En la milicia, el rango es sinónimo de jerarquía.
General, mata Coronel; Mayor, mata Capitán, y así, hasta que el soldado raso obedece la orden inmediata de su Cabo, o su Sargento.
Los altos rangos determinan la estrategia de ataque o defensa, según fuera el caso, y todos obedecen. Todos.
El presidente, Andrés Manuel López Obrador, como comandante supremo de las fuerzas armadas de México, en su lógica de la 4T, asume que milico mata burócrata; si no, para que le sirven las medallas en el pecho y las estrellas en el kepis, o el águila al centro del gorro; y en su intento por erradicar la corrupción, nombra como administradores de las aduanas, a militares de alto rango, como el general, Cecilio Martínez Arcos, recién desempacado en Ciudad Juárez, como visitador en funciones de administrador de esta aduana fronteriza.
En menos de diez días, se nota que los galones no se imponen ante los codiciosos y carroñeros empleados de piso que supervisan los patios. Las risas como de hienas, se escuchan como eco, cuando alguien les dice…”por orden del General, ya no se extorsionará a los importadores…” jajaja, cosita.
La micro mafia domina. No están dispuestos a dejar la mina de oro que significa el enquistado poder de cobrar derecho de piso por cada cruce de trailer.
Eso ya se lo tienen muy claro al General.
Imposible romper esa telaraña.
Metido en su covacha, no sale al campo de batalla a cumplir con la instrucción presidencial de hundir a los corruptos. Mínimo, despedirlos.
La sospecha de complicidad aflora. O ¿temor?
Dijo AMLO en una mañanera: “en el régimen anterior, no se sabía dónde terminaba el crimen organizado y donde comenzaba la autoridad”. Eran lo mismo. Y mientras pasa el tiempo, en la aduana parece replicarse esta expresión.
El desconocimiento de los intríngulis legaloides que esgrimen los verificadores de la aduana, lo está matando. Lo tienen bocabajeado.
Elizabeth Calzada, la más trucha de los extorsionadores de la aduana, prácticamente es la que manda. Y la que junta la millonaria polla.
En abierta rebeldía contra el general, se pasa por el arco del triunfo sus órdenes, y levanta la voz para que la escuchen… “Los militares son pendejos e ignorantes, hasta creen que nos pueden decir como manejar este negocio”, habría dicho la insubordinada. La escucharon, y me filtraron el dato.
Yo, como diría mi sacrosanta abuela, los voy a dejar, nomás para ver hasta donde llegan.
Mientras se acerca la cuaresma voy por un coctelito de camarón para ver el espectáculo.
Abogado. Analista Político. Amante de las letras.
CARTAPACIO, su sello distintivo, es un concepto de comunicación que nace en 1986 en televisión hasta expanderse a formatos como revista, programa de radio y redes sociales.
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