así como frutas, verduras y legumbres. Estos alimentos son esenciales para una dieta equilibrada, pero su costo ha aumentado, lo que ha llevado a las familias a replantear sus opciones de consumo. La inflación ha sido un factor determinante en esta transformación, afectando la capacidad de adquisición de productos más saludables.
Juan Carlos Anaya, director general del Grupo Consultor de Mercados Agrícolas (GCMA), explicó en una entrevista con el diario El Economista que “la inflación redefinió la dieta de las familias mexicanas”. Este fenómeno ha hecho que los alimentos saludables resulten más costosos, obligando a muchas familias a priorizar opciones más accesibles, como el pollo y el huevo. Esta situación plantea un desafío para la salud pública, ya que una dieta equilibrada es fundamental para el bienestar de la población.
En cuanto a las preferencias alimentarias, un estudio del GCMA, también citado por El Economista, destaca que el pollo se ha consolidado como el producto favorito entre los mexicanos. Esta tendencia se ha mantenido constante en los ejercicios de 2022 y 2024, lo que sugiere una adaptación de las familias a las condiciones económicas actuales. El pollo se posiciona como la proteína dominante, especialmente en los hogares de clase media, seguido por la carne de res, el huevo y el cerdo.
El aumento en el consumo de pollo puede estar relacionado con su menor costo en comparación con otras fuentes de proteína. Esto refleja una estrategia de las familias para mantener una alimentación adecuada sin comprometer su presupuesto. Sin embargo, este cambio también puede tener implicaciones en la salud a largo plazo, ya que una dieta variada es crucial para evitar deficiencias nutricionales.
A medida que la inflación continúa afectando los precios de los alimentos, es probable que las familias mexicanas sigan ajustando sus hábitos alimenticios. La necesidad de encontrar un equilibrio entre costo y calidad en la alimentación es un reto constante que enfrenta la población. La información proporcionada por la ENIGH y los estudios del GCMA son fundamentales para comprender cómo estas dinámicas afectan la salud y el bienestar de los mexicanos en un contexto económico cambiante.

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