Según los expertos analistas del pensamiento colectivo, los mexicanos no racionalizamos nuestro voto. Más bien nos dicen, que nos llevamos por las emociones que nos hacen sentir los políticos o la opinión pública. Nada más cierto que esa aseveración, ya que las emociones son un distractor natural y humano para razonar cualquier situación o decisión.
Pero analicemos ¿qué acciones del gobierno nos hace sentir emociones? En el ámbito federal es muy difícil sentir emociones con base en políticas públicas, es decir, si se crea algún decreto para que los bancos acepten dólares afecta nuestra vida diaria a mediano plazo pero no en nuestras emociones en gran medida, las emociones las mueve la opinión pública y no siempre llega a todo el pópulo. En cambio un decreto para no pagar pensiones a los ex presidentes no afecta nuestra vida diaria, pero si nuestras emociones.
En el ámbito estatal, mismo caso, el hecho de crear una percepción de justicia ciega y vengadora con los antecesores del gobierno, juega con nuestras emociones y lo anterior no afecta nuestra vida diaria. En el otro extremo, el hecho de tener una inversión millonaria de transporte colectivo y obras que sí afectarán nuestra vida diaria por lógica es bueno para la sociedad, sin embargo, las emociones que nos hace sentir el tráfico y cierto sector, hacen que nuestra percepción sea alterada por emociones y desvirtuemos toda esa acción (mas si esta mal ejecutada, pero ese será otro tema).
El más importante creador de emociones es el ámbito municipal, pongamos supuestos; Si no pasa el camión de la basura genera una emoción más sensible en nuestro sentir, si hay baches en las calles genera una rabia encarnada y más si afecta nuestro patrimonio tal situación, si hay obras y estas generan tráfico que afecta en desmedida a los conductores (aun cuando no sean obras municipales) culparemos al responsable municipal, somos una sociedad híper-individualizada.
Debido a lo anterior considero que el fogueo al cual se someten los alcaldes es totalmente necesario para no llegar a improvisar las funciones del ejecutivo (tenemos 10 años improvisando el poder ejecutivo estatal), pero ¿cuál de los precandidatos es el mejor a la hora de elegir gobernador? Yo le recomiendo que los juzgue con resultados tangibles, y el que nos los tenga, no debería ir a improvisar a una elección tan complicada, el aprender sobre la marcha en una tarea tan difícil como las es ser gobernador, puede repercutir muy gravemente en una sociedad, más aún cuando hay un enorme presupuesto de por medio.
El mejor Presidente municipal del Estado de Chihuahua en indicadores y números fríos es Alfredo “El caballo” Lozoya, en sus haberes tiene el porcentaje de obra pública más alto de los 67 municipios, alumbrado público eficiente y eficaz en toda la ciudad, recolección de basura adecuado en horarios nocturnos para no entorpecer el tráfico durante el día y un sin fin de acciones, pero esos números son para razonar, lo importante son las emociones que brinda al no tener baches en las calles y demás uso eficiente del presupuesto municipal. Solo le restaría al alcalde con licencia poder hacernos sentir una verdadera ola de emociones basadas en resultados tangibles, mismos que se dieron en la llamada “Capital del mundo” y que refrendó en su reelección, al ganarle 10 a 1 a MORENA en la boleta electoral con AMLO en esta, no es cosa menor.
Considero que es hora de revitalizar la ciudad heroica y hacer sentir a los de corazón juarense que acá también se pueden romper mitos y paradigmas de la política del pasado, y empezar un verdadero vaivén de emociones positivas reflejadas en potenciales acciones públicas tangibles que pudiéramos emular para bien de nuestra sociedad.
Maestro universitario. Economista. Especialista en innovación y emprendimiento.
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